Caminar conduciendo a muchos jóvenes al encuentro con Cristo
Promoción de la PEJ 2022

Caminar conduciendo a muchos jóvenes al encuentro con Cristo

Todavía retumban en nuestra memoria aquellas palabras conmovedoras de San Juan Pablo II en Santiago de Compostela en su última etapa de su viaje a España, allá por 1982: «Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces». Aquellas raíces y valores auténticos a los que se refería el Papa son los que brotan de la fe en Cristo, de la santidad de tantos hijos de la Iglesia a lo largo de los siglos que han configurado Europa elevando todo lo humano al hacerlo cristiano.

Muy queridos sacerdotes, vida consagrada, educadores, catequistas, todos los profesionales que de una u otra manera trabajáis al servicio de los jóvenes, y padres de familia, queridos jóvenes.


Os escribo con ocasión de la convocatoria juvenil que se nos hace a todas las diócesis, movimientos y congregaciones para participar en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) a Santiago de Compostela en este año Jubilar.


Todavía retumban en nuestra memoria aquellas palabras conmovedoras de San Juan Pablo II en Santiago de Compostela en su última etapa de su viaje a España, allá por 1982, y que releía hace poco con emoción: “Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes”.


Aquellas raíces y valores auténticos a los que se refería el Papa son los que brotan de la fe en Cristo, de la santidad de tantos hijos de la Iglesia a lo largo de los siglos que han configurado Europa elevando todo lo humano al hacerlo cristiano: la cultura, el arte y todas las ciencias; catedrales, monasterios, universidades u hospitales. El Papa exhortaba a Europa, a sus instituciones y a sus individuos, a elevar la mirada a Cristo como remedio eficaz de todos sus males.


Efectivamente, la crisis de la sociedad actual, tanto en mayores como en jóvenes, es una crisis de interioridad, de falta de trascendencia, como nos recuerda una y otra vez la enseñanza de la Iglesia: “El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (Gaudium et Spes, 22).


Europa ha pretendido sustituir a Cristo, su fundamento y piedra angular, por distintas ideologías a lo largo de la historia y asiste ahora a su derrumbamiento. Por eso, frente a tantos falsos profetas pasados o al nihilismo presente, necesitarnos enseñar a nuestros jóvenes que “sólo Dios, al que la Iglesia sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos terrenos” (Gaudium et Spes, 41).


¡Que proféticas resultan las palabras del papa en aquel mismo discurso!:

“Si Europa abre nuevamente las puertas a Cristo y no tiene miedo de abrir a su poder salvífico los confines de los estados, los sistemas económicos y políticos, los vastos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo, su futuro no estará dominado por la incertidumbre y el temor, antes bien se abrirá a un nuevo período de vida, tanto interior como exterior, benéfico y determinante para el mundo, amenazado constantemente por las nubes de la guerra y por un posible ciclón de holocausto atómico”.


¿No asistimos 40 años después de estas palabras a una Europa “amenazada constantemente por las nubes de la guerra y por un posible ciclón de holocausto atómico?” ¿No está aquí la razón última de la situación actual que estamos padeciendo? ¿No debemos poner cada vez más la esperanza de solución en los medios sobrenaturales, en Cristo, en la Consagración al Corazón Materno de María, como manifestaba el pueblo cristiano, junto con sus pastores, al consagrarle Rusia y Ucrania, el pasado viernes 1 de abril, en unión con el Papa Francisco?


Ante aquellas palabras proféticas, hemos de reconocer que, con frecuencia, a nuestros jóvenes se les ha presentado a Cristo corno algo del pasado, ocultando su fuerza salvadora; y la vida cristiana como algo triste, de lo que hay que alejarse o incluso temer. Así, nuestros jóvenes se han visto abocados a buscar la felicidad fuera de Cristo, a cerrarse a él en lugar de abrirse a su Verdad. ¿No estará aquí la causa de la profunda tristeza espiritual o acedia en tantos jóvenes de hoy?


Frente a esto, es para mí una alegría y causa de orgullo el florecimiento de tantas rea­lidades juveniles «antiguas y nuevas» en nuestra Iglesia diocesana, realidades caracterizadas por la alegría y la búsqueda de Cristo en la oración y en los Sacramentos, muy especialmente en la Adoración Eucarística. Como Iglesia, estarnos llamados a crear espacios donde los jóvenes descubran el gozo y la alegría de una vida con Cristo y en Cristo, para que puedan sin miedo abrir de par en par las puertas de su vida y de todas sus cosas a Él, encontrando así la plenitud de su vida.


Y, por eso, resulta providencial, después de este tiempo de pandemia, poder beneficiamos de un año jubilar Compostelano y, en concreto, de este Encuentro Europeo de Jóvenes en Santiago de Compostela. ¡Levántate y sé testigo! ¡El apóstol Santiago te espera! Con este lema son convocados los jóvenes a la PEJ. Ayudemos a nuestros jóvenes a levantarse y salir al encuentro con Cristo para dar luego testimonio de él con la alegría propia de la juventud a otros jóvenes.


Os animo a todos a rezar y promover esta peregrinación a Santiago de Compostela organizada por nuestra Diócesis desde la Delegación de Juventud, y a uniros a ella desde vuestras parroquias y grupos. Ojalá podamos caminar juntos, conduciendo a muchos jóvenes al encuentro con Cristo, recorriendo las etapas del «Camino del Norte» hacia Santiago.


Quiero animar también a los que ya no sois tan jóvenes de edad, pero sí de espíritu, a colaborar, además de con vuestra oración ante el Señor, con vuestra ayuda económica, si tenéis posibilidad, para que así ningún joven deje de participar en tan hermosa peregrinación por falta de recursos. Contamos muy especialmente también con la oración y sacrificios de todos los religiosos y religiosas de clausura, alma de todo apostolado.


Caminaremos del 29 de Julio al 7 de agosto, recorriendo lugares importantes de nuestra fe como Santo Toribio de Liébana, Covadonga, Oviedo y otros lugares del Camino del Norte hasta llegar a los pies del Apóstol.


Que Nuestra Señora de Roncesvalles, protectora de Peregrinos, cuide maternalmente a cada uno de ellos y les muestre a Jesús.

 

+Francisco Pérez González, arzobispo de Pamplona y Tudela, administrador apostólico de San Sebastián

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