(InfoCatólica) Mons. Sanz Montes aseguró que lo ocurrido en España el siglo pasado fue «una persecución enloquecida que acabó en fratricidio, una represión que en nombre de una falsa libertad se trocó en liberticida».
El prelado explicó que a los mártires «no se les encontró en sus hábitos y ropas un carné de partido porque nunca militaron en política, ni armas defensivas quienes eran instrumentos de paz rendida, ni odio en su mirada quienes se asomaban a la vida desde los ojos del Señor, ni siquiera una resistencia legítima que hubiera podido resolver la tragedia con una comprensible huida».
El arzobispo de Oviedo pidió recordar que del «paredón del odio no salió queja alguna de ellos, murieron amando a Dios testimoniando así su belleza, y como hizo el Maestro, miraron a quienes no sabían lo que hacían, implorando a Dios para ellos el perdón que no obtuvieron en aquella violencia enloquecida», y, por eso «son mártires de Cristo, que en la Cruz perdonó a sus perseguidores. Celebrando su memoria y acogiéndose a su intercesión, la Iglesia desea ser sembradora de humanidad y reconciliación en una sociedad azotada por la crisis religiosa, moral, social y económica, en la que crecen las tensiones y los enfrentamientos».
Contra la manipulación de la verdad sobre los mártires
El pastor de la Iglesia en Asturias advirtió que hoy «se podrán escribir panfletos, rodar películas, vociferar en tertulias y dictar leyes que reabren las heridas, pero todo eso caduca con el implacable paso de los días cuando lo que se dice, se escribe o se filma no hace las cuentas con la verdad». Sin embargo, añadió, «al final sólo quedan los nombres laureados con la corona de la santidad y la palma del martirio de estos hermanos y hermanas nuestros. Con dulzura, sin acritud, sin revancha, ellos han escrito con su sangre la página impresionante de una humanidad nueva y redimida en aquel primer mártir cristiano que dio su vida en la cruz».
Mártires hoy
Mons. Sanz Montes aludió a la realidad cotidiana de muchos cristianos, al afirmar que «hoy los martirios siguen existiendo en tantas partes del mundo, en donde los cristianos siguen siendo perseguidos, torturados y asesinados. Un verdadero cristiano siempre será un peligro para quienes no aman la libertad, la justicia, la paz o sencillamente la vida». «Pero», incidió, «hay también otros martirios que se infligen de modo incruento cuando se banaliza, se cercena, se censura o se penaliza el poder vivir nuestra fe, nuestra caridad y nuestra esperanza. La cruz o el paredón pueden tener tantas formas aunque respondan siempre a una persecución de Cristo y de los cristianos. Nuestra respuesta no puede ser otra distinta a la del Señor y a la de sus mártires que hoy celebramos».
El arzobispo de Oviedo concluyó aseverando que «en medio de tantos callejones sin salida, de tantos absurdos y heridas, aparecen estos hermanos nuestros que siendo víctimas del odio mortal por su fe confesada y vivida, representan para nosotros un reclamo de perdón, de reconciliación, de vivencia cristiana audaz y sencilla. Son como una ciudad sobre el monte, el testimonio elocuente del verdadero amor y en el candelero de nuestro tiempo la luz más encendida» y finalmente pidió la intercesión de los mártires y de la Madre del Señor.