El problema planteado por La Modernidad es la relación entre verdad, religión (fe) y razón, porque de “La Modernidad” ha brotado la idea de que la verdad es subjetiva y reside en cada persona, luego la religión también; y, así, igualmente, la razón lo es, habiendo tantas razones como personas. A ello se añade la consideración del ser humano como digno (concepto cristiano). Pero resulta que para La Modernidad la dignidad humana consiste en absolutización de la individualidad y subjetividad como sustento de la libertad. Esto es, el éxito de La Modernidad es el triunfo de una idea básica: que la Verdad no existe, que la Religión (Fe) no existe, que la Razón no existe.
Pero resulta que, pese a todo, el hombre busca -por naturaleza- la Verdad porque la Verdad busca al hombre desde el principio. Y por eso siempre ha habido, hay y habrá hombres que se han encontrado, se encuentran y se encontrarán con la Verdad; y han dado, dan y darán testimonio de ella. Y es por ello que La Modernidad les considera enemigos. Y esta Verdad es que Dios se ha encarnado, se ha hecho hombre en Jesucristo y, así, nos hace hermanos suyos e hijos adoptivos de Dios. Esta es la radical novedad. Y esto ha tenido, tiene y tendrá una manifestación interior en la persona experimentada en su alma y en su cerebro, así como una manifestación exterior expresada en la comunidad que es el hogar donde reside, la Iglesia. De ahí que La Modernidad considera a la Iglesia como su enemiga.
Entonces resulta que si la Verdad existe también existe la Religión (Fe). De ahí que la Religión, pese a ser experiencia que se sitúa fuera de la subjetividad y que no sea una cuestión de sentimientos y de afectos; y que no tiene nada que ver con opiniones y pareceres, o con naturalismos mágicos, esoterismos, sincretismos. Por lo tanto ante la Fe no son posibles ni tienen cabida las componendas ni las transacciones. Por eso La Modernidad considera a la Religión (Fe) como su enemiga.
En consecuencia, la Verdad es sustento de la Religión (Fe) y ésta sustenta a la Razón, por eso el hombre es capaz de verdad por encima de sus propios criterios. Esta disputa ya la sostuvieron Sócrates y los sofistas, y el resultado fue inmolación de Sócrates y el triunfo del mundo moral-político sofista. De igual manera La Modernidad ha impuesto su mundo moral y político al Cristianismo.
Tocqueville puso en evidencia esta situación en su Democracia en América, incidiendo en que la civilización angloamericana era producto de dos elementos que en otras partes se han hecho la guerra: el espíritu de la religión y el espíritu de la libertad. La sociedad americana une el espíritu de la religión con el de la libertad, mientras que la sociedad europea -heredera de la revolución francesa- está desgarrada por la oposición entre religión y libertad. El Cardenal Newman compartía este análisis de Tocqueville, separar e incluso enfrentar estos dos ingredientes intrínsecamente constituyentes de la persona, equivaldría al suicidio de nuestra civilización cultural-cristiana. Sin embargo en Occidente La Modernidad insiste en ahondar el conflicto entre racionalismo y religión.
Para poder salvar nuestro sistema occidental -de libertad y democracia- de su quiebra y de las consecuencias de tal destrucción (los totalitarismos culturales, políticos, socioeconómicos…) es condición imprescindible que permanezcan vigentes los principios cristianos en los que ella se enraíza, y que la idea de conciencia del liberalismo, -que reduce al hombre a convicciones subjetivas y superficiales- sea desautorizada y depuesta por la conciencia cristiana.
La conciencia cristiana debe volver a ser el eje sobre el que gire la civilización occidental. Esto es, que el hombre está hecho para la Verdad porque la Verdad ha creado al hombre a su imagen y semejanza; y por eso el hombre busca -por su propia naturaleza- la Verdad porque la Verdad busca al hombre. Aquí está el motivo por el que el hombre ha buscado, busca y buscará respuestas a las últimas preguntas con ansias de Verdad, de Fe, de Razón. Y las últimas preguntas se encuentran respondidas en el cristianismo y en la Iglesia. Aquí es donde Verdad, Fe, Razón se encuentran con el artículo convirtiéndose en La Verdad, La Fe, La Razón; y también se encuentran con el Sujeto y el Verbo: Jesucristo.
Antonio R. Peña Izquierdo, Dr. en Historia