(Esther Armora/ABC) Desde que se denunció mediáticamente que en estos centros (el Hospital Sant Pau de Barcelona, el de Granollers y el de Sant Celoni) se realizaban este tipo de intervenciones, solo uno de los obispados implicados en el asunto ha actuado. En concreto, el de Tarrasa (Barcelona), al que están vinculados los dos últimos hospitales. En una nota oficial del 30 de agosto de 2010, el citado obispado censuraba abiertamente la práctica de abortos en el Hospital de Granollers. En su misiva, portavoces de la institución expresaban “su más absoluta condena” a que se realicen estas prácticas y avanzaban que habían “elevado a sus superiores una consulta”, de la que, a día de hoy no han obtenido respuesta.
Dimisión por “conciencia”
A raíz de los hechos, también dimitió de su cargo de vicepresidente del Patronato del Hospital de Sant Celoni, el sacerdote Ignasi Fuster. El presbítero decidió tirar la toalla tras años de lucha a contracorriente para que en su hospital dejasen de practicarse abortos.
Hasta este mes no había constancia documental de que la cuestión hubiera llegado a Roma. La carta del Vaticano a la que alude este periódico va dirigida al sacerdote Custodio Ballester, que, junto a otros treinta religiosos y laicos emprendieron hace meses una campaña destinada a denunciar esta situación. Puntualmente, bajo la “Plataforma Cataluña Vida Sí”, él y otros fieles protestan cada día 25 a favor de la vida y contra los abortos en estos centros. El padre Ballester decidió entregar en persona a los responsables del Vaticano la documentación que acreditaba que en varios de estos hospitales, en cuyo patronato está representada la Iglesia, se practican desde hace años abortos. Lo entregó el pasado día 2 de mayo - fecha en la que se trasladó a la capital italiana para asistir a la beatificación del Papa Juan Pablo II - y tuvo ocasión de notificar la situación a varios dicasterios.
Según explicó ayer el sacerdote catalán, el secretario de la Congregación de Obispos, monseñor Monteiro de Castro, le constató que en Roma tenían conocimiento de esta situación y que ya se había contactado con los responsables eclesiásticos, a los que, según afirma, “se les conminó a abandonar los centros abortistas”. «Sus palabras fueron: “Ya les hemos dicho que se vayan”, afirmó el padre Ballester.
Apenas un mes después de este encuentro, el Vaticano le ha dado respuesta. En la carta, con fecha del 6 de junio de 2011, el subsecretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, monseñor Jean Marie Mupendawatu, le da acuse de recibo de la documentación presentada y le confirma que la cuestión abordada en el informe “preocupa a la Iglesia Universal”. Reconoce, asimismo, que el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios “es consciente del desafío que representa para los hospitales católicos, pues están llamados a tutelar y defender la vida humana en medio de una cultura de muerte”. Por otro lado, el representante del dicasterio admite que la institución que representa “en ocasiones ha sido informada sobre esta situación en Cataluña” y que “hemos tenido la oportunidad de hablar con los responsables exhortándoles a averiguar detalladamente lo que ocurre, a fin de que se pueda, lo más pronto posible, buscar soluciones concretas a eventuales problemas individualizados”. Por último, anima al sacerdote a “dialogar sobre el tema a nivel de la Iglesia local, con los obispos diocesanos interesados y, eventualmente, con los Superiores de las Instituciones citadas en la documentación enviada”.
El Arzobispado de Barcelona, que participa a partes iguales con la Generalitat y el Ayuntamiento en el patronato del Sant Pau, rompió ayer el mutismo. Portavoces de la delegación de medios de comunicación admitieron que “han dado órdenes al hospital para que no se practiquen abortos”. Añadieron también que en «ningún momento” han pedido que el hospital aparezca en el listado de centros del Ministerio donde se practican abortos.