(Asia News/InfoCatólica) El patriarcado ortodoxo de Jerusalén y el primado Teófilo III, unidos al sínodo, a todo el clero y a los fieles, «condenan el atroz atentado terrorista» perpetrado por «dos extremistas israelíes» el domingo por la mañana durante la liturgia dominical. Así se expresaron en una nota los dirigentes de la comunidad cristiana de Tierra Santa, al comentar el ataque contra la Iglesia del Sepulcro de María, una de los lugares de culto más importantes para los ortodoxos, situado frente a la iglesia de Getsemaní. Los autores de este «crimen atroz» -cometido durante «el tiempo de Cuaresma» que prepara a la Pascua- «intentaron lastimar al arzobispo Joachim» mientras celebraba el oficio y a «uno de los sacerdotes», continúa la declaración.
Para los líderes cristianos, los ataques son una consecuencia natural de la escalada de discursos de odio e incitación a la violencia en Israel, un fenómeno creciente entre la clase política que acaba salpicando a la sociedad. El blanco de los ataques son los cristianos, pero los musulmanes también se ven afectados por esta continua espiral de odio, provocación, violación del statu quo y una estrategia de tensión que amenaza con desembocar en un conflicto abierto.
Fuentes locales informan que dos radicales judíos, originarios del sur de Israel y empuñando una barra de hierro, irrumpieron ayer por la mañana en la iglesia de la Tumba de María. Se trata de uno de los lugares de culto más importantes de la tradición ortodoxa en Tierra Santa, destino frecuente de peregrinos, ubicado en el sector oriental de la ciudad santa. Los dos sujetos intentaron destrozar los objetos sagrados que se conservan en el interior del edificio, además de agredir físicamente al obispo y a dos sacerdotes que celebraban el oficio dominical. Los atacantes fueron abordados por algunos de los fieles presentes en el lugar y detenidos hasta la llegada de las fuerzas de seguridad. Por la tarde, la policía confirmó la detención de un hombre de 27 años, originario del sur del país, pero no brindó más detalles sobre la identidad del sospechoso.
En declaraciones a AFP, Bilal Abu Nab, un vendedor que trabaja cerca de la iglesia, dijo que el ataque fue perpetrado por dos judíos: uno de ellos vestía un «yarmulke» (el kipá que tradicionalmente cubre la cabeza) y el otro un «tzitzit» (refiriéndose a los flecos del manto que vestía). Un sacerdote resultó herido en la cabeza. El nuevo atentado «terrorista» se produce en un momento de profunda tensión en Tierra Santa, y por diferentes motivos: en primer lugar, la crisis interna de Israel, donde decenas de miles de personas han salido a las calles junto a jueces y magistrados para protestar contra la reforma de la justicia impulsada por el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu.
A ello se añade el enfrentamiento abierto entre israelíes y palestinos (en Cisjordania y Gaza), alimentado por la visita del ministro Itamar Ben-Gvir a la Explanada de las Mezquitas, que corre el riesgo de convertirse en una nueva intifada. Por último, las tensiones confesionales y la violencia de extremistas judíos contra cristianos (y musulmanes), cuyo último episodio, a principios de febrero, fue el ataque contra la iglesia de la Flagelación. A principios de año, grupos extremistas habían profanado un cementerio en el monte Sión y anteriormente habían golpeado otros objetivos, entre ellos una iglesia cerca del Cenáculo, la basílica de Nazaret y edificios católicos y ortodoxos griegos.
En el comunicado, el Patriarcado Ortodoxo Griego subraya que los ataques contra lugares santos, bienes, y contra el patrimonio e identidad de los cristianos constituyen una violación del derecho internacional. Los líderes cristianos piden abiertamente la «protección» de los lugares religiosos de Jerusalén y subrayan la necesidad de respetar la libertad religiosa, un derecho humano fundamental. Por último, los cristianos piden la intervención de la comunidad internacional para brindar seguridad y protección, en particular a la Iglesia del Santo Sepulcro.