Según revela el diario del cardenal Tucci

El Beato Juan XXIII quería que se predicara más sobre la existencia del infierno

El Beato Papa Juan XXIII, que convocó al Concilio Vaticano II, quería que los teólogos y sacerdotes hablaran más del infierno a los fieles, según señala el diario del ahora cardenal Roberto Tucci, que se reunió en varias ocasiones con el Pontífice, en su condición de director de la revista La Civiltà Cattolica. Sandro Magister da cuenta de este relato, que acaba de publicar dicha revista.

(ACI) En «La Civiltá Cattolica», revista de los jesuitas de Roma, los artículos son previamente aprobados por las autoridades del Vaticano. En la segunda reunión del sacerdote con Juan XXIII, el 1 de febrero de 1960, dos años antes del inicio del Concilio, el Papa habló de la necesidad de actualizar el lenguaje de la teología y la doctrina católica.

El Santo Padre dijo además que «había que hablar del infierno a los fieles, resaltando sin embargo ‘que el Señor será bueno con muchos’». También hizo un comentario a modo de broma sobre el infierno: «ciertamente, todos podemos ir, pero me digo a mí mismo: Señor, ¿no permitirás que vaya tu vicario, no?».

El 7 de junio de 1960, el Papa Juan XXIII comentaba que se sentía como un «prisionero de lujo» en el Vaticano y se refería a la pompa que lo rodeaba y que le incomodaba.

«No tengo nada contra estas buenas guardias nobles –confió el Pontífice–, pero tantas reverencias, tanta formalidad, tanta pompa, tanta procesión me hacen sufrir, créame. Cuando bajo (a la Basílica de San Pedro) y me veo precedido por tantas guardias, me siento como un detenido, un malhechor; en cambio, desearía ser el 'bonus pastor' para todos, cercano a la gente. (…) El Papa no es un soberano de este mundo. Cuenta como le incomodaba al principio ser llevado en la silla gestatoria a través de las salas, precedido por cardenales a menudo más ancianos y decrépitos que él (añadiendo además que ni siquiera era muy seguro para él, porque en el fondo se está siempre un poco en vilo sobre ella)».

La «Guardia Noble» a la que se refiere Juan XXIII fue suprimida por su sucesor, el Papa Pablo VI, al igual que la silla gestatoria en la que era trasladado el Pontífice. Además, la coronación con una tiara fue suprimida luego por Juan Pablo I. En esa audiencia, el Santo Padre conversó con el Padre Tucci sobre la preparación del Concilio, cuando las comisiones encargadas de redactar los esquemas que debían llevarse al evento, ya estaban nombradas.

«El Papa tiene la intención –escribía el padre Tucci– de implicar en el esfuerzo de preparación no sólo a la curia romana, sino un poco a toda la Iglesia. Observa que a menudo en el exterior la tienen tomada con la curia romana, como si la Iglesia estuviera toda ella en manos de los ‘romanos’; hay tantas bellas energías también en otros lugares, ¿por qué pues no intentar implicarlas?».

El artículo señala que en la audiencia del 30 de diciembre de 1961, el Papa habló «sobre la situación política y la necesidad de que la Iglesia abandonara los viejos esquemas de contraposición ideológica, y trabajara para la reconciliación de los hombres».

En aquella oportunidad el Santo Padre se lamentó de las críticas que le dirigían en algunos ambientes eclesiásticos por haber respondido al mensaje de felicitación que le había enviado el presidente de la Unión Soviética, Nikita Krusciov. Sobre esto el padre Tucci escribe:

«el Papa no es un ingenuo, sabía muy bien que el gesto de Krusciov estaba dictado por fines políticos de propaganda; pero no responder habría sido un acto de descortesía injustificada. La respuesta, sin embargo, estaba calibrada. El Santo Padre se deja guiar por el sentido común y el sentido pastoral».

En los últimos meses antes del final de la larga fase preparatoria, Juan XXIII estuvo ocupado leyendo con gran atención los esquemas redactados por las comisiones antes de que fueran enviados a los padres conciliares. El Papa no estaba muy satisfecho con dichos esquemas y habló de ello con el director de Civiltà Cattolica en la audiencia del 27 de julio de 1962.

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6 comentarios

Pepito
San Juan de Avila decía respecto del infierno:

"¡Ay de aquel que no se mira! ¡Ay de aquel que de sí se olvida! Cuando menos te mirares ahora quién eres, tanto más te mirarás y remirarás después en los infiernos cuando estés ardiendo. Hará Dios que te estés mirando y el mayor tormento que tendrás será mirarte a tí mismo.

Querrás huir de tí y no podrás; querrás olvidarte de tí, y mientras Dios fuere Dios te estarás mirando y te tendrás a tí mesmo delante de los ojos, mirándote y remirándote y dándote vueltas.

Cuanto más te olvidares ahora de mirarte, más te mirarás después, cuando traiga Dios una hora en que salga el ánima de estas carnes y vaya se ponga delante el justo juicio de Dios.

Ponerte ha enfrente de tu alma, cercada de demonios, cercada de pecados, que pone espanto mirarlos, y te los hagan mirar por fuerza, y que tú mismo te condenes y digas: Justísimamente merezco los infiernos.

¿Que harás desdichado de tí? ¿No será bueno mirarte ahora, porque después no te hagan mirarte por fuerza. No te olvides de tí, acuérdate de quién eres. De no acordarte de tí, de no procurar conocerte, de no mirarte, de olvidarte, no te puede venir sino grande vergüenza para el día del juicio, grandes tormentos, suma desdicha.
24/10/12 11:03 AM
Alfredo
Yo no recuerdo cuando fue la última vez que oí en alguna homilia algo sobre el infierno. ¿Acaso no es importante que conozcamos su existencia y su naturaleza?

Por favor, señores sacerdotes, ¡¡¡hablen del infierno, de la acción real del demonio sobre los hombres, del purgatorio,...!!! y no me digan que está vacío porque Dios es muy bueno, recuerden Lucas 16, 19-31.
24/10/12 12:14 PM
Menka
Si no existe el infierno, ¿para qué hablar de la salvación?
Por lo que, al dejar de lado esa verdad fundamental, se estimuló a pasos agigantados la descristianización.
24/10/12 5:02 PM
José Carlos
La existencia del infierno está recogida tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: 23 veces se refiere el Evangelio al fuego del infierno. Los primeros símbolos afirmaban la existencia del infierno como el Quicumque o Símbolo Atanasiano. Hay definiciones sobre la existencia del infierno en el Concilio Lateranense IV (1215), Lyon II (1274) y Florencia (1439).

Pero las afirmaciones dogmáticas más importantes sobre el infierno están recogidas en la Bula Benedictus Deus de Benedicto XII (1336):
“Definimos que, según la disposición de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal actual descienden, después de su muerte, al infierno, donde son atormentados con penas infernales” (Denz-Sch. 531/1002)

El cardenal Ratzinger dice que la doctrina del infierno está fuertemente enraizada en la enseñanza de Jesús. Es un dogma de fe con terreno muy firme en el Evangelio y en los escritos Apostólicos, tanto por lo que se refiere a la existencia del infierno como de la eternidad de sus penas. (Cf Ratzinger, J, Escatología, p 201)
24/10/12 8:02 PM
Tony de New York
Bien por el papa. La silla gestatoria y la tiara fue algo que se AGREGó y nunca fueron necesarias.

Gracias a DIOS.
24/10/12 9:54 PM
Luis
Yo tampoco he escuchado ninguna homilia, sobre el infierno, ni sobre la parusia, y en general sobre casi todos los temas que no son políticamente correctos.
24/10/12 10:36 PM

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