(ACN/InfoCatólica) El obispo armenio-ortodoxo de Alepo (Siria), Magar Ashkarian, ha abogado por el levantamiento de las sanciones a Siria: «La mayoría de la población está abandonando el país debido a estas medidas, eso nos plantea grandes retos, especialmente para las minorías como los cristianos». Actualmente, la falta de electricidad y gas, junto con un alto índice de desempleo, agravan la difícil situación.
«El futuro es sombrío, no sabemos qué vamos a hacer», afirma el obispo en una entrevista con la oficina alemana de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Su parroquia armenia ortodoxa está intentando encontrar viviendas asequibles a parejas jóvenes y ayudarlas económicamente para convencerlas de que se queden.
Ashkarian lidera la comunidad ortodoxa-armenia de Alepo desde 2022. Anteriormente trabajó en el Líbano e Irán, entre otros lugares. Ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional «para que haga todo lo posible para contribuir moral y económicamente a fortalecer la presencia cristiana en el Próximo Oriente y especialmente en Siria». La situación allí –dijo– es «insoportable». El terremoto del 6 de febrero de 2023, que afectó a partes de Siria, así como a Turquía, ha agravado la situación humanitaria en la región.
«No hablamos de ecumenismo; lo vivimos»
El obispo considera que la continua emigración de cristianos está generando problemas adicionales para la región: «Para preservar los valores cristianos, es crucial que los cristianos permanezcan en Oriente Próximo porque estos valores se aprecian y valoran en mayor medida aquí», explicó Ashkarian. «En el mundo occidental, con el secularismo y la globalización, existe como una corriente que se lleva todo por delante».
Agradece a organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada, que utilizan «ventanas y puertas abiertas» para ayudar a la población de Siria. La guerra civil, que ha persistido 2011, y la actual crisis han propiciado una mayor cercanía entre las distintas confesiones cristianas, que con anterioridad a menudo mantenían distancias: «Vivimos en una relación muy estrecha entre nosotros e intentamos ayudar sin discriminación alguna».
En Alepo, donde coexisten once confesiones cristianas, los representantes se reúnen para coordinar esfuerzos en la prestación de ayuda humanitaria, subraya el obispo: «La guerra y, sobre todo, el terremoto nos ha unido aún más. Organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada han desempeñado un papel crucial en este proceso». En Alepo no se habla de ecumenismo, dice el obispo , «sino que vivimos el ecumenismo».
Esperanza de ayuda para Siria
Ashkarian expresó esperanza en cuanto a la coexistencia histórica de cristianos y musulmanes en Siria, «que han convivido durante siglos». Destacó que «todos comparten los mismos derechos y viven como hermanos y hermanas en el país». Para preservarlo es importante la ayuda para todas las personas:
«Aquellos que tienen la capacidad de influir a nivel gubernamental, institucional o personal hagan, por favor, todo lo posible para que podamos salir de esta difícil situación».
Más de 1,3 millones de ayuda de ACN
Un año después del terrible terremoto que afectó a Siria y Turquía, el jefe de proyectos de ACN en Siria, Xavier Stephen Bisits, resume el impacto del desastre natural:
«El 6 de febrero marcó un punto de inflexión en la vida de la mayoría de las familias del norte de Siria: nunca olvidaré las escenas de los días y las semanas posteriores al terremoto. Dicho esto, la vida está volviendo gradualmente a la normalidad. Con la ayuda de Dios, ACN ha podido evaluar y reparar gran parte de las infraestructuras comunitarias pertenecientes a la Iglesia: hemos completado proyectos para reforzar y reconstruir no solo escuelas y jardines de infancia, sino también salones parroquiales y centros juveniles. La vida pastoral y social cotidiana de la Iglesia ha regresado lentamente. Nuestro programa para reforzar viviendas, para que las personas puedan regresar de manera segura, continúa».
Como parte de su respuesta, ACN evaluó directamente después de la catástrofe las necesidades de las 14 diócesis afectadas y lideró un programa de 28 proyectos valorado en más de 1,3 millones de euros. «A pesar de ello, la vida no es del todo normal. El norte de Siria tiene una de las poblaciones civiles más frágiles del mundo, con más del 90% de los habitantes viviendo en la pobreza. Estamos comprometidos a brindar apoyo a largo plazo a los grupos más desfavorecidos, lo que incluye la realización de cursos para abordar traumas, la provisión de asistencia médica y el respaldo al sistema educativo católico. Lamentablemente, la emigración en los últimos 12 meses, especialmente en Alepo, se ha incrementado drásticamente, y muchas familias se han ido a Canadá. Esta es la realidad. Sin embargo, como fundación pontificia, estamos decididos a asegurarnos de que aquellos que quieren quedarse en su patria tengan las herramientas para hacerlo».