(Cáritas/ InfoCatólica) Cáritas cree necesario que cada ciudadano asumam una responsabilidad común basada en el compromiso activo con la defensa de los derechos de todos.
Cáritas se plantea, a través de su Campaña Institucional, emprender un camino hacia las fuentes de su identidad para ser presencia activa y un referente en valores en la sociedad, especialmente en este tiempo en el que las personas parecen haber perdido valor. Para ello, los ejes principales de esta campaña son la dignidad de las personas y sus derechos, el trabajo por la justicia y el papel fundamental de la comunidad cristiana en la transformación real de los diferentes ámbitos sociales, tanto en su dimensión nacional como internacional.
Esta apuesta de Cáritas por construir una fraternidad comprometida, por ser personas de una sola familia humana, con la misma dignidad y derechos, explica que a lo largo de este curso se ponga la mirada en el hecho de que practicar la justicia, velar y hacer posibles los derechos fundamentales de todas las personas, es imprescindible para erradicar la pobreza en el mundo.
«Con esta nueva campaña –explica Eva San Martín, coordinadora de la Campaña Institucional– invitamos a cada persona, a las comunidades y a la ciudadanía a dejar su huella de justicia para construir un entorno y una sociedad sostenible y accesible; a adoptar un estilo de vida solidario y justo; y a participar de forma comprometida con gestos y acciones concretas en el respeto de los derechos fundamentales de todos».
Objetivos
La Campaña Institucional 2015-16 de Cáritas se ha marcado cuatro objetivos prioritarios:
• Sensibilizar sobre la importancia de recuperar como valor la dignidad de todas las personas y la necesidad urgente de velar y hacer posibles los derechos fundamentales de cada uno como premisa para erradicar la pobreza y las situaciones de injusticia en el mundo.
• Comunicar las realidades de esperanza que se genera a través de las experiencias de aquellas las personas que están participando en los proyectos sociales que impulsa Cáritas, y que son testimonio real de la transformación de nuestra sociedad.
• Denunciar las injusticias a través de acciones constructivas dirigidas a erradicar el hambre y la pobreza en el mundo, tanto en su dimensión nacional como internacional.
• Animar a toda la sociedad a adoptar hábitos más solidarios y comprometidos con los derechos de las personas y con el cuidado del medioambiente.
Esta fase 2015-16 de la Campaña Institucional que ahora se pone en marcha se enmarca en un objetivo general definido por Cáritas para el periodo 2014-2017 y que echó a andar el pasado otoño bajo el tema «Ama y Vive la Justicia».
«En Cáritas, trabajamos por la justicia», recuerda Eva San Martín. «La justicia es la primera exigencia de la caridad –añade– y amar al prójimo significa respetar con los hechos al prójimo en su dignidad personal y en sus inalienables derechos. Dar a cada uno lo suyo exige darle aquello a lo que tiene derecho, lo que necesita para vivir con dignidad. Hablamos de unos mínimos de justicia más allá de los cuales no hay vida humana, ni resulta viable: alimentos, vivienda, vestido, trabajo o participación».
Puntos de partida
Para avanzar en ese objetivo de practicar la justicia, los distintos materiales y acciones de la Campaña proponen tener en cuenta 6 puntos de partida:
1. La persona humana y sus derechos. Necesitamos un modelo de desarrollo que sitúe a la persona en el centro para evitar que la economía se convierta en fuente permanente de injusticia y exclusión.
2. La búsqueda del bien común. Desear el bien común y esforzarse por él es una exigencia de justicia y caridad, que exige velar porque el conjunto de instituciones que conforman la vida social, jurídica, civil, política y cultural fluyan en armonía, favoreciendo un orden justo y equitativo para todas las personas.
3. El destino universal de los bienes. Como se recoge en la reciente instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española «Iglesia, servidora de los pobres», el destino universal de los bienes hay que extenderlo hoy a los frutos del reciente progreso económico y tecnológico, que no deben constituir un monopolio exclusivo de unos pocos sino que han de estar al servicio de las necesidades primarias de todos los seres humanos.
4. Solidaridad y defensa de derechos y deberes. La solidaridad es la profunda comunión entre las personas, lo que le pasa a mi hermano, a mi prójimo, me pasa a mí. La solidaridad es el espacio donde las personas ponen sus esfuerzos para conseguir el bien común de todos, para lograr una vida digna para todos. Para Francisco, ello supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.
5. El principio de subsidiariedad. Además de ayuda a regular la complejidad de relaciones que existen en el tejido social asociativo, evita excesivos controles o paternalismos por parte del Estado, así como omisiones por parte de quienes tienen que garantizar los derechos fundamentales.
6. La participación. Es un derecho y un deber que nos compete a todos y al conjunto de los ámbitos sociales, con independencia de la responsabilidad o rol de cada uno en la sociedad. El ejercicio de la caridad y la justicia social requiere de la participación como miembros activos de la familia humana a la que pertenecemos.
Pautas para dejar huella
Asimismo, desde la Campaña se sugieren algunas pautas que hagan posible esa invitación a dejar huella a través de la práctica de la justicia:
- Abrir los ojos con actitud de renovación y conversión. Dejar espacio a la esperanza para que la solidaridad provoque una auténtica conversión del corazón, de nuestros hábitos, de nuestros intereses particulares y colectivos. Sólo así podemos salir a las periferias de nuestros espacios cálidos y confortables y encontrarnos con los que pasan hambre, sed, soledad o abandono para desde ahí sembrar iniciativas, proyectos y alternativas.
- Cultivar el espíritu para dar fuerza a nuestro compromiso social. La experiencia de sentirnos amados se convierte en motor que nos impulsa a vivir hacia los demás.
- Salir al encuentro y dar gratis nuestra propia vida, dejarnos tocar y desgastar. Ser testigos de una fraternidad nueva basada en la lógica del don y de la gratuidad que es capaz de denunciar las injusticias que provocamos los seres humanos, al tiempo de poder transformar las personas y las estructuras.
- Promover los derechos y trabajar por la justicia, lo que supone una defensa irrenunciable de los derechos humanos y fundamentales de las personas. No podemos quedarnos callados cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando se permite que su dignidad sea ignorada.