Hace mucho que no escribo en línea, pero ahora siento que es necesario hacerlo con el propósito de ayudar a mis hermanos y hermanas en la fe, para que sepan por qué es tan importante orar en estos momentos. Lo que más me preocupa es cómo terminará el sínodo sobre la «sinodalidad». Quien haya leído mi artículo en línea del 15 de febrero de este año entenderá por qué estoy tan inquieto.
El tema de este XVI Sínodo Ordinario de los Obispos es la «sinodalidad», pero ¿qué es exactamente la sinodalidad? Si nos basamos en la etimología griega de la palabra «sínodo», que significa «caminar juntos», en chino se ha traducido como «discernimiento y caminar juntos»: participación y comunión (para llevar a cabo la misión).
Sin embargo, hay un documento eclesiástico que explica el sínodo desde un hecho histórico importante de la Iglesia, donde el sínodo es el marco mediante el cual la jerarquía eclesiástica ha guiado a la Iglesia a lo largo de la historia.
El Primer Concilio Vaticano definió el dogma de la infalibilidad papal, pero no pudo concluirse debido a la guerra. El Concilio Vaticano II, en su constitución Lumen Gentium, enfatizó la colegialidad de los obispos, ofreciendo una explicación clara. Todo el pueblo de Dios debe participar en la misión de evangelización, pero solo la jerarquía eclesiástica puede asegurar la dirección del camino de la Iglesia y preservar la fe transmitida por los apóstoles. Jesús confió la Iglesia al «colegio apostólico con Pedro como cabeza», y los sucesores de los apóstoles son los obispos.
Desde el inicio de este sínodo, los dos cardenales que lo dirigen y el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, nombrado por el Papa, no han subrayado la conservación de la fe, sino el cambio, especialmente en lo que respecta a la estructura de la Iglesia y su enseñanza moral, en particular sobre la moral sexual y las relaciones homosexuales.
En 2021, alguien preguntó a la Congregación para la Doctrina de la Fe si era posible bendecir a las parejas homosexuales, y la respuesta fue «no», con una explicación detallada, firmada por el Papa Francisco.
Dado que los documentos provenientes de la Secretaría del Sínodo sugerían que este tema se trataría en el sínodo, cinco cardenales, para evitar perder tiempo discutiendo este asunto, presentaron varias preguntas al Papa, incluyendo una solicitud para que reiterara de manera clara su posición de hace unos años.
Entre esos cinco cardenales está el cardenal Zen. ¿Por qué no apareció esta noticia mundial en Sunday Examiner ni en Kung Kao Po? ¿Miedo a que los fieles se escandalicen? ¿Miedo a la división en la Iglesia? ¿Es que nuestros fieles son niños? Si hay desacuerdo en la Iglesia sobre un tema tan importante, ¿no deberían preocuparse los fieles? ¿No deberían tener una postura inicial? ¿No deberían participar en el debate? Algunos católicos de Hong Kong que conocen al cardenal Zen podrían criticarlo por incomodar al Papa, pero otros tal vez lo apoyen por plantear estas preguntas. Participar en el debate y encontrar la respuesta adecuada desde la fe es una oportunidad para que los fieles maduren, ¿no?
Lo más sorprendente fue que al día siguiente el Papa nos respondió con una respuesta larga y complicada que revocaba la respuesta anterior, sugiriendo que «en ciertos contextos» era posible bendecir a estas parejas. Consideramos que esas razones complejas no se sostenían, y pedimos una respuesta sencilla, un «sí» o un «no», pero no hubo más respuestas. Esa carta no podría haber sido escrita por el Papa en un solo día; era evidente que los organizadores del sínodo la habían preparado para justificar su intención de cambiar la doctrina de la Iglesia. Aunque los cinco cardenales no expusimos detalladamente los argumentos para refutar estas razones complejas, yo personalmente elaboré una respuesta detallada, que está disponible en mi blog.
Este sínodo tiene una magnitud sin precedentes: comenzó con debates en las iglesias locales, seguido de reuniones continentales en siete regiones, y finalmente el sínodo de obispos. A nivel continental, la secretaría central controló los procedimientos estrictamente, promoviendo el compartir y evitando el debate. Y ahora en el sínodo oficial, sorprendentemente, están usando el mismo método. Lo más asombroso es que 96 «no obispos» (el 26% del total) tienen derecho a voto. Es evidente que el propósito de este sínodo es desmantelar la jerarquía eclesiástica e introducir una estructura democrática.
El Papa tiene la autoridad para convocar cualquier tipo de reunión consultiva, pero el sínodo de obispos creado por el Papa Pablo VI tenía como objetivo que el Papa escuchara las opiniones de sus hermanos obispos. Cuando hay «no obispos» votando, ya no es un sínodo de obispos.
Volviendo al inicio, debemos rezar para que este sínodo concluya sin problemas, con tres objetivos:
Primero: La manera de celebrar el sínodo. Evitemos que, en el futuro, la historia se cuestione si este sínodo fue realmente un sínodo de obispos. Creo que para que pueda llamarse sínodo de obispos, debe regresar al formato en el que los obispos lideren, discutan y voten, presentando sus sugerencias al Papa como hermanos obispos. Este primer objetivo ya no es completamente alcanzable, pues el procedimiento para 2024 sigue siendo el mismo que en 2023. Siguen sentados alrededor de una mesa, disfrutando de un cálido ambiente familiar, rezando mucho, compartiendo mucho y debatiendo poco, bajo la guía de un facilitador que los lleva al Espíritu Santo. Sólo cabe esperar que los obispos luchen más por su voz y, al menos, no permitan que los no obispos voten junto a ellos.
Segundo: ¿De qué debatirán los obispos en 2024? Al finalizar el sínodo de 2023, solo se aprobó un resumen, sin votación de propuestas. El término LGBTQ, que aparecía en los documentos previos al sínodo, no apareció en el resumen, pero todos asumimos que este tema se discutirá nuevamente en la reunión de 2024.
A finales de 2023, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe emitió una extensa declaración, Fiducia Supplicans (Confianza suplicante), diciendo que en ciertos contextos se puede bendecir a las parejas homosexuales (con los mismos argumentos que la respuesta del Papa a los cinco cardenales antes del sínodo de 2023), y declarando que este asunto estaba claro y no se discutiría más. Este fue un acto violento, impidiendo a los obispos debatir; «ellos» ya habían decidido la conclusión sobre este asunto.
Desde que salió ese documento, la Iglesia ha sufrido una división sin precedentes, y los fieles están profundamente confundidos. La historia de la Iglesia raramente ha visto algo así. El Papa y el Dicasterio dijeron que entendían la situación, pero no retiraron la declaración. Entonces, ¿se discutirá este tema en la reunión de 2024?
Posteriormente, el Papa escribió a la secretaría del sínodo diciendo que los problemas específicos planteados en el sínodo de 2023 se habían delegado a diez grupos de estudio que entregarían sus conclusiones a mediados de 2025. ¿Significa esto que ningún tema será discutido o votado en el sínodo de 2024?
Creo que, al menos, en cuanto a la bendición de parejas homosexuales, deberíamos evitar que este debate continúe indefinidamente. Espero que los obispos puedan persuadir al Papa para que posponga indefinidamente la implementación de esa declaración. ¿No le dijo Jesús a Pedro: «Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos»?
Si este asunto no se resuelve en el sínodo, el futuro de la Iglesia será muy incierto, ya que aquellos que insisten en cambiar la tradición de la Iglesia, incluidos algunos amigos del Papa, seguirán avanzando con sus planes. Mientras el sínodo continúa, estos mismos promotores están fuera del sínodo impulsando activamente su agenda. Preocupa que incluso organizaciones que abogan por la ideología de género, como «New Ways Ministry», hayan sido cordialmente recibidas por el Papa en estos días.
Tercero: Sin temas concretos, el debate se centrará en la sinodalidad de la Iglesia. Esto podría equivaler a discutir si los laicos deberían tener más responsabilidad compartida con la jerarquía pastoral. Si los defensores de este cambio no logran imponerlo en toda la Iglesia, ¿buscarán lograr una diversidad entre las iglesias locales? ¿Conferencias episcopales con autonomía en cuestiones doctrinales? Este es un futuro aterrador. Si esta idea prospera, ya no seremos católicos (la Iglesia Anglicana de Londres aprobó el matrimonio homosexual, y ahora sus fieles representan menos del 20% de los anglicanos a nivel mundial. ¿Podemos no estar alerta?).
No sirve de nada preocuparnos por estos problemas. Ayunemos y recemos (especialmente el rosario). No perdamos la esperanza.
Cardenal Joseph Zen Ze-kiun
Publicado originalmente en su blog