Comentario al salmo 118

Benedicto XVI: «Cumplir la ley de Dios, es el secreto de la felicidad del hombre justo»

En la audiencia general de ayer miércoles, el Papa Benedicto XVI meditó sobre el salmo 118, del que dijo que «está impregnado de tal modo del amor hacia la Palabra de Dios, que celebra su belleza, su fuerza salvífica, su capacidad de dar alegría y vida. Porque la Ley divina no es yugo pesado de esclavitud, sino don de gracia que hace libres y conduce a la felicidad».

(ACI/EWTN Noticias) En la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles, el Papa explicó que este salmo es uno de los más extensos ya que consta de 176 versículos y 22 estrofas, escrito como un "acróstico alfabético" que usa todas las letras del alfabeto hebraico. El texto es un canto solemne sobre la ley de Dios, sobre la Palabra "que interpela al hombre e impulsa su respuesta de obediencia confiada y de amor generoso". 

El Papa señala luego que "la Ley del Señor, su Palabra, es el centro de la vida del orante; en ella él encuentra consuelo, en ella medita, la conserva en su corazón. Este es el secreto de la felicidad del Salmista; que dice también: ‘Los orgullosos traman engaños contra mí. Pero yo con todo el corazón custodio tus preceptos’". 

El salmista, como María, es fiel porque escucha la Palabra. "Es la Virgen María la que lleva a cumplimiento la perfecta figura del creyente, que describe el salmista. Es Ella la verdadera ‘feliz’, como proclama Isabel ‘por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". "Ciertamente –precisó el Santo Padre– María es feliz porque su vientre ha llevado al Salvador, pero sobre todo porque ha acogido el anuncio de Dios, porque ha custodiado atenta y amorosamente su Palabra". 

Benedicto XVI subrayó luego que "la ley divina, objeto del amor apasionado del Salmista y de todo creyente, es fuente de vida. El anhelo de comprenderla, de observarla, de orientar hacia ella todo su propio ser es la característica del hombre justo y fiel al Señor, que la ‘medita día y noche’, como reza el Salmo 1". 

"La ley de Dios –continuó– es una ley que se debe conservar en el corazón come dice el célebre texto del Shemá en el Deuteronomio: Escucha, Israel. Estos preceptos que yo te doy, grábalos en tu corazón. Incúlcalos en tus hijos, háblales de ellos cuando estés en tu casa, cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte". 

La Ley de Dios, dijo también el Papa, debe ser el centro de la existencia humana que "que se debe traducir en opciones concretas y que debe llegar a ser camino y seguimiento". Al joven rico que "le pregunta qué hay que hacer para alcanzar la vida eterna, Jesús señala el camino de la observancia de la Ley, pero indicando cómo hacer para llevarla a su cumplimiento: ‘Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme’. El cumplimiento de la Ley es seguir a Jesús, ir por el camino de Jesús, en compañía de Jesús". 

El Papa explicó además que el salmo 119 habla de la herencia que ha recibido el hombre con la Palabra del Señor, con la custodia de sus enseñanzas, preceptos, mandatos que son "la alegría de mi corazón", como dice el salmista. 

Estos versículos son verdad, dijo Benedicto XVI, "ante todo para los sacerdotes, llamados a vivir sólo del Señor y de su Palabra, sin otras seguridades, teniéndole a Él como único bien y única fuente de vida. Bajo esta perspectiva se comprende la libre elección del celibato por el Reino de los cielos, que hay que redescubrir en su belleza y fuerza". 

Pero estos versículos, prosiguió, "son también importantes para los fieles, pueblo de Dios que pertenece solo a Él, ‘reino de sacerdotes’ para el Señor, llamados a la radicalidad del Evangelio (…) son nuestra "tierra" en la que vivir en comunión y alegría". 

En español el Santo Padre dirigió un saludo particular a los grupos de España, Argentina y México, así como a los demás países de América Latina. 

Dirigió también un especial saludo a Ecuador donde "comienza hoy el Congreso Nacional de las Familias. Saludo desde aquí a los participantes y pido a todos una oración para que también las familias escuchen al Señor y cumplan su designio salvador".

 

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6 comentarios

rastri
El Papa explicó además que el salmo 119 habla de la herencia que ha recibido el hombre con la Palabra del Señor, como dice el salmista.
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Y de aquellos que no han recibido esta herencia...

"Escucha, Israel. Estos preceptos que yo te doy, grábalos en tu corazón. Incúlcalos en tus hijos, háblales de ellos cuando estés en tu casa, cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte".
10/11/11 9:55 AM
Mikel
Santo Padre: cada día le admiro más y más. En Usted puedo ver la autenticidad de la doctrina católica rebosante de sabiduría y equidad. Mi más profundo respeto, obediencia y amor.
10/11/11 10:14 AM
ricardo
Mikel hago mias tambien tus palabras.
10/11/11 10:59 AM
rastri
Benedicto XVI: «Cumplir la ley de Dios, es el secreto de la felicidad del hombre justo»
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-Mi justo vivirá de fe.- Dice el Señor- Y sin desfallecer: vivirá de fe, desde el principio hasta el fin de sus días. Si se arredra le quitaré mi favor.

-Fe es entrega, dar crédito, entregarse a una causa con miras al fin de la misma.

-Y cuando el Cristo venga: -¿Habrá fe? - Dice Él; se pregunta por lo que hoy es; Más que por lo que ayer fuera.
10/11/11 12:02 PM
ORIENTE
Respondo a RASTRI y a lo que expresa el artículo: La pregunta que Cristo se hace sobre la FE que hallará cuando venga, debiera interpelarnos verdaderamente, para mirar no tanto hacia "lo pasado", sino hacia "lo porvenir". La Iglesia permanece anclada en el cenáculo, cuando Cristo se apareció a los Once y no se detiene en las promesas que hizo Él sobre su Segunda Venida y los tiempos últimos. Da la sensación de que el Reino al que Cristo nos invita se diluye, porque hoy la fe no se desea puesta en estos cumplimientos.
No encontraremos a Cristo si no salimos a su encuentro, y le esperamos a "su LLEGADA", que ya se detenta; si no procedemos con un espíritu de FE semejante al que tuvieron todos los que ESCUCHARON A DIOS y se fiaron de su PALABRA, sea que aquella no se cumpliera en modo inmediato. Creer en lo anterior no es fe sino aprendizaje. El verdadero ejercicio de la confianza consiste en "la espera firme de lo que Él ha dicho que realizará prontamente". Hoy, muchos católicos y creyentes, prefieren "creer lo que ya sucedió" (¡A veces hasta con dudas!), pero no hallo a quien se arriesgue a tomar LA PALABRA DE DIOS o la de JESUCRISTO como aquello que no puede faltar, porque faltarán el día y la noche primero. Y cuando digo esto no me estoy refiriendo a que no crean la Escritura; esto lo saben, lo creen; pero Cristo sigue hablando; vive, no está muerto. Y lo que Él declara para los tiempos que vivimos, la conversión que Él solicita, las revelaciones que concede, no se están c
10/11/11 5:03 PM
Mikel
A ORIENTE:los primeros cristianos se volvían hacia el "oriente" para dirigir su oración a Dios, Jesucristo, el SOL que nace de lo alto, símbolo de Cristo resucitado, y también como signo de esperanza, como Aquél que ha de volver a Juzgar y Reinar por siempre. Un elemento importantísimo y tremendamente olvidado en la actualidad. Esto se refleja claramente en la liturgia, que ya no se mira hacia el sol que nace, a el que ha de venir, sino al sacerdote que preside. Ratzinger en su libro "El espíritu de la liturgia" describe con gran precisión la imortancia de este elemento litúrgico, pues en la oración dirigida hacia el Oriente se mira el futuro, no el pasado, se espera el regreso de nuestro Salvador.
Gracias por tu reflexión.
10/11/11 5:47 PM

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