(Mision/InfoCatólica) El P. Cantera relata a Misión cómo fue su vocación:
«Ya de niño sentí la llamada a raíz de conocer a unos cistercienses. Saltó una chispa que con el tiempo fue creciendo. Viví un noviazgo, hice mi servicio militar y fui a la universidad… Hasta que descubrí plenamente la llamada del Señor a la vida monástica, concretamente en los benedictinos, una vida contemplativa donde hay también un cierto apostolado».
Tras realizar unos ejercicios espirituales ignacianos...:
«Vi una llamada a entregar mi vida, a hacer partícipes a los demás de ese amor entre Dios y yo, a orar por toda la humanidad. Me tocó muy especialmente una llamada al amor de reparación, a dar mi amor a Dios por todos los que no le aman».
El prior benedictino del Valle ha vivido los ataques sufridos en los últimos años «abrazado a la cruz»:
«Vivimos junto a la cruz más grande del mundo. El cristiano descubre el sentido de la vida en la cruz, y el abrazarse a ella en estos momentos duros da un sentido trascendente y sabe que, unido al misterio redentor de Cristo, ese dolor ofrecido tiene un valor positivo para la salvación de la humanidad y para reparar ese desamor hacia Dios».
Dom Santiago Cantera tiene claro que la cruz del Valle de los Caídos es odiada por la izquierda:
«En España existe odio a la cruz. Ha habido declaraciones de medios de comunicación y de políticos que han pedido explícitamente el derribo de esta cruz. Se nota que la cruz es un signo de contradicción. El mismo Jesucristo es signo de contradicción entre los hombres porque trae un mensaje de verdad y de amor, y muchos lo rechazan».
El religioso recuerda que allá están enterrados 70 beatos y 44 siervos de Dios, mártires que nos enseñan la firmeza de la fe, la serenidad ante el momento del martirio, y el perdón a sus verdugos.
El prior del Valle tiene claro dónde están las raíces de la crisis de fe que hay en la Iglesia:
«Hemos buscado asimilarnos tanto al mundo que nos ha comido. Quizá hemos querido a veces evangelizar pensando que adaptándonos al pensamiento que se nos impone vamos a conseguir atraerlo, y sucede todo lo contrario: el mundo nos absorbe. El cristiano tiene que estar en el mundo, pero no es del mundo. No podemos servir a dos señores. Si sucumbimos ante el mundo, mundanizamos el mensaje de Cristo y no cristianizamos la sociedad.»
En cuanto a la conocida como opción San Benito, advierte:
«La opción de san Benito no fue un repliegue por huir de una civilización que se hundía, sino una búsqueda intensa de Dios. Puede haber momentos en que haya que replegarse para retomar fuerzas y formar vínculos de comunidad para, desde ahí, poder irradiar la fe. Pero el cristiano no puede hacer una huida sin más. Siempre tiene la misión de evangelizar con los medios a su alcance».
Seis jóvenes menores de 30 años forman parte de la comunidad del Valle. Y el P. Cantera explica la gran diferencia entre la vida religiosa y la de afuera del claustro:
«Una desconexión de la sobreabundancia de noticias da una visión más trascendente para ver precisamente lo que ocurre en el mundo. El ruido y las prisas roban mucho a la interioridad del hombre, le dificultan que pueda tener momentos para entrar en su interior y saltar hacia el conocimiento de Dios. De hecho, el bullicio nos hace volcarnos hacia lo exterior, hacia lo ajeno. Cuando el hombre se detiene, trasciende de sí mismo y en ese silencio descubre la presencia de Otro que le da respuesta a todo».