(ProtestanteDigital/InfoCatólica) En una entrevista concedida al portal de vídeo y audio, eMision.net, X. Manuel Suárez comienza analizando la situación desde la posición en que se encuentra la Iglesia católica, que desde antaño sigue afincada y vinculada a los poderes públicos y políticos. “El déficit principal de la Iglesia católica actualmente es un déficit de carácter moral” –dice Suárez– “porque le cuesta demostrar que intenta convencer en lugar de imponer”. Una evidencia de ello es que muchos seguidores de esta religión no reconoce la autoridad moral de su iglesia y acaba apoyando posturas contrarias a la moral católica.
Contradicciones del gobierno progresista
En referencia al Gobierno actual, Suárez dice que, en su caso, ha caído en la intolerancia tridentina. Un ejemplo es la anulación del derecho a la objeción de conciencia en la Ley del aborto. Según Manuel Suárez, el Gobierno asume así “posiciones propias del catolicismo rancio, dogmático y contrarreformista” –dice. Porque niegan los derechos más fundamentales de la persona, “lo hace igual que Trento, en nombre de una mayoría”. De esta manera asume valores morales del catolicismo tridentino en la ausencia de la voluntad de pacto. “El Gobierno ha asumido y ejercido las conductas intolerantes del catolicismo más dogmático” –denuncia.
Iglesia y presión al gobierno
La Iglesia católica o la evangélica son instituciones, como otras, que están legitimadas para participar en el debate público exponiendo sus propuestas y su forma de pensar en un espacio democrático como el de hoy, dice Suárez.
“En el espacio de ‘moral pública’ no se le puede negar a nadie su derecho y su deber de aportar su perspectiva” –dice Suárez en referencia a la actitud desafiante del Gobierno para combatir aquellos que no piensan como él. Los métodos más usados son la demonización y caricaturización de aquellos pensamientos distintos, tachándolos de antiguos, trasnochados, etc.
Vinculación Iglesia-Estado: mal de males
En países como Inglaterra, Holanda, Alemania, Estados Unidos, de tradición protestante, también existen conflictos en el momento de establecer “reformas” de este tipo, como la Ley del aborto u otras, pero la intensidad y radicalidad de este conflicto es diferente al que existe en España.
Manuel Suárez argumenta que en el Estado español el anti-clericalismo es mayor que en cualquier otro país del norte de Europa. “La diferencia con los países de tradición protestante se encuentra en que en esos países siempre partieron de la clara separación iglesia-estado, el dominio de las dos esferas, como sucede en el calvinismo” –dice. Una vez hecha la diferencia es mucho más fácil que las instituciones y personas puedan poner sobre la mesa las diferentes posturas y tendencias. “Las sociedades protestantes son por definición plurales, no son dogmáticas ni imponen una moral única”-explica.
Sin embargo las declaraciones del Gobierno siguen siendo las siguientes: “la iglesia debe entender que en el ámbito de lo público al única moral es la que dicta la Constitución”. El problema no está en que se haga lo que la Constitución diga sino en el apelativo “única moral”. “Esto resuena otra vez a tridentismo rancio e intolerancia dogmática” –dice Suárez–“declaraciones de este tipo inducen a acabar con los fundamentos de la misma democracia”.
“No hay ley sin principios morales, y es peligroso hacernos creer que ésta ley que se está llevando a cabo [Ley del aborto] se está haciendo al margen de principios morales” -explica Manuel Suárez. La misma Ley ya refleja una forma de entender el ser humano. “Para hacer desaparecer el Ser humano primero hay que privarle de su identidad”, y esto es lo que se hace cuando se argumenta a favor de esta nueva ley.
El papel de los cristianos
Los elementos morales están presentes en todas las áreas de la vida, “los cristianos debemos hacernos oír en todos estos temas porque todos tienen fundamentos morales y deben hacer saltar en nosotros una manifestación pública” –dice Suárez.
Los cristianos deben también hacer autocrítica porque en muchas ocasiones solamente se pronuncian para dar un “no” a todas las reformas, sin embargo, también deben saber felicitar y decir “sí” a las que puedan ser productivas y buenas para la misma sociedad. Suárez ha destacado la importancia de retomar el espíritu del pacto y la concordia, “porque los cristianos no debemos por qué asumir los principios de otros pero sí debemos estar siempre dispuestos a dialogar y a pactar” –dice.
Manuel Suárez hace también autocrítica como cristiano diciendo que no deben ser sólo los elementos sexuales los que hagan saltar nuestras alarmas sino también todo aquello que tenga que ver desde la política exterior hasta el déficit público, pasando por la política laboral y la organización territorial.