El Reino Unido ha sido descrito como el epicentro de la cultura de la muerte. La sede internacional de la Federación internacional de Planned Parenthood, la mayor promotora del aborto en el mundo y partidario histórico del régimen de aborto forzoso en China, está en Londres, y su mortífera labor ha sido masivamente financiado durante décadas tanto por los gobiernos conservadores como socialistas.
El Reino Unido ha sido también la cuna del movimiento mundial provida, con la formación de la Sociedad para la Protección de los Niños no Nacidos (SPUC- Society for the Protection of Unborn Children), la primera organización de campaña provida que se creó en todo el mundo, a finales de 1966.
Al igual que los grupos provida de todo el mundo, la SPUC, aunque fundada por protestantes, pronto se convirtió en una organización, un movimiento, compuesto mayoritariamente por católicos y está claro que no hay forma de que el movimiento provida, en el Reino Unido o en todo el mundo, pueda lograr el cambio de paradigma necesario para derrotar al aborto sin la Iglesia.
Es en este contexto cultural en el que hay que juzgar el nombramiento del P. Philip Dyer-Perry, como Director Pastoral de Allen Hall, un seminario de la archidiócesis de Westminster, Londres. Una cosa es cierta. Su nombramiento provocará una gran conmoción en los fieles católicos y en todos aquellos que participan en el movimiento provida de todas las denominaciones.
El P. Dyer-Perry es el párroco de Nuestra Señora del Rosario, en Staines, Middlesex, en el borde oeste del Gran Londres. En el fin de semana del domingo1 de noviembre de 2020, según Independent Catholic News, él escribió un mensaje para sus feligreses polacos, en el que condenaba severamente la ley del tribunal constitucional de Polonia que prohíbe el aborto en el caso de un bebé que se considere gravemente discapacitado. Dijo:
«... esta ley no respeta la elección y la autonomía de la madre. Es una decisión muy valiente (y podría decirse que correcta) que una mujer elija dar a luz a un hijo discapacitado, pero la valentía no puede ser impuesta por un edicto gubernamental. Aunque los gobiernos tienen una responsabilidad de salvaguardar todas las vidas, la realidad es que el niño no nacido vive dentro del cuerpo de la madre, depende completamente de ella para vivir, y por lo tanto, la persona más adecuada para decidir si continuar con el embarazo es la madre, asistida, por supuesto, por los profesionales médicos y otros. La situación no mejora cuando quienes pretenden imponer esta nueva ley son, predominantemente, hombres».
Me jubilo como director ejecutivo de la SPUC a finales de agosto de 2021 después de 47 años trabajando para la Sociedad a nivel nacional e internacional. No recuerdo a nadie que pretenda hablar en nombre de la Iglesia católica en Inglaterra y en Gales que exprese una posición sobre el aborto que tan claramente se oponga al quinto mandamiento y que lo haga en la forma de los argumentos más comúnmente utilizados y desacreditados del lobby pro-aborto.
El objetivo del movimiento provida es oponerse y derrotar la idea, que domina prácticamente en todo el mundo, de que existe una vida que no es digna de ser vivida; y crear una sociedad en la que la ley de Dios «No matarás» no esté sólo escrita en la legislación nacional e internacional, sino que también sea sostenida y enérgicamente defendida por nuestros conciudadanos.
Una civilización puede ser juzgada por cómo trata a sus miembros más vulnerables. Los niños no nacidos son los miembros más vulnerables de la familia humana. Aunque el vientre de una madre debería ser el lugar más seguro del mundo, es estadísticamente uno de los más peligrosos para vivir. Los niños discapacitados no nacidos son, a su vez, los más vulnerables entre los no nacidos. Por lo tanto, la protección de estos niños y de sus familias es la característica fundamental para evaluar el nivel de nuestra civilización. Polonia ha iluminado el camino hacia la reconstrucción de una sociedad verdaderamente civilizada.
El nombramiento del P.Dyer-Perry, por el contrario, constituye una grave amenaza para el futuro de la lucha provida en Gran Bretaña, y su resistencia a las barbáricas leyes antivida, ya que él estará formando sacerdotes católicos que forman el pueblo católico de cuyas filas se compone la gran mayoría del movimiento provida.
Su postura sobre el aborto es verdaderamente revolucionaria ya que pretende abiertamente derrocar un mandamiento de Dios sobre el que se fundamenta la civilización cristiana y no sería difícil, recurriendo a textos eclesiásticos antiguos y nuevos, demostrar con detalle cómo ese es el caso. Baste decir que, según la Congregación para la Doctrina de la Fe, la doctrina moral católica rechaza claramente la noción de la autonomía del estado (de la Iglesia) entendida como independencia de la ley moral (*).
La semilla venenosa de los sentimientos del P. Dyer-Perry con respecto a la decisión constitucional polaca caerá en suelo fértil a nivel gubernamental y en círculos académicos en el Reino Unido.
Durante el año pasado, la pandemia el Covid-19 ha sido usada por el gobierno de Boris Johnson principalmente para incrementar el número de abortos en el Reino Unido (legislando el aborto en casa) e imponiendo, después de 55 años de una batalla de resistencia liderada por la Sociedad para la Protección de los Niños no Nacidos, un régimen de aborto totalmente financiado, en Irlanda del Norte. Esto se hizo por encima y en contra de los deseos de la gente de Irlanda del Norte y sus políticos.
En los últimos años, Jeff McMahan, un profesor de filosofía de la Universidad de Oxford, ha respaldado el infanticidio como una opción en ciertas circunstancias. En un artículo titulado Infanticidio, publicado en la revista de filosofía Utilitas en 2017 McMahan escribe:
«La creencia común de que el infanticidio es moralmente diferente al aborto es difícil de defender, dado que puede no haber diferencias entre un feto viable y un recién nacido de la misma edad (calculando la edad desde la concepción más que desde el nacimiento). Para ser coherentes, puede que tengamos que abandonar la idea de que los abortos tardíos pueden estar justificados, incluso para evitar un daño importante a la mujer embarazada, o la opinión de que el infanticidio es moralmente tan grave como el asesinato de un niño mayor o de un adulto».
John Smeaton
(*) Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota Doctrinal sobre Algunas Cuestiones con respecto a la Participación de Católicos en la Vida Política ( 24 de noviembre de 2002) n.6
Traducido por Ana María Rodríguez para InfoCatólica