(VI/InfoCatólica) Giacomo Galeazzi entrevista al cardenal Velasio de Paolis para Vatican Insider:
¿Qué es lo que no le convence del Sínodo?
Se registró una influencia excesiva del temor de que la gente no nos siga y hubo demasiado énfasis sobre la retórica de la novedad. En relación con los temas de la familia se requiere tiempo y reflexión. Nada de prisa. En el Sínodo todos quieren intervenir, pero el tiempo es limitado, así como el espacio concedido a la discusión en los círculos menores. Pablo VI fundó hace medio siglo el Sínodo como instrumento ágil de colaboración con el gobierno de la Iglesia. Pero la confrontación debe llevarse a cabo con temas estudiados, analizados y sobre los cuales cada padre sinodal tenga un parecer preciso.
¿Hay quienes se resisten a los cambios?
Este Sínodo sufrió de una evidente originalidad en cuanto al enfoque. Se reveló errada la decisión de discutir un poco de todo, como si tuviéramos que volver a fundar todo. La Iglesia escucha a la gente, pero tiene certezas que permanecen en el tiempo. El Sínodo repitió el guión del Concilio: conjugar la novedad en la continuidad.
¿Fue una ocasión desperdiciada?
Fueron tomadas en consideración demasiadas cuestiones, por lo que se alimentaron expectativas infundadas. Y, al final, pesó negativamente sobre el Sínodo. No todo puede ser nuevo. La vida de la Iglesia necesita continuidad para progresar verdaderamente. Es una cuestión de fondo, filosófica. Francisco pide volver a un Evangelio que, mientras tanto, ha ido insertándose en muchas culturas. El punto firme es la Palabra de Dios. Un tesoro que nadie puede cambiar, ni siquiera el Papa.
¿La pastoral se opone a la doctrina?
Experimentamos una confusión difícil de mantener a raya. Se escucha más a la gente que las verdades de fe. Pero la Iglesia debe comunicar una verdad recibida desde lo alto, y no acontentar las orientaciones de la opinión pública. En el Sínodo se hicieron demasiadas referencias a la pastoral. La praxis debe respetar los principios: no se puede concebir alejada de la doctrina. Si hubiera intervenido en el aula, habría insistido en las verdades de fe.
¿En cuáles en particular?
Por ejemplo, que quienes conviven no pueden comulgar. Durante los años ha ido disminuyendo el papel de la religión y la sociedad ya no acepta influencias de la fe. Vivimos en un mundo que teme la religión, como si fuera fuente de conflictos. La oposición entre la fe y la razón nos vuelve esquizofrénicos. Y así, el Estado es el que se ocupa de cuestiones éticas hoy en día. No se puede esperar que la Iglesia hable contradiciendo la doctrina.