(AsiaNews) Varios sacerdotes de la «Iglesia clandestina» (la que siempre ha sido fiel a Roma y no al Partido Comunista) están abandonando su misión porque no están de acuerdo con la Asociación Patriótica (sucursal del Partido Comunista Chino).
Es lo que testimonia este el mensaje del P. Peter enviado a AsiaNews, un sacerdote de la comunidad oficial y amigo de estos sacerdotes «clandestinos». El Padre Peter defiende la decisión tomada «a conciencia» por sus amigos y dice que ellos se sienten «traicionados», especialmente después del acuerdo provisorio entre Pekín y la Santa Sede sobre el nombramiento de obispos.
En efecto, si bien el acuerdo corrige lo que propone al Asociación Patriótica, al menos sobre los nombramientos episcopales (el Papa Francisco ha dicho que «la última palabra la tiene él»), en el mismo no aclara la relación que rige con este organismo de control del Partido Comunista Chino, que pretende edificar una Iglesia «autosuficiente» e «independiente» (de la Santa Sede).
En su carta dirigida a los católicos de China en el 2007, Benedicto XVI afirmó que el estatuto de la Asociación Patriótica (AP) es «inconciliable con la doctrina católica»; el Papa Francisco ha reiterado a menudo que la Carta del Papa Benedicto «sigue siendo válida», pero de hecho se avala que los obispos y sacerdotes pertenezcan a la AP como una suerte de «mal menor». Todavía ahora, la pertenencia a la AP es condición necesaria para ser reconocidos por el gobierno.
Benedicto XVI incluso decía que el reconocimiento de gobierno puede darse «bajo la condición de que ello no comporte la negación de los principios irrenunciables de la fe y la comunión eclesiástica» y menciona justamente «organismos» que constriñen «a asumir actitudes, a encarar gestos… que son contrarios a lo que dicta su consciencia de católicos» (n. 7). Un ejemplo de este dominio de la AP sobre los obispos es la celebración de los 60 años de la Iglesia «independiente», en la que 48 obispos han participado y durante la cual elogiaron uno de los eventos más dolorosos de la Historia de la Iglesia en China.
Según personalidades vaticanas, la función de la AP debiera ser afrontada a futuro en los diálogos entre las delegaciones vaticana y china. Mientras tanto, y sobre todo los fieles de las comunidades subterráneas se sienten «abandonados».
Testimonio del P. Peter
El enésimo hermano sacerdote que regresa a su casa
Recuerdo lo que dijo el Cardenal Joseph Zen: si la Santa Sede y el gobierno chino alcanzasen realmente un acuerdo, permitiendo a los obispos ilegítimos guiar sus diócesis, los sacerdotes de la Iglesia no oficial podrán seguir su conciencia libremente. De verse imposibilitados de anunciar el Evangelio, podrán regresar a casa y trabajar la tierra. No me esperaba que esta profecía del Cardenal Zen [Chen Ri Jun] se verificase.
Hace no mucho tiempo, un sacerdote de mi ciudad me telefoneó, pidiendo que lo acompañase a visitar a otro sacerdote porque este último había regresado a su casa, dejando su misión. Durante el encuentro, luego de la felicidad inicial de volver a vernos después de tanto tiempo y compartir nuestras aventuras, no pudimos dejar de hablar de los muchos problemas que afronta la Iglesia china desde la firma del acuerdo. Durante la conversación, descubrimos que el motivo por el cual este sacerdote había decidido regresar a casa era porque no podía aceptar convertirse en un párroco de la Asociación Patriótica.
Luego, el sacerdote explicó: «Por más de 30 años, he luchado contra la Asociación Patriótica y ahora quieren que me transforme en vice-párroco de un cura de la Asociación Patriótica. No puedo aceptarlo, no tengo otra opción que volver a casa». Al oír estas palabras, en mi corazón sentí un dolor indescriptible. ¿Qué podemos decir de la Santa Sede? Yo sigo respetando la conciencia de este hermano mío sacerdote. Él tiene el derecho y la obligación moral de obedecer su fe y su conciencia.
Recientemente supe de un amigo que otro sacerdote --que estaba trabajando en Henan- también ha regresado a su casa. Lo conozco bien: es un joven sacerdote, menos entusiasta y muy humilde, pero él también se ha vuelto una víctima del acuerdo Sino-Vaticano. Seguramente, además de estos dos casos que he citado, habrá muchos. Temo que en toda China haya muchos sacerdotes pasando por la misma situación: han sido fieles y han defendido su fe católica, pero de repente, son traicionados por Roma. No pueden violar su conciencia, pero sobre todo, no pueden ir en contra de su fe. Lo importante es que no pierdan su fe misionera. Si el poder secular los priva de su poder divino y no reciben ningún sostén ni consuelo de la Iglesia, entonces, realmente son como Cristo crucificado, el «sufriente». Como Jesús en la Cruz, lo único que pueden hacer es gritar con todas sus fuerzas: Padre, ¿por qué me has abandonado?»