«Me siento más libre que cuando estaba en el mundo»

Yudis Isabel de la Santa Cruz, monja de clausura

«Me siento más libre que cuando estaba en el mundo»

Con el lema «Testigos de la esperanza» y la alegría, el pasado jueves se celebró la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

(AlfayOmega/InfoCatólica) Hablar de vida contemplativa en este infinito de ruidos, diligencias y desvelos, presume saberse a salvo y descubrir la felicidad en la intemperie de tanto murmullo. A 20 kilómetros de Badajoz, en la vega del Guadiana, se esconde Talavera la Real: un municipio dominado por amplias llanuras y lomas suaves. Y allí, en el centro de la población, vela sin descanso el convento de la Inmaculada Concepción del Carmen; un hogar especial donde el amor de Dios palpita en el silencio una clausura.

Amar, muriendo en una cruz

«La vida consagrada hace presente a la santidad de la Iglesia», asevera Yudis Isabel de la Santa Cruz, monja contemplativa que vive allí desde hace ocho años y tres meses. «Y lo hace para poder mostrar, aquí en la tierra, que se puede amar -como lo hizo Jesucristo- muriendo en una cruz por mí y por todos». Y esa es la tarea de un consagrado, confiesa la joven religiosa: «También muere crucificado en el otro, buscando siempre ese rostro de Dios».

Viviendo en el corazón de Dios

Yudis nació en Colombia hace 33 años. Sin embargo, le bastaron solamente 15 para saber que su casa se encontraba a salvo en un cáliz de barro y silencio, y que su alma había sido invadida por un amor al que no podía resistirse. «Desde pequeña, soy una persona alegre, inquieta, sensible a la creación, a lo religioso, a la necesidad de los otros», asegura, mientras sonríe con ternura.

Habla sin miedo de libertad, de amor, de fidelidad. Por eso, reconoce que la celda, más allá de aislarle del presente, le acerca al castillo interior donde se encuentra el verdadero sentido de la vida: «Aquí me siento más libre que cuando estaba en el mundo; bueno, yo sigo estando en el mundo, pero me siento más libre aún que antes…». Oración a oración, latido a latido, Yudis se hace llama de amor silente para vivir, por siempre, en el corazón de Dios.

A la luz de santa Teresa de Jesús

«Vivimos buscando en todo momento el encuentro, la unión con Dios, por los otros», reconoce la religiosa. «Siempre, sin descanso, como ese corazón que late todo el día y sin parar». Ahí, en ese alma de cristal y a la luz de santa Teresa de Jesús, se hermanan las vidas contemplativas hechas oración, forjando el Cuerpo de Cristo, suscitando las vocaciones que el Espíritu Santo inspira entre aquellos que le esperan: «Nuestro corazón no para de latir porque, si lo hace, se muere».

¿Y el amor? ¿Cómo describe una contemplativa el amor? Dejo caer, sobre los pasillos sosegados de aquel convento pacense. «Para mí, el amor no lo puedes describir, porque abarca todo, es infinito. Y eso es Dios: que te invade, que quiere salir totalmente de ti, te dilata y no cabes dentro porque sientes que no lo resistes».

«Aquí damos la vida todos los días»

Nada se pierde de todo cuando viven, sufren, gozan y ofrecen estas religiosas. Aunque amanezca en silencio, aunque el frío de una celda les cale hasta el alma. «Estamos dispuestas a dar la vida, la estamos dando desde aquí todos los días, desde el corazón este que late y que está lleno de todo el amor de Dios». Y eso es amar, dice con alegría, «el dar la vida» porque «solo así cambias el mundo, ¡dando la vida!».

Yudis, junto a sus hermanas Paquita, Paula, Rosario, Genoveva, María Luisa, Ángela, Gloria, Rosita y Viviana, desde el convento de Talavera la Real, se hacen casa sosegada, caridad infinita, amantes de la hermosura que, desde una custodia o desde el suelo que acarician sus pies, les ama hasta el extremo. «Y todo, en esta vida, merece la pena», descubre, mientras se despide para encontrarse con Aquel que le llama para abandonarse en sus brazos durante el rezo del ángelus: «Porque no lo haces por ti, ¡nada es para uno mismo!».

Testigos de la esperanza y de la alegría, rompen el frasco de sus vidas a los pies del Señor, como aquella mujer del Evangelio, para que el perfume del amor, que se hace bondad en sus miradas, se derrame e inunde de ternura a toda la humanidad.

Carlos González García

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11 comentarios

Teresita
Qué bonito...
4/02/17 4:33 PM
Fuenteovejuna
Siempre se ha querido saber qué diferencia al ladrón que encerrado entre rejas no ve la hora de huir de su prisión para disfrutar en libertad todo lo que el mundo ofrece, de aquellos que pudiendo disfrutar todo lo que el mundo ofrece buscan encerrarse entre rejas para encontrar su libertad.
La respuesta puede ser difícil, pero no tanto...
Uno puede elegir muchas cosas en la vida, qué plato comer, dónde ir de vacaciones, con quién compartir esas cosas...
Pero hilando un poco más fino veremos que todo eso se reduce a una sola cosa: la búsqueda de la felicidad.
Siendo así las cosas, la gran pregunta sería ¿en qué consiste la felicidad?
Si como católicos creemos que el alma tiene un deseo insondable de felicidad imposible de saciar con las cosas de este mundo, no nos resultaría difícil entender que sólo Dios puede colmar lo que el mundo nunca podría.
En eso creo que radica la alegría de Yudis Isabel cuando nos dice: "Me siento más libre que cuando estaba en el mundo".
4/02/17 10:03 PM
enrique
Si los humanos hablamos de Dios y de sus " COSAS", es porque El toma la iniciativa, y nos deja "algo" de su Ser en nuestro pensar y sentir.
Eso lo viene haciendo desde que nos creo. Y cuando el hombre quiere eliminar ese " flechazo" que Dios le imprime, viene el desorden y el caos.
Pero Dios ,es " tozudo" en su forma de ser como Es: Padre.
Y por tanto, ejerce su función, que no es otra que la de Amar a sus hijos.
El ser humano, sigue erre que erre, queriendo eliminar esa función de Dios, pero El se busca sus " vericuetos", para recordárselo: esa función, entre otras, se realiza en esos monasterios, con sus moradores, para hacer las veces de Dios y que son como Sus brazos.
La oración y entrega de estos religios@s, le dan trabajo al Espíritu Santo, para que despierte en los humanos, y les haga ver que son hijos de Dios y que los quiere, y que por tanto, debemos dar una respuesta como hijos.
¡¡¡Gracias herman@s!!!. enrique.
4/02/17 11:16 PM
Ana María Galvis Vásquez
Hermoso testimonio de vida consagrada!!
4/02/17 11:46 PM
Josema
Verdaderamente merece la pena entregarse a Dios en cuerpo y alma , es la mejor opción que un joven puede tomar después de ver como esta el mundo. Y no lo digo por escapar del mundo, al contrario, por hacer algo por el mediante la oración
5/02/17 12:16 AM
Marisa
Así como los parques son los pulmones naturales de las grandes ciudades, los monasterios son los pulmones sobrenaturales de la Iglesia.
5/02/17 8:06 AM
Mira, esta mujeres o Madres de una Congregación han encontrado su lugar al alma, para avanzar hacia Dios, hacia la salvación, y ello fuera del mundo, apartadas voluntariamente en el oración y en el recogimiento. Pero fuera de esos claustros: ¡¡¡ hay mucho que hacer ¡¡¡. Hay mucho que trabajar, como gritar el nombre de CRISTO para muchos se salven, hablandoles de la esperanza y de que este mundo es una oportunidad para salvarse, pero no tu solo, sino a los que conoces y los que te rodean; y si te vibra un poco más el alma coge el Rosario y reza por los que no rezan y por los que ofenden a Dios, y por aquellos que no saben como salir de sus problemas; habla y aconseja a los abandonados, y diles que Dios no abandona; urgeles para que acerquen a Dios, porque EL es : ¡¡ EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA ¡¡. Gracias Infocatólica por la oportunidad que nos da de hablar de Dios, y refrescar el alma de lo que se creen que no hay salidas a sus problemas, incluso humanos, ¡¡¡ PUES CLARO QUE LAS HAY...SIGUE LUCHANDO Y NO TE RINDA NUNCA ¡¡¡. Un abrazo muy fuerte.
5/02/17 11:52 AM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
¡¡¡Qué hermoso testimonio!!! Recemos mucho por santas vocaciones religiosas.
5/02/17 1:46 PM
Luis Fernando
Nos falta un 10% de nuestro proyecto. En todo caso te mande comentarios, si veo que publicas pocos no me esforzare mucho, porque ya tienes comentaristas de sobra. Saludos.
5/02/17 2:37 PM
María de las Nieves
Damos gracias a Dios por estas hermanas y rezamos por las vocaciones consagradas.
5/02/17 7:25 PM
Víctor
Si hay mucha tarea fuera de un convento, en el mundo en el que vivimos; hay obreros suficientes para trabajar el campo. Hace falta trabajadores, pero que quieran trabajar y capataces que los manden. Pero una persona que ha elegido encerrarse en vida en la clausura, no lo hace solamente por la salvación de su alma. Hay muchas almas que salvar y estas religiosas y miles de ellas y también varones, dan lugar a que la Iglesia esté rezando las veinticuatro horas del día. Eso no tiene precio y cuántas y cuántas vidas se salvan por los que han renunciado a los oropeles del mundo. Que Dios la bendiga a todas. Paz y Bien
22/02/17 6:49 PM

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