(EP/Agencias/InfoCatólica) En una nota titulada “Ningún encubrimiento”, el diario del Vaticano señaló que los criterios de Benedicto XVI para afrontar los casos de sacerdotes pederastas son “transparencia, firmeza y severidad”.
El vespertino vaticano agregó que se trata de un modo de actuar “coherente con su historia personal”, que “evidentemente no gusta a quienes preferirían poder instrumentalizar, sin base alguna, horribles episodios y casos dolorosos de hace varias decenas de años”.
El periódico de la Santa Sede respondió con esta nota al artículo publicado por el diario estadounidense The New York Times, que aseguró que las máximas autoridades del Vaticano, incluido el actual Papa, Benedicto XVI, encubrieron al sacerdote estadounidense Lawrence C. Murphy, acusado de abusar sexualmente de unos 200 menores entre 1950 y 1970 en una escuela para niños sordos del estado de Wisconsin.
L'Osservatore Romano hace una reconstrucción de los hechos y señala que los informes sobre la conducta del sacerdote fueron enviados por el arzobispo de Milwaukee en 1996 a la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), que dirigía el cardenal Joseph Ratzinger, actual Papa. En dichos informes sólo se hacía referencia a la violación del sacramento de la penitencia y no a las acusaciones de abusos sexuales.
El diario del Vaticano asegura que sobre el caso Murphy “no ha habido ocultación” y que ello se puede ver leyendo toda la documentación que adjunta el diario estadounidense.
Aclaraciones del padre Lombardi y opinión del vaticanista Tornielli
El padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, por su parte, en la declaración hecha pública el mismo día en que The New York Times publicó su reportaje, recogida por Zenit, aseguraba que “ni Crimen sollicitationis ni el Código de Derecho Canónico han prohibido nunca informar sobre los casos de abuso sexual de niños a las autoridades judiciales competentes”, que el “caso Murphy” se presentó a la CDF sólo “después de que pasaran dos décadas de la denuncia de estos abusos a los representantes diocesanos y a la policía”, en cuanto que involucraba “solicitaciones sexuales en el confesionario, que es una violación del Sacramento de la Penitencia” y no en relación con “potenciales medidas civiles o criminales contra el padre Murphy”.
El padre Lombardi explicaba que para dicho crimen “el Código de Derecho Canónico no prevé penas automáticas, sino que recomienda que se emita sentencia sin excluir ni siquiera la pena eclesiástica más grave, la expulsión del estado clerical”, si bien, que teniendo en cuenta que el estado en esas fechas del padre Murphy, anciano y enfermo, viviendo aislado y sin que haberse registrado denuncias de abusos desde hacía veinte años, se recomendó al arzobispo de Milwaukee, el benedictino Rembert G. Weakland, que afrontase el caso “restringiendo el público ministerio del padre Murphy y exigiendo que el padre Murphy aceptara la plena responsabilidad de sus actos”.
El vaticanista Andrea Tornielli destacaba ayer como datos seguros en este asunto, que “nadie impidió la denuncia a las autoridades civiles, ni sugirió no hacerlo”; que “las autoridades civiles, en su momento, investigaron y no concluyeron en nada”; que no se informó del caso a la CDF y tras estudiarlo a fondo, incluso “con una reunión en Roma con los obispos competentes”, “finalmente se decidió no continuar el proceso canónico sólo por razón del estado de salud del padre Murphy, quien falleció al poco tiempo”; que, en definitiva, “el caso no fue ‘encubierto’”.