Mensaje al presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa

El Papa pide que la separación entre Estado e Iglesia no excluya a ésta de la vida social y cultural

«La justa distinción entre Estado e Iglesia no debe apartar a esta última de la vida social y cultural». Así lo pide el Papa Benedicto XVI en un mensaje enviado al cardenal Péter Erdö, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). El Consejo celebró su Asamblea Plenaria en París del 1 al 4 de octubre, con el tema «Iglesia y Estado, veinte años después de la caída del Muro de Berlín». Las reuniones se celebraron en la Maison de la Conférence des évêques de France a invitación de su presidente, el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París.

(Zenit/InfoCatólica) En el mensaje, que firma el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, el Papa recuerda que “la Iglesia es fiel a su misión de verdad a favor de una sociedad a la medida del hombre, de su dignidad y de su vocación”, y que esta fidelidad “es garantía de un desarrollo humano integral, remedio a los múltiples desequilibrios que sufre hoy nuestro mundo”.

Por tanto la propia Iglesia, prosigue el texto, “desea que la vivencia de los hombres y de los pueblos esté inspirada y animada por la caridad. Así esta contribuirá a la edificación de esa ciudad de Dios hacia la que camina la familia humana”.

En su intervención, el pasado 1 de octubre, el cardenal Péter Erdö, arzobispo de Esterzgom-Budapest, afirmó que “a veinte años de distancia de la caída del Muro de Berlín, que es el símbolo del final, en muchos de nuestros países, de regímenes ateos y comunistas, estamos viviendo ahora otras dificultades y retos”.

“La Unión Europea, a la que pertenecen muchos de nuestros países, está a punto de emprender nuevas iniciativas partiendo del Tratado de Lisboa – añadió –. La Iglesia apoya todo aquello que puede llevar a reforzar la paz y las relaciones de solidaridad entre los países, pero estará siempre vigilante para que se garanticen el bien común, el respeto por la vida y la libertad religiosa”.

Hoy, prosiguió, “Europa necesita más sacerdotes”, así como “la Iglesia en Europa tiene mucha necesidad de laicos, de familias, de personas que, en sus puestos de trabajo y en sus casas, en la política, en la cultura, en las instituciones sociales, en las escuelas y en las universidades puedan ser verdaderamente el rostro de Cristo”.

Informe

El 2 de octubre, el profesor Giorgio Feliciani, del Centro de estudios sobre los Entes Eclesiásticos de la Universidad Católica de Milán, presentó un informe sobre los resultados de la investigación europea sobre Iglesia y Estado, promovida por el Consejo, ante las Conferencias Episcopales de Europa.

Sobre el estatus jurídico de la Iglesia católica en los distintos países europeos, en la investigación se lee que “casi por unanimidad, las respuestas recibidas señalan la existencia de formas de relación entre la Conferencia Episcopal y la autoridad del Estado”, a pesar de que “las modalidades resultan obviamente muy diversificadas”.

“En línea de máximos, se puede afirmar que, aun con varias formas y con diversas fortunas, las Conferencias Episcopales tienen un papel de relieve en las relaciones de la Iglesia con los Estados” e, incluso, “desde distintas partes se señala también que las relaciones con los entes locales son mejores que las de nivel nacional”.

Sobre las intervenciones de la Iglesia en materias socialmente relevantes, continúa el informe, “de la complejidad de las respuestas se deduce que en algunos países son apreciados o al menos tenidos en consideración, como en Alemania, Francia, Lituania, pero también en Albania y Grecia”.

“En otros Estados, en cambio, no obtienen atención alguna ((Bosnia y Eslovenia), o también, y sobre todo cuando contrastan con la mentalidad dominante, suscitan decidida hostilidad, como revelan los obispos austriacos y griegos, e incluso son ridiculizados en los medios de comunicación, como lamentan los obispos suizos”.

“Por otro lado, los episcopados de Inglaterra, Moldavia, Polonia y Portugal advierten, muy justamente, que es necesario distinguir – prosigue el estudio –. De hecho, mientras que las declaraciones sobre temas de sexualidad, familia, bioética, cuando no son ignoradas, suscitan reacciones negativas, las que tocan temas sociales como los derechos humanos, la solidaridad, el desarrollo, con apreciadas y valoradas”.

“Sucede incluso que, quienes se muestran contrarios a las primeras, considerándolas injerencia indebida, quisieran un mayor compromiso de la Iglesia en las segundas. Esta es, por conocimiento directo, la situación italiana”, añade el informe.

“En todo caso, debe tenerse presente la constatación que las tomas públicas de posición asumidas junto a otras iglesias, o conjuntamente con las comunidades judía e islámica, y a personas sin convicción religiosa, son más escuchadas”, concluye.

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