(Zenit/InfoCatólica) Recientes embates perpetrados por insurgentes islamistas en la provincia septentrional de Cabo Delgado, en Mozambique, han forzado a sacerdotes, religiosas y otros miembros eclesiásticos a buscar refugio en ciudades ya saturadas por desplazados internos (IDP).
En el más reciente episodio de violencia dentro de un conflicto armado en curso, individuos que afirmaban lealtad a Daesh (ISIS) llevaron a cabo ataques en tres comunidades de Cabo Delgado el 9 de febrero. Durante el incidente, perpetraron asesinatos y secuestros de un número aún no determinado de personas, lo que resultó en la huida de cientos de individuos.
Un misionero local que pidió mantener su anonimato por seguridad propia mantuvo una conversación con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en la que informó: «Se quemaron iglesias, al igual que los hogares de la población».
Desde principios de 2024, el norte de Mozambique ha sido testigo de un incremento en los ataques perpetrados por militantes islamistas, como parte de una insurgencia en curso que tuvo inicio en 2017 y ha cobrado la vida de más de 5,000 personas. Los terroristas han dirigido sus ataques hacia edificaciones militares y gubernamentales, así como asentamientos civiles.
A consecuencia del conflicto, más de un millón de ciudadanos mozambiqueños, equivalente al 3% de la población total, se han visto obligados a ser desplazados, abandonando áreas rurales para buscar refugio en ciudades ya afectadas por la sobrepoblación.
Otra hermana misionera anónima dijo a AIN que los terroristas devastaron por completo casas e iglesias en distintos pueblos y actualmente se encuentran «dispersos por los distritos sur y centro» de Cabo Delgado, aunque «no está claro el objetivo final de los movimientos o ataques».
En otras declaraciones, un sacerdote mencionó: «Muchos misioneros también han sido desplazados. El sacerdote que estaba en una de las comunidades se ha trasladado a Pemba, el centro de la diócesis, al igual que las religiosas que vivían cerca. Otros misioneros están haciendo lo mismo, para protegerse a sí mismos, pero también para proteger a la población».
Aclaró que los miembros de la Iglesia pueden resguardar a sus comunidades al alejarse, ya que las personas suelen optar por permanecer cerca de sacerdotes y religiosos, lo que los expone a posibles ataques.
En la mayoría de las ocasiones, los insurgentes no hacen distinción entre seguidores del islam y del cristianismo. Sin embargo, se han registrado ataques dirigidos específicamente hacia comunidades cristianas, incluso con casos en los que los yihadistas segregaron a las personas según su religión y llevaron a cabo ejecuciones de cristianos, según informes locales.
«El pueblo que fue atacado en la región de Chiúre ya había sido atacado hace como dos años, pero el tema religioso no es sólo contra los católicos. No han limitado sus ataques a pueblos con iglesias cristianas. Como siempre, atacan absolutamente todo, incluidas las iglesias, pero también las mezquitas, pero apuntan especialmente a la población y sus casas», añadió el padre anónimo.
La Iglesia Católica se ha mantenido muy presente desde el comienzo de todos estos disturbios, brindado respaldo a los desplazados internos en Mozambique, mientras que busca facilitar una resolución pacífica del conflicto. La ayuda de ACN en Mozambique ha abarcado aspectos pastorales y orientación para las víctimas del terrorismo, la provisión de vehículos para misioneros y la construcción de centros comunitarios.