(EP) «La destrucción de lugares de culto está fomentando los temores sectarios y agravando la tragedia del país, en el que decenas de miles de personas han muerto», ha subrayado la directora de HRW para Oriente Próximo, Sarah Leah Whitson.
«Siria perderá su riqueza cultural y su diversidad religiosa si los grupos armados no respetan los lugares sagrados. Los líderes de ambos lados tienen que mandar un mensaje, en el que se diga que quienes ataquen estos lugares tendrán que rendir cuentas», ha añadido.
Los investigadores de HRW han llevado a cabo una investigación de cuatro días en aldeas principalmente suníes, alauíes y cristianas –de Latakia e Idlib– controladas por los rebeldes, para recabar datos sobre los abusos cometidos tanto por las fuerzas de Bashar al Assad como por los insurgentes.
En concreto, en los barrios de Zarzour, Ghasaniyeh y Jdeideh, la organización ha encontrado evidencias de que los ataques contra minorías religiosas se produjeron una vez que los rebeldes se hicieron con el control del territorio.