(Agencias/InfoCatólica) Bono recalcó en la entrevista publicada ayer domingo en El Mundo que se trata de un «asunto personal», sobre el que no deseaba «ni exhibicionismos ni escándalos». Al ser cuestionado en la entrevista por su conciliación entre las convicciones religiosas y políticas, Bono expuso un abanico de argumentos por los que, en su opinión, no incurre en la prohibición de comulgar sino que vota a favor del proyecto de Ley del Aborto y comulga «con la conciencia tranquila».
La carta enviada desde la Conferencia Episcopal Española (CEE) al director de El Mundo rebate las tesis en las que el presidente del Congreso de los Diputados fundamentó su decisión de simultanear el voto a favor del proyecto de Ley del Aborto con la comunión cristiana, principalmente porque «en este caso, no es posible invocar [la encíclica] Evangelium Vitae, según la cual un católico sólo puede votar una ley abortista cuando se trate de una norma que restrinja la injusticia de la legislación vigente». La CEE vuelve a referirse, como hiciera la Plenaria en su Nota del pasado 27 de noviembre, a la explicación contenida en la carta que el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Ratzinger, envió en junio de 2004 a la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América, asegurando que esa doctrina «es válida en todo el mundo para cualquier católico», y «que cada obispo, como corresponde, [la] aplica en su diócesis».
Texto enviado al director del periódico El Mundo desde la Conferencia Episcopal Española:
Señor Director,
Respecto a las declaraciones del Presidente del Congreso de los Diputados, D. José Bono, en la entrevista publicada por su periódico el domingo, 3 de enero, deseamos hacer las siguientes puntualizaciones:1. La Conferencia Episcopal, en su detallada Declaración sobre el Proyecto de Ley del Aborto, publicada el 17 de junio por la Comisión Permanente y hecha expresamente suya por la Asamblea Plenaria el 27 de noviembre, explica que dicho Proyecto supone un serio retroceso en la protección de la vida de los que van a nacer. Ante todo, porque el aborto pasa a ser tratado como un derecho de la mujer; pero también, porque entiende la salud -cuya puesta en peligro sería razón para abortar- como "bienestar social", además de "físico y psíquico"; y porque impone en el sistema educativo la propaganda del aborto.
Por todo ello, los obispos han recordado que nadie que se atenga a los imperativos de la recta razón puede dar su apoyo a esta ley; los católicos, además, tampoco pueden hacerlo en virtud de la coherencia con la propia fe. En este caso, no es posible invocar 'Evangelium Vitae', según la cual un católico sólo puede votar una ley abortista cuando se trate de una norma que restrinja la injusticia de la legislación vigente, supuesto siempre que no se pueda hacer otra cosa y que conste públicamente que quien se ve obligado a actuar de esa forma es contrario a toda ley que no proteja adecuadamente el derecho inviolable a la vida de los que van a nacer.
2. La carta de junio de 2004, que el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe envió a la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América, recogía la doctrina de 'Evangelium Vitae' y la del Código de Derecho Canónico. Aquella Conferencia Episcopal actuó de modo semejante a como lo ha hecho la Conferencia Episcopal Española, recordando la doctrina que cada obispo, como corresponde, aplica en su diócesis. De hecho, en varias ocasiones no fueron admitidas a la Sagrada Comunión personas que públicamente habían dado su apoyo o su voto a una ley que no protegía de forma adecuada el derecho a la vida de los que van a nacer.
3. La Conferencia Episcopal, según su deber y como era de esperar, ha explicado la doctrina de la Iglesia sobre estas materias, válida en todo el mundo para cualquier católico con independencia de filiaciones políticas y sin mencionar, en ningún caso, a nadie en particular.