La religión diluida de la fraternidad humana que algunos católicos pretenden instaurar no será rival ni para el laicismo militante ni para el Islam militante.
Jesús nos aseguró que las puertas del infierno no prevalecerán contra su Iglesia. Pero no se nos ha dicho cuánto daño se le hará mientras tanto. Se ha hecho tanto daño en los últimos años que, desde una perspectiva meramente mundana, a veces parece que el cristianismo esté en vías de extinción.
Las encuestas en los Estados Unidos y en Europa revelan que cada vez menos personas se identifican como cristianos con cada año que pasa, mientras un número creciente « los nones» no se identifican con ninguna religión. Parece probable que esta tendencia continúe.
Una de las razones es que los avances en tecnología, medicina y ciencia han creado la ilusión de que nuestras necesidades pueden ser satisfechas en un nivel puramente secular. El evangelio de la riqueza y la salud y el pensamiento positivo que fue muy popular entre muchos cristianos protestantes en la primera mitad del s.XX se ha revivido, sólo que esta vez sin el Evangelio. Podemos encontrar fácilmente en internet: «8 lecciones vitales que todos deberían aprender antes de 2020»,« La neurociencia dice que escuchar esta canción reduce la ansiedad hasta en un 65%», y « 5 formas de reducir el riesgo de sufrir demencia según una nueva investigación». Y esto es sólo una pequeña muestra de las innumerables maneras en las que puedes mejorar tu vida y aumentar tu autoestima sin recurrir a la religión.
Por lo tanto, internet con sus múltiples respuestas a los problemas de la vida, puede, para algunos, convertirse en un sustituto de la religión. Y para la mayoría del resto de nosotros, sirve para distraer nuestra atención de las cuestiones más profundas sobre el propósito de nuestra vida.
Pero la causa del declive del cristianismo no son sólo las muchas distracciones de la vida moderna, sino también por los ataques directos contra él. Y parece que van en aumento. Los tres principales ataques contra el cristianismo provienen del secularismo, del islamismo e, irónicamente, del propio cristianismo.
La mayoría de los cristianos que prestan atención son conscientes de la primera amenaza. Los laicistas comprometidos mantienen que los cristianos son libres de creer lo que quieran en tanto que no lleven sus creencias al ámbito público. Así, eres libre de creer que el matrimonio debería ser sólo entre un hombre y una mujer, pero si eres pastelero, florista o fotógrafo de bodas, debes dejar tus creencias a un lado en aras de las « normas de la comunidad» es decir, de las normas de la izquierda ideológica.
Sin embargo, cada vez es más evidente que los laicistas no se conforman con vigilar la esfera pública. No es descabellado concluir que se acerca el día en que la lectura de una epístola en la misa será un delito de odio, los sacerdotes se verán obligados a celebrar «bodas» entre personas del mismo sexo y será obligatorio que las escuelas católicas enseñen el placer del sexo LGBT.
Incluso si se pudiese evitar que los laicistas militantes derribaran las puertas de las iglesias y escuelas católicas, ya han conseguido socavar el cristianismo de forma significativa. Una de las más efectivas es relegar las enseñanzas cristianas al ámbito de lo que no está de moda, o peor. ¿Cómo se consigue esto? Es bastante simple. Cuando la gente que está de moda, que controla la publicidad, la industria del entretenimiento, la NFL ( national football league / liga nacional de fútbol americano), y las escuelas públicas, dicen que lo trans y lo gay está bien, cualquier individuo o institución que diga lo contrario, casi por definición, no está de moda. Y eso todo lo que los que aspiran al estatus de «woke» (NdelT) necesitan saber sobre el cristianismo.
El segundo gran ataque al cristianismo proviene del islam. En los lugares en los que los musulmanes son una clara minoría, los ataques, a menudo, son en forma de demandas de igualdad de trato que pronto se convierten en demandas de derechos especiales. En Europa, los musulmanes se presentan a sí mismos como los «nuevos judíos», víctimas del racismo y la discriminación que merecen un tratamiento especial para compensarlos por sus sufrimientos. En la Europa liberal y laica, este subterfugio es bastante efectivo. Así, el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos ha dictaminado que las críticas al islam son un delito. Y en Inglaterra, los policías detienen a los predicadores cristianos callejeros por miedo a que el mensaje cristiano ofenda a los musulmanes.
En partes de Asia, África y Oriente Medio, los cristianos sufren un trato mucho más duro. Ellos se enfrentan cada día a la persecución e incluso al genocidio. Pero relativamente pocos cristianos en Occidente son conscientes del alcance del ataque islámico contra el cristianismo, tanto en Europa como en el mundo desarrollado.
¿Por qué? Porque la misma gente de moda que piensa que está bien traer a drag queens a una biblioteca pública, actúan como mojigatos de la era victoriana cuando se trata del islam. ¿Persecución de cristianos a manos de los musulmanes? Deberías avergonzarte de ti mismo sólo por abordar un tema tan delicado. La gente educada no habla de tales cosas. En realidad, la gente de moda que se siente con el perfecto derecho a enseñar a tus hijos que lo gay está bien, también creen que tienen el mandato dado por Dios (perdón por el lenguaje) de enseñar que el islam es una religión de paz y justicia, a diferencia de esa otra religión que supuestamente introdujo la esclavitud, el sexismo y la homofobia en el mundo.
La frecuencia y la intensidad de los ataques musulmanes a los cristianos se magnifica por el silencio de los medios de comunicación. Los reporteros y periodistas que se manifiestan cada vez que otros grupos son perseguidos, se ven afectados de laringitis cuando los cristianos son el objetivo. Cuando los elefantes son cazados en África, los reporteros están prestos a defenderlos, pero cuando son los cristianos los que están en peligro, todo lo que son capaces de hacer es encogerse de hombros.
La tácita alianza y a veces no tan tácita entre laicistas e islamistas significa que los cristianos se enfrentan a una combinación de enemigos formidables. Lo que hace peor la situación es que la Iglesia está siendo atacada por gente poderosa dentro de sus propias filas.
Estos hombres de la Iglesia parecen interesados en transformarla de una institución que tiene a Dios como centro, a una organización centrada en el hombre. Su propósito no es buscar el Reino de los Cielos, sino crear una comunidad humanitaria e igualitaria aquí en la tierra, posiblemente en colaboración con las Naciones Unidas.
Sin embargo, en el proceso de hacer la Iglesia más aceptable al mundo, la han debilitado a los ojos de ese mismo mundo. Cuando la Iglesia afirmaba ser la Única Verdadera Iglesia, inspiraba más respeto (incluso a veces a regañadientes) al mundo. Ahora que los líderes eclesiásticos no revindican la exclusividad, la Iglesia inspira mucho menos respeto.
Por supuesto, esta pérdida de respeto se ve agravada por las recientes revelaciones de corrupción en la Iglesia: corrupción sexual y financiera y todo lo demás. Es posible que esta corrupción sea el resultado directo de cambiar el objetivo de la santificación por objetivos más humanísticos. En cualquier caso, parece justo decir que la Iglesia en los últimos años ha perdido tanto el respeto como la credibilidad, y se ha convertido en una especie de hazmerreír, un club de viejos que actúan como chicos de una fraternidad. El mundo, sin embargo, parece estar dispuesto a pasar por alto estas «faltas» porque la «nueva Iglesia» ha probado ser útil para las causas progresistas.
Algunos miembros de la Iglesia han demostrado ser útiles también para el mundo musulmán. Esto se debe a que varios eclesiásticos se han convertido en apologistas y facilitadores del islam. Muchos líderes de la Iglesia hace ya tiempo que se unieron al coro de los líderes mundiales que, sin apenas pruebas, afirman que el islam es una religión de paz, una fe tranquila que no tiene nada que ver con el terror.
No sólo estaban los líderes de la Iglesia dispuestos a blanquear la historia y la doctrina islámica, ellos estaban, en gran medida, dispuestos a pasar por alto la matanza de cristianos a manos de musulmanes en el mundo desarrollado.
Cuando Benedicto XVI tuvo la temeridad de denunciar el bombardeo de iglesias cristianas en Egipto, el gran Imán de Al-Azhar rompió el diálogo de la universidad con el Vaticano, y sólo accedió a reabrirlo si el Papa Francisco prometía no cruzar la «línea roja», es decir, la crítica del islam.
Francisco aceptó gustosamente, bajo la suposición de que los terroristas son gente que malinterpreta el «verdadero» islam. Como afirmó en Evangelium Gaudium:« el auténtico islam y la adecuada lectura del Corán se oponen a todo tipo de violencia».
Parece ser que Francisco y su círculo no sólo piensan que el catolicismo se puede convertir en una suerte de religión humanista, sino que piensan lo mismo del islam. El «Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común» que firmaron conjuntamente Francisco y el Gran Imán está lleno de panaceas humanistas, y parece suponer que la próxima religión mundial está sólo a un paso.
Por supuesto, si la evaluación de Francisco sobre el islam como una naciente religión humanista es correcta, entonces hay motivo para esperar un mundo más pacífico. Pero si es errónea, si, como el presidente turco Erdogan ha dicho,« el islam es islam, y ya está», entonces la nueva Iglesia humanizada se ha puesto a sí misma en una posición muy mala tanto frente al islam como al laicismo.
En tiempos pasados, la Iglesia católica fue el punto de confluencia contra la agresividad del islam y los excesos del laicismo. En su estado presente de debilidad, sin embargo, es duro imaginarla como el punto de confluencia de algo más que las iniciativas lgtb y los esquemas socialistas. Como Francisco, los laicistas desean un solo gobierno mundial, pero se necesita una clase especial de ingenuidad para creer que el que imaginan sea amable con los católicos y otros cristianos. Al igual que Francisco, los musulmanes también ansían una única religión mundial, pero la única que ellos tienen en mente es el islam, no una mezcla sincrética de espiritualidades.
La religión diluida de la fraternidad humana que algunos católicos pretenden instaurar no será rival ni para el laicismo militante ni para el islam militante. Y ciertamente no será rival para un asalto simultáneo de ambas fuerzas.
Desde una perspectiva humana, las probabilidades de supervivencia del cristianismo no parecen buenas. Por otra parte, tenemos la promesa de Cristo de que la Iglesia emergerá victoriosa. Y eso cambia las probabilidades considerablemente.
William Kilpatrick
Publicado originalmente en Life Site News. Traducido por Ana María Rodríguez y Manuel Pérez Peña
(NdelT) La palabra «woke» es un término político que hace referencia a la conciencia percibida sobre cuestiones relativas a la justicia social y racial. Proviene del verbo inglés «wake» que significa despertar.