Cuando el corazón se hace texto: la clase de religión

La asignatura de Religión Católica en nuestra escuela tiene toda esa razón de ser: acompañar la pregunta de nuestro corazón y mostrar la respuesta que la tradición cristiana ha ofrecido.

            Queridos hermanos y amigos: paz y bien.

            Sentados en el pupitre de la vida hemos hojeado nuestro texto de geografía, donde están contados nuestros ríos y mares, nuestras montañas y valles, los países con sus fronteras y sus diferentes paisajes. En ese mismo pupitre también hemos trabajado el texto de historia, que narra lo que en el tiempo han ido haciendo y deshaciendo los que nos han precedido con sus descubrimientos, sus hazañas y sus olvidos, lo más noble de su trayectoria y lo que nunca debería haber sucedido. También hay otras cosas que constituyen nuestros saberes con la precisión matemática, las composiciones químicas, las leyes físicas, la literatura y todos sus lenguajes, y el relato de cómo cada generación ha querido explicar incluso lo inexplicable con el pensamiento que ha forjado la filosofía ante las preguntas vitales. En ese pupitre imaginario la escuela ha tenido la impagable labor de sistematizar la educación de modo orgánico, gradual, para que nuestros conocimientos fueran enriquecidos de los datos necesarios para adquirir el bagaje cultural que nos madurase en la comprensión de la vida.

            Pero hay un texto diferente, que no es fácil adivinar su grosor ni el tamaño de sus letras. Un texto de ilustraciones variadas y siempre imprevisible el íter de su argumentario. Junto a los libros que nos describen lo que los hombres han hecho, hay otro libro en donde está grabado cómo los hombres hemos sido hechos. Una estructura que no nos hemos dado nosotros y que sin embargo nadie puede arrancarla de nuestro adentro.

            El gran escritor italiano Cesare Pavese se preguntaba sin cesar: “¿Hay alguien que nos haya hecho una promesa? Entonces, ¿por qué esperamos?”. Esa era su inquietud sincera a pesar de no tener fe: si no hay ninguna realidad superior, si no hay Dios en quien creer, ¿por qué el corazón está tan lleno de una espera? Sí, de una espera de que suceda algo, de que acontezca alguien, y nos desvele el misterio de nuestras ansias de bondad, la nostalgia de la belleza y la rebeldía ante lo que es injusto y perverso. El corazón humano es un maravilloso libro de texto, en donde Dios ha querido escribir con respeto el más hondo deseo, ese que nos constituye por fuera y por dentro, y que nos hace indómitos buscadores de la felicidad. Los artistas con sus pinceles y cinceles; los músicos con sus notas; los escritores con sus relatos; los niños con su búsqueda inocente; los enamorados con su encanto candente; los santos con su testimonio inefable; todos, cada cual con su acierto o su deriva, hemos ido y hemos vuelto a ese texto del corazón para aprender humildes lo que allí se nos enseña por parte de Dios, o para censurar lo que ahí palpita y late.

            La asignatura de Religión Católica en nuestra escuela tiene toda esa razón de ser: acompañar la pregunta de nuestro corazón y mostrar la respuesta que la tradición cristiana ha ofrecido. Es una respuesta que bebe en lo que Dios mismo nos ha ido revelando, y cómo la Iglesia ha escuchado su mensaje, lo ha celebrado, vivido y anunciado. Esa respuesta no sólo se ha hecho culto religioso y propuesta moral, sino también se ha plasmado en el arte, en la literatura, en el pensamiento. Representa las raíces de nuestra cultura occidental. Faltando esta perspectiva en la enseñanza de nuestros niños y jóvenes, daría como resultado una educación mutilada, empobrecida y más vulnerable a la manipulación de la ciudadanía. La Religión se da en la catequesis, pero también es estudiada en la escuela. Para entender y para entendernos, tenemos este texto del corazón que el cristianismo ha querido tomar en serio, en cuyas preguntas y respuestas, Dios y nosotros acompañamos la espera de la que estamos hechos.

            Recibid mi afecto y mi bendición.

 

+ Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca

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3 comentarios

M. Nieves
........"El corazón humano es un maravilloso libro de texto, en donde Dios ha querido escribir con respeto el más hondo deseo, ese que nos constituye por fuera y por dentro, y que nos hace indómitos buscadores de la felicidad".........

¡Qué frase más preciosa! ¡Qué ganas de abrir el corazón a Dios para que escriba y escriba y ...... siga escribiendo.

Gracias Monseñor por sus escritos siempre tan maravillosos y ¡¡Gracias a Dios!! por haberle llevado por el camino del sacerdocio y que así podamos disfrutar de ellos.
12/04/10 9:21 PM
Mª Dolores
Y mientras sucede esta marejada,¿cuando no la hubo?, los laicos tienen una gran responsabilidad, la de vivir con naturalidad su fe allá donde se encuentren, con quien estén y cualquiera que sea la hora. Porque será una muestra de como viven esa esperanza, siendo tranparentes que no groseros, sin importar las caidas porque lo que importa es levantarse una y otra vez, mantenerse en la carrera, de modo que relacionándose con otros, las familias, volviendo a ser la principal escuela, más adelante exijan en las Instituciones educativas que se respete lo que para sus hijos quieren dentro del marco constitucional. Llevará tiempo, oración, sacrificio y acción constante. Nuestra esperanza es activa, proactiva y por tanto podemos ayudar a otros a descubrir el contenido de su corazón y avanzar en el conocimiento del nuestro.
5/12/10 11:37 PM
Borja
A lo mejor me equivoco, pero creo que son tiempos de revisarse y de ver por qué la gente no quiere cristianismo en la escuela ni en ninguna parte. La respuesta está en nosotros mismos, nuestro mal testimonio que anuncia un Evangelio tenso, rígido, desconfiado; en definitiva, falso. Y siempre ayudados por ese enemigo que no vemos pero que difama, enseña nuestra porquería y ningunea las virtudes con no se que extraño e interesado fin.

Tal vez haya que recular, sacar la religión de la escuela y dar buen testimonio fuera. La propia gente volverá a pedirlo y se enseñará de otra forma, menos teórica, más de conocer, más fiel al Evangelio. Y a toda esta poesía que escribe D.Jesús volverán a verle el sentido.

Tenemos miedo a eso? Pues yo ninguno. Somos barro, sabemos amoldarnos bien :)
6/12/10 4:37 AM

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