Anticatolicismo y persecución religiosa

No es casualidad que los grandes totalitarismos del siglo XX (Nazismo, Fascismo, Comunismo) y sus retoños ideológicos, sean movimientos anticristianos.

Comienzo haciendo esta matización que no me parece baladí: aunque se hable tradicionalmente de “anticlericalismo”, hay que hablar de anticristianismo y, más concretamente, de anticatolicismo, porque es a esta confesión a quien van dirigidas las puyas de la agresividad de cierto sector de la sociedad española.

 

Anticatolicismo y persecución religiosa no son los mismo. Este segundo fenómeno, que tuvo sus episodios más terribles en los años 30, en la época republicana y en la guerra civil, aunque ha estado presente en otros etapas, destruyó vidas inocentes y también una parte importante del patrimonio religioso y cultural de España.

 

El anticatolicismo es un movimiento que muestra agresividad, mal gusto, grosería, sectarismo, pero su agresividad no ha pasado de ahí. Por ahora. Estaba un poco dormido y latente; durante la transición parece que se diluyó y desapareció -como lo ha hecho de todos los países de nuestro entorno- pero, en los últimos tiempo vemos que el rescoldo que parecía apagado tenía un fuego latente más fuerte de lo que pudiera esperarse.

 

Anticatolicismo y pesecución religosa, repito, no son lo mismo; pero me parece que responden a fundamentos morales y a valores comunes.

 

¿Cuáles son las raíces de todo este fenómeno, presente en toda la historia de Occidente, pero que en España, por causas que se me escapan,  parece tener una pervivencia especial?

Algunos aducirán razones sociológicas, económicas; razones, por llamarlas e alguna manera, externas. Pero me refiero aquí a las razones internas: ideológicas, morales, las que suponen actitudes personales. Una situación de carencias materiales y de postración social puede, en última instancia, influir pero no determinar la persecución y el asesinato de personas por motivos religiosos o la agresividad  y el odio. Late aquí un odio más a ideas y a instituciones que a personas concretas; una honda disfunción moral, un mal de tupidas raíces que impele a la reflexión un tanto dramática.

Encuentro un foco que puede arrojar un poco de luz sobre este problema en un texto del  libro de Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. En el capítulo dedicado al bautismo de Jesús (concretamente en las págs. 33-34 de la edición española) hay una referencia a los dos orbes: el político-civil y el religioso (Dios y el César), que, desde el punto de vista cristiano, están llamados a convivir cada uno desde su autonomía. Pero, "si el Imperio se considera a sí mismo divino", como lo da a entender la figura del emperador Augusto proclamándose "Salvador de la Humanidad", entonces, situado en esta encrucijada, el cristiano "debe obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch., 5, 29) y puede llegar al extremo de convertirse en mártir.

Desde el antiguo Imperio de Augusto a los modernos totalitarismos hay distancia cronológica, pero el mecanismo que los sustenta es el mismo: la ideología se endiosa a sí misma. Este endiosamiento le lleva, en efecto, a una pulsión totalitaria que le impulsa a hacerse dueña del todo el espacio (no sólo físico, sino vital). Hacerse dueña de la gestión de la cosa pública, pero también de la conciencia de los ciudadanos, sus costumbres, valores, creencias, mitos. Ese afán totalitario es, por su propia naturaleza, insaciable (no conoce límites) y excluyente (no reconoce adversarios).

La ideología que así piensa y actúa no permite que ninguna otra instancia ocupe su espacio. Si esto ocurre, la expulsa de allí con violencia. El Cristianismo, al reconocer ‘la autonomía de las realidades temporales’ y reclamar para sí un espacio propio donde actuar con libertad e independencia, tiene que chocar necesariamente con estos nuevos Leviatanes, que mueven su aparato de poder con una fuerza ciega y terrible.

No es casualidad que los grandes totalitarismos del siglo XX (Nazismo, Fascismo, Comunismo)  y sus retoños ideológicos, sean movimientos anticristianos. Los dos primeros, buscando sus fundamentos axiológicos en el mundo precristiano y en la mitología pagana; el último, basándose en un materialismo histórico, que en la negación de la trascendencia del hombre tiene una de sus claves. En todos ellos, como en ciertas épocas del antiguo Imperio Romano, la semilla del totalitarismo excluyente provocó el fruto de un odio que parece inextinguible.

Tomás Salas

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7 comentarios

Forestier
Un excelente y agudo análisis en el que se pone de relieve las raíces del totalitarismo actual, que es el "endiosamiento2 ideológico, que establece sus propios dogmas y si no los reverencias eres expulsado del ámbito social y de los medios de comunicación: la contracepción, el aborto, la fecundación in vitro o por esperma anónimo, la homosexualidad como algo natural, el gaymonio tan válido como el matrimonio natural, la eutanasia, el guerra civilismo, la eclesiofobia, etc., etc.)
3/03/16 4:46 PM
Pub
La soberbia perfecta, la genuina, la satánica, el odio y la negación de Dios y de su Cristo, es la raíz auténtica del odio a la presencia de Cristo en el mundo a través de su Iglesia, que son los católicos.
4/03/16 1:33 AM
Miguel Antonio Barriola
Da pena observar, hasta qué punto estos "modernosos" no hacen más que reeditar antiquísimas posturas del pasado.
Se darán, sí, pasos impensables en siglos anteriores (pseudomatrimonios gay, abortos extendidos bajo un feminismo mortal para toda mujer,muerte digna - ¿ - ? -), pero la raíz, el núcleo es esa autorreferencia absolutista, tan profunda y claramente fotografiada por la reflexión de Ratzinger - Benedicto XVI, al que tanto se añora, por sus luminosos aportes, para vivir la fe en tiempos de tantas torbellinos.
4/03/16 1:16 PM
Juan Mariner
Anticatolicismo y persecución religiosa no es lo mismo, pero lo primero lleva a lo segundo en España históricamente.

El sustrato español judeo-morisco converso a la fuerza tiene mucho que ver en España (tierra de frontera)con el anticatolicismo y la persecución religiosa cuando se dan las condiciones óptimas. Pero que no desestimen el sustrato católico de la reconquista auténtica, porque muchos están escondidos en los armarios y, cuando les agreden y se dan las condiciones óptimas, no responden de sus actos en legítima defensa (a la Historia me remito).

El "anticlericalismo" es otra cosa, es la respuesta de unos grupos sociales contra el poder de determinados jerarcas en su influencia en la política, generalmente influencia que deja mucho que desear porque se centra mucho en aspectos formales y poco en los materiales, en los de fondo. El clericalismo tiene corte derechista y conservador siempre.
4/03/16 2:02 PM
Pedro
Conviene tener en cuenta también el significado actual de determinados términos, que no es el mismo que pudieron tener en otros momentos históricos. Por ejemplo, anticlericalismo es hoy mas bien una presunta coartada ideológica para esconder ( y justificar) el anticatolicismo.
Por otra parte, lo que hoy se da es un verdadero anticatolicismo, mas que anticristianismo que, a la vista de los hechos y de las manifestaciones de los partáis hostiles a la religión, se manifiesta en esa dirección. Y probablemente por una razón concreta. las religiones cristianas , asi como el islam, se han entendido bien con el poder político, bien sometiendolo, bien dominandolo, porque nacieron con vocación de poder político a la vez que religioso. El catolicismo es la única religión que ha nacido y evolucionado predicando la separación de lo que es del Cesar y lo que es de Dios.
Por ultimo, lo que de verdad pretenden las ideologías anticatólicas es sustituir a la religión catolica por una nueva, la suya. Christopher Dawson y Dalmacio Negro, entre otros,P han explicado con toda claridad como la cuestión política clave es religiosa, mas precisamente, cual es la religión que ha de dominar la vida social. Por eso, aunque sin confesarlo, las ideologías anticatólicas o antirreligiosas tienen una pretensión totalitaria, que pretende no solo controlar el poder, sino las conciencias y la vida de los individuos.
Los ejemplos están a la vista.
4/03/16 4:07 PM
TH
El nuevo totalitarismo es más sutil y sigue los lineamientos establecidos por Antonio Gramsci. Hace creer a la gente que es "libre" cuando en realidad la esclaviza y debido a lo que llaman educación que es un lavado de cerebro no saben distinguir ni saben pensar lógicamente.
5/03/16 8:02 AM
Menka
¿Cuándo la Iglesia condenó fascismo?
Non abbiamo bisogno no lo hace per se, sino en cuanto pone sus criterios por encima de los de Dios y de la Iglesia.
8/03/16 4:47 PM

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