(Zenit/InfoCatólica) Dimitri Cavalli, escritor y editor independiente afincado en Nueva York, experto en Pío XII (actualmente prepara un libro sobre él) y cuyas columnas aparecen en diarios como el Wall Street Journal o el New York Times, afirma que "la campaña contra Pío XII está destinada al fracaso". "Sus detractores no tienen ninguna prueba para sostener su principal acusación: la de que guardó silencio, de que fue favorable al nazismo y la de que hizo poco o nada por ayudar a los judíos".
Para Cavalli, las pruebas que se tienen de aquel periodo hablan en sentido contrario, y recuerda que en 1933, aún Secretario de Estado, el cardenal Pacelli "ordenó al nuncio apostólico en Alemania ver qué podía hacer para contrarrestar las políticas antisemitas del nazismo". Recuerda también que la encíclica Mit brennender Sorge, cuyo borrador fue obra es Pacelli, "fue considerada por los alemanes como una amenaza a la seguridad", hasta el punto de que cuando fue elegido papa, "Joseph Goebbels, ministro alemán de propaganda, escribió en su diario que el Führer consideró la idea de abolir el Concordato".
"Durante la guerra, el Papa no se quedó el silencio: en numerosos discursos y encíclicas defendió los derechos humanos de todos", afirma el escritor. "Tras haber examinado atentamente el Mensaje de Navidad de Pío XII, la Oficina central del Reich para la Seguridad escribió que el Papa había repudiado el Nuevo Orden Nacional-Socialista europeo, y que acusaba virtualmente al pueblo alemán de injusticia hacia los judíos y se hacía su portavoz". "Consultad cualquier libro crítico contra Pío XII y no hallaréis traza alguna de este importante informe", acusa Cavalli.
Dimitri Cavalli afirma también que durante la guerra, "encargados del Papa ordenaron a menudo a los representantes diplomáticos vaticanos en zonas ocupadas por los nazis y en los países del Eje que interviniesen en nombre de los judíos en peligro". Recordando que hasta 1958 "muchas organizaciones y líderes judíos" alabaron la actuación del papa, Cavalli reproduce una de esas intervenciones, la de Alexander Shafran, rabino jefe de Bucarest, en una carta al nuncio apostólico en Rumanía.
"Quizás sólo en un mundo al revés como el nuestro, el único hombre que, en el periodo bélico, hizo más que ningún otro líder por ayudar a los judíos y otras víctimas del nazismo, recibe la condena más dura", concluye Cavalli.