Un obispo valiente (2)
Convocados ambos obispos de Mérida, católico y arriano, ante el jurado del rey para determinar el destino de la Basílica de Santa Eulalia, Masona se preparó con ayuno y oración.
Su aparición ante el tribunal disipó las angustias y preocupaciones de los fieles.
—No dudéis un momento de la victoria. Confiad en Dios y rezad mucho —dijo a los suyos.
Sunna, el obispo arriano, habló de modo violento y a grandes voces, insultando a sus enemigos, y exponiendo su doctrina. Respondió Masona con suavidad y moderación; fue acalorándose la disputa; se cruzaban textos de la Sagrada Escritura y de los Padres, argumentos teológicos y comentarios bíblicos. La sabiduría divina y la ciencia del Espíritu Santo estaban en los labios de Masona, hasta que el obispo arriano se quedó sin saber qué contestar; algunos de su campo salieron en su defensa, pero fueron también refutados. Los mismos arrianos se hacían lenguas de la elocuencia de Masona. Aplaudido y aclamado por la muchedumbre fue llevado triunfalmente hasta la Basílica de la mártir, entre vítores y cánticos sagrados, para dar gracias a Dios por la victoria.