(BBC/Protestante Digital) Según denuncia Human Rights Watch, al menos 40 personas perdieron la vida y otras 61 resultaron heridas en los enfrentamientos entre musulmanes y budistas en Meiktila, en la región de Mandalay, a finales de marzo.
HRW ha estimado, tras el análisis de imágenes vía satélite, que, además, 828 edificios fueron «totalmente destruidos» y otros 35 resultaron «parcialmente dañados».
«El Gobierno tiene que investigar a los responsables de la violencia producida en Meiktila y a la Policía por su incapacidad para evitar los asesinatos sin sentido y los incendios provocados en vecindarios enteros», ha declarado el director de HRW para Asia, Brad Adams. «Tras los recientes enfrentamientos sectarios en el estado de Arakán, el Gobierno birmano tiene que aprender la lección y reforzar así la capacidad de la Policía para contener la violencia y proteger la vida de las personas y la propiedad», ha proseguido.
Este incidente es el peor conflicto sectario desde la violencia que azotó el estado de Rajine el año pasado, donde cerca de 200 personas perdieron la vida y decenas de miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares. El conflicto que estalló en Rajine involucró a budistas y musulmanes de la etnia rohingya. Decenas de rohingyas huyeron de lo que dicen es una persecución en Birmania en los últimos meses.
Las tensas relaciones entre los budistas y los musulmanes en Birmania, también conocida como Myanmar, son un problema histórico. La ONU teme que estos incidentes podrían poner en peligro las reformas democráticas introducidas desde el gobierno militar terminó en 2011.
Los cristianos, también perseguidos
Grupos de derechos humanos han instado en las últimas semanas a presionar a Birmania para poner fin a la represión de las minorías étnicas y religiosas. Se han presentado informes que cuentan que tropas gubernamentales mataron y violaron a decenas de civiles, principalmente cristianos, produciéndose también la quema de cientos de iglesias y hogares.
La agencia Christian Solidarity Worldwide (CSW) y la Organización Chin de Derechos Humanos (CHRO) dijo que la «comunidad internacional» debe «considerar como un asunto importante los derechos de las minorías étnicas y religiosas en Birmania».
En uno de los incidentes más recientes, CHRO denunció que una niña de 13 años de edad fue atacada sexualmente por un soldado del Ejército de Birmania, en el área de estado de Paletwa. «Un acuerdo de alto el fuego entre el Frente Nacional Chin y el gobierno ha estado en vigor desde enero del año pasado, pero el estado de Chin permanece fuertemente militarizado con más de 54 campamentos del ejército birmano», dijo el grupo.
Por otra parte, en el estado de Kachin (de mayoría cristiana), las tropas del gobierno mataron a por lo menos nueve civiles e hirieron a más de una docena de otras personas en ataques con morteros desde septiembre de 2012 hasta febrero, según explicó la Asociación de Mujeres Kachin de Tailandia (KWAT).
Aunque el presidente Thein Sein anunció un alto el fuego unilateral en la región, «la ofensiva del Ejército de Birmania en el estado de Kachin ha continuado», dijo un portavoz de la Convención Bautista de Kachin (KBC), que representa los cristianos de la zona.
Destrucción y personas desplazadas
La guerra en curso en el estado de Kachin ha provocado la destrucción de más de 200 aldeas, con 66 iglesias dañadas y más de 100.000 personas desplazadas, según los investigadores de KBC.
Las agencias CSW, CHRO, Human Rights Watch, y KWAT han denunciado la creciente violencia en Birmania durante una audiencia de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica.
«Nos alegramos por el acuerdo de alto el fuego, pero la comunidad internacional debe reconocer que esto es sólo un primer paso», dijo el Director Ejecutivo de CHRO, Salai Bawi Lian Mang. «Hasta ahora, no ha habido un debate sobre la retirada de tropas del Estado Chin. Siempre que continúe la fuerte presencia militar continuarán los abusos a los derechos humanos», explicó el funcionario ante la audiencia.