(Bruno Moreno/InfoCatólica) Las encuestas realizadas en los Estados Unidos muestran la existencia de un país dividido en torno a la cuestión del aborto. No se trata, sin embargo, de una situación estática, sino que va cambiando con el tiempo, los esfuerzos de los grupos provida, las medidas legislativas, los avances científicos y técnicos, etc. Según las encuestas Gallup, desde el año 2009 son mayoría los estadounidenses contrarios al aborto (con una cifra ligeramente superior al 50%, en comparación con un 43% de los partidarios de la “elección” de la mujer). Con estas cifras, se rompe una situación de predominio de los ciudadanos favorables al aborto que había durado décadas.
Indiana
Esta mayoría social opuesta al aborto se va manifestando, poco a poco, en la aprobación de leyes en favor de la vida. El Estado de Indiana, por ejemplo, aprobó el pasado mes de mayo una ley que prohibía la financiación pública estatal del aborto. En cumplimiento de esta ley, el estado acaba de rechazar la participación de Planned Parenthood, la gran organización abortista norteamericana, en un programa de bonificaciones fiscales para ayudar a la recaudación de dinero por parte de organizaciones no gubernamentales benéficas. Planned Parenthood llevaba dos años beneficiándose de esas bonificaciones fiscales como incentivo para sus donantes, pero la Autoridad para la Vivienda y el Desarrollo de la Comunidad ha notificado a la organización abortista que no podrá seguir participando en el programa.
Según los datos de la propia organización, las donaciones recibidas en el marco de ese programa durante los dos últimos años sólo supusieron un total de 21.238 $, destinados a “programas preventivos de salud para personas con bajos ingresos”. A pesar de que la cifra que puede dejar de ingresar por este concepto Planned Parenthood es bastante reducida, el impacto mediático es mucho mayor, ya que muestra que la ley aprobada por el estado de Indiana no se ha quedado en papel mojado, marcando un posible camino a seguir para otros estados.
Luisiana
Con la finalidad de evitar esa posible influencia del ejemplo de Indiana en los demás estados norteamericanos, la Administración del Presidente Obama ha tomado medidas radicales, amenazando con retirar la financiación federal a la sanidad pública (Medicaid) en los estados que aprueben leyes similares. Esta presión ya ha dado sus frutos. El estado de Luisiana parecía estar a punto de aprobar un proyecto de ley prohibiendo el aborto, como parte de su normativa sobre penalización de los daños intencionados al feto durante el embarazo. En el último momento, sin embargo, varios parlamentarios estatales han afirmado que la posibilidad de perder el dinero federal dedicado a la sanidad hacía preferible dar marcha atrás en este proyecto, que ha quedado arrinconado. Es muy probable que la amenaza del gobierno federal suponga también que se suspendan otros proyectos legislativos provida en todo el país.
Alabama
Algunas nuevas normas estatales provida, sin embargo, conseguirán escapar a la presión federal moderando sus objetivos. El parlamento de Alabama, por ejemplo, aprobó ayer la Ley de protección de los niños no nacidos capaces de sentir dolor. Esta ley, aprobada por una aplastante mayoría de veintiséis votos contra cinco, sólo prohíbe el aborto después de la 20ª semana de embarazo, considerando que el niño ya puede sentir dolor a partir de esa fecha. La ley todavía tiene que ser firmada por el Gobernador del estado, el republicano Robert Bentley, pero no se espera que eso suponga ningún problema.
A pesar de que la ley solo ilegaliza el aborto desde la vigésima semana de embarazo y de que utiliza criterios esencialmente subjetivos (la capacidad de “sentir dolor”), supone un avance cualitativo en la legislación provida, ya que rompe uno de los dogmas abortistas en los Estados Unidos: que el aborto debe ser legal hasta que el feto es viable por sí mismo, independientemente de la madre. Sólo seis estados norteamericanos han prohibido hasta el momento el aborto desde la 20ª semana de gestación: Idaho, Indiana, Kansas, Oklahoma, Nebraska y ahora también Luisiana.
Republicanos y Demócratas
La lucha política entre partidarios del aborto y contrarios al mismo continúa en plena efervescencia en los Estados Unidos. El Partido Republicado suele considerarse “provida” y el Partido Demócrata “proelección de la mujer”, pero en realidad los miembros de los partidos tienen en Estados Unidos mucha más independencia que en España. En consecuencia, la decisión ante cada proyecto de ley particular depende en última instancia de cada congresista, gobernador o parlamentario estatal y las posibles normas a favor o en contra del aborto suelen ser objeto de grandes polémicas, negociaciones febriles y gran expectación.
El gobierno federal, en este momento, está firmemente del lado del aborto. Barack Obama es, quizás, el presidente más favorable al aborto de la Historia de los Estados Unidos. Hasta el momento, ha mostrado su firme compromiso con Planned Parenthood y otras organizaciones abortistas, ligando el aborto a su proyecto de seguridad social (Medicare) y permitiendo la financiación pública del aborto (que había sido prohibida por el presidente Bush). También votó como parlamentario contra la obligación de los médicos de prestar atención médica a los bebés nacidos vivos por abortos fallidos y, en una frase memorable, afirmó que no quería que sus hijas, si cometían un error, “fueran castigadas con un bebé”. La influencia de un Presidente en este ámbito tiene una larga duración, ya que elige a los nuevos miembros del Tribunal Supremo, que son de carácter vitalicio y toman las decisiones últimas sobre los casos judiciales más importantes. Ya en 2007, Obama afirmó en una Conferencia de Planned Parenthood que elegiría jueces “sensibles” a la elección de la mujer, es decir, favorables al aborto, y hasta el momento así lo ha hecho, con el nombramiento de Sonia Sotomayor y Elena Kagan.
Parlamentos estatales
En los parlamentos estatales, en cambio, la fuerte presencia republicana y las mayorías sociales contrarias al aborto (especialmente en algunos estados), permiten la aprobación gradual de leyes que defienden la vida de los niños no nacidos. Además de las medidas citadas, se están preparando leyes en varios estados, por ejemplo, para obligar legalmente a realizar una ecografía del feto antes de realizar un aborto, medida que despierta grandes temores en los teóricos partidarios de la elección de la mujer. Aún es pronto para determinar si se consolidará la tendencia al alza de las cifras de personas contrarias al aborto en los Estados Unidos, pero no cabe duda de que la lucha continúa.