Una respuesta a Fr. Nelson: el aborto como un «tema electoral más»
Estimado Fr. Nelson, iba a comentar su post Un experimento fallido: tratar al aborto como si fuera el único tema electoral, pero dado que el comentario iba a ser un poco largo me he permitido transformarlo en post.
Nos «conocemos» hace tiempo, así que los supuestos están claros: no dudo de su buena voluntad, de su compromiso sincero, valiente y constatable en la defensa de la vida; no es ese el tema. Creo que estamos de acuerdo en lo esencial, y discrepar en aspectos como los que refleja en su post, no sólo es lícito, si no enriquecedor. Confío en que presuponga también en mí, no sólo la buena voluntad, si no la admiración que le profeso.
Desconozco los condicionantes —supongo que algunos serán pastorales— que le han llevado a escribir lo que ha escrito, pero sinceramente no es propio de Vd. semejante ejercicio de sofística y demagogia. Empiezo por el final:
Hay lecciones que deben aprenderse no para defender menos a los no nacidos sino para defender más a todos, nacidos o no.
Perdóneme que no le acepte esta frase, la batalla del lenguaje es importante, y no voy a dejar pasar este tipo de manipulaciones: la defensa del no-nacido, nunca se hace en menoscabo del nacido, y contraponerlo, me parece, como mínimo, indigno. Presuponer, como Vd. hace, que la defensa de la vida se hace a costa de otro tipo de intereses, para mí es tremendamente injusto.
Sinceramente creo que ilustrar la opinión y opción de los católicos con un venático email, es un pobre servicio a la verdad. ¿Qué respuesta daría a sus preguntas, si en lugar de prologarlas con semejante demagogia hubiese descrito la postura de la Iglesia? Le animo a leer la carta pastoral de los obispos de Kansas, ¿no cree que es más representativa de lo que creen los católicos?
En ella no se anima a votar a ningún partido. Se recuerda que el voto debe ser libre, pero también responsable, que hay muchos temas de la Doctrina Social de la Iglesia que deben ser valorados, pero que no todos los temas tienen la misma importancia. Que hay muchos aspectos para los que no existe una «solución católica», y que hay otros que son «intrínsecamente perversos»:
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