(LaVoz/InfoCatólica) Desde el retiro de Víctor Acha, quien fuera sucesor y continuador de Guillermo “Quito” Mariani, el grupo bautizado “Sin Tapujos” profundizó sus críticas a Ñáñez. Aseguran que el prelado “no tiene diálogo” con esa comunidad y rechazaron de plano a Torres por “sumiso y obediente” a la Iglesia.
La celebración de anoche tuvo lugar en una parroquia repleta de gente. Eran mucho más de 300 personas, que llenaban la vereda y no le temieron al frío ni a las protestas. La misa empezó después de las 20. Mientras hablaba Náñez, el grupo de laicos disidentes le pidió hablar. Con micrófono en mano, unos 10 laicos plantearon el rechazo a la autoridad del Obispo y la falta de diálogo.
Los Sin Tapujos mantienen una severa discordancia con la posición de la Iglesia en materia de celibato sacerdotal, divorcio, aborto y matrimonio homosexual. Varias veces insistieron con que “esta” Iglesia “no es coherente” con el Concilio de Puebla. Los últimos fueron Víctor Acha y Quito Mariani. Éste sugirió la posibilidad de una escisión y de “armar su propia Cripta”.
Una media hora después, la misa siguió su curso y los disidentes optaron por retirarse. La iglesia permaneció llena toda la misa. Todos esperaron hasta el final para saludar, aplaudir y abrazar personalmente al padre Torres. A éste se le escaparon varios lagrimones de emoción.
Disimulado entre la gente, estaba Nicolás Alessio. La gente que pedía que continuara la misa, contó luego que Alessio les gritaba y los hacía callar. “Estamos hartos de estos acosos. Hace años que se adueñaron de la Cripta, y de la verdad, y ni siquiera nos dejan oír misa en paz”, resumió un médico ya mayorcito.
La negativa a aceptar una designación parroquial es un hecho inédito, aun en Córdoba, “que no es nada fácil”, según coinciden varios historiadores. A lo largo del tiempo, esta diócesis rechazó obispos, desacató a otros y hasta vivió peleas campales de laicos (mercedarios y dominicos) en pleno centro. Sólo hay registro de pedidos de remoción de sacerdotes.
En casi 30 años de sacerdocio, el ahora párroco de Nuestra Señora del Valle pasó por barrio Artigas, Villa Adela, Escobar, San Fermín y Urca. “Después de asistir en comunidades como las de barrio Sacchi o la Villa El Nailon, la zona del Cerro, Villa Belgrano y Argüello tiene una perspectiva más llevadera”, adelantó el padre Torres. Y agregó: “Pero cada zona tiene necesidades propias, y en ésta tengo toda la intención de retomar la tarea pastoral de ‘Quito’ Mariani, que atendía mucho a los solos y a los enfermos”.