(Catholic Herald/InfoCatólica) El purpurado africano intervino el pasado domingo en el Congreso Europa Christi, celebrado en Polonia. Allí comentó precisamente la negativa del país eslavo a aceptar la «lógica» de la redistribución de migrantes que «algunas personas quieren imponer».
Según la revista polaca Gosc, el cardenal Sarah agregó que si bien cada migrante es un ser humano que debe ser respetado, la situación se vuelve más compleja si pertenecen a otra cultura u otra religión y ponen en peligro el bien común de la nación.
Los líderes mundiales no pueden cuestionar el «derecho de cada nación a distinguir entre un refugiado político o religioso» que se ve obligado a huir de su propia tierra, y «el migrante económico que quiere cambiar su lugar de residencia» sin adaptarse a la nueva cultura en la que vive.
Individualismo liberal
«La ideología del individualismo liberal promueve una mezcla que está diseñada para erosionar las fronteras naturales de las patrias y las culturas, y conduce a un mundo posnacional y unidimensional donde lo único que importa es el consumo y la producción», dijo el cardenal.
Haciéndose eco del Papa Francisco, el cardenal dijo que las naciones europeas deben asumir parte de la responsabilidad si han desestabilizado a los países de los que los migrantes están viajando. Sin embargo, añadió, eso no significa cambiarse a sí mismos precisamente a través de la inmigración masiva.
Secularización de Europa
El cardenal Sarah también lamentó la secularización de Europa, diciendo que el continente ha estado en una crisis de civilización sin precedentes durante los últimos dos siglos, que comenzó con las palabras de Friedrich Nietzsche «Dios está muerto, y lo hemos matado».
«Europa ha estado desde entonces en una crisis continua causada, entre otras, por ideologías ateas, y ahora se está hundiendo en el nihilismo», dijo.
El cardenal dijo que después del colapso de la Unión Soviética, cuando muchas naciones recuperaron su libertad y democracia, parecía que había comenzado un nuevo período positivo para Europa. Sin embargo, la Unión Europea decidió no volver a las raíces cristianas del continente, sino que comenzó a construir sus instituciones en abstracciones tales como el mercado libre, la igualdad de las personas y los derechos humanos individuales.
Fue un error, dijo el cardenal Sarah, porque todas las leyes deberían basarse en el concepto de la dignidad humana, que solo puede provenir de Dios.