(Efe/InfoCatólica) Jürgen Lendeckel, fiscal y portavoz de la fiscalía de Hannover, comunicó que el análisis de sangre realizado a Margot Kässmann ha dado unos niveles de 1,54 miligramos de alcohol en la sangre, por lo que le ha sido retirado el carné de conducir y será procesada por atentar contra la seguridad vial. Margot Kässmann fue elegida el pasado octubre como la primera mujer al frente de la EKD, puesto en el que sucedió al obispo de Berlín, Wolfgang Huber, que cedió la presidencia por razones de edad.
La propia interesada señala en unas declaraciones que publica hoy el tabloide "Bild" estar "asustada de mi misma por haber cometido un error tan grave". La presidenta de la EKD y obispo de Hannover reconoce ser "consciente de lo peligroso e irresponsable que es conducir bajo los efectos del alcohol. Por supuesto que asumiré las consecuencias legales".
Los agentes que realizaron el control hicieron soplar a la obispo en un aparato para control de alcoholemia que reveló una tasa de 1,3 miligramos de alcohol en la sangre, equivalente en su caso a la ingestión de 0,7 litros de vino o 1,5 litros de cerveza. La patrulla policial le retiró inmediatamente la licencia de conducir y obligó a la líder religiosa a acompañarles a comisaría, donde le fue realizada una prueba de sangre, cuyos resultados se han conocido hoy. A partir de 1,50 miligramos de alcohol, un hombre adulto tiene dificultades para hablar y andar.
El portavoz del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, equivalente a la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica Alemana, no quiso especular sobre las consecuencias que el caso tendrá para su presidenta. La detención con unos niveles de alcohol como los registrados en el caso de Margot Kässmann contempla la retirada por un año de la licencia de conducir y una multa de un salario mensual, y cabe incluso que sea obligada a realizar un nuevo examen de conducir. El proceso puede desarrollarse por escrito y sin necesidad de que el interesado se presente personalmente ante un tribunal si no se trata de un reincidente.
La presidenta de la EKD había dado lugar recientemente a una fuerte controversia con el Gobierno alemán y su ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, por su postura crítica respecto a la participación de tropas alemanas en la misión internacional en Afganistán. Con la frase de "Nada está bien en Afganistán", que pronunció en su homilía de Año Nuevo, Margot Kässmann, de 51 años, dio lugar a múltiples críticas desde la clase política, pero también cosechó numerosos apoyos.