Nota: El siguiente texto es una declaración redactada por el profesor Josef Seifert, célebre filósofo austríaco y cofundador de la Academia Internacional de Filosofía (IAP). Amablemente la ha remitido para su publicación en OnePeter5
El 14 de diciembre de 2017, el profesor P. Maurizio Chiodi pronunció, en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, un discurso titulado «Relectura de Humanae Vitae (1968) a la luz de Amoris Laetitia (2016)». Ha sido nombrado como nuevo miembro de la PAV, la Pontificia Academia para la Vida, fundada por el Papa Juan Pablo II para explicar y defender las verdades que la Iglesia enseña sobre la vida humana en Humanae Vitae y otros documentos. Sin embargo, Chiodi no sólo rechaza abiertamente la enseñanza moral de la Iglesia acerca de la anticoncepción, magníficamente enunciada en Humanae Vitae, según la cual existe un vínculo maravilloso y profundo entre la unión conyugal amorosa y la procreación, por lo que todo acto de anticoncepción que establezca una separación entre el significado unitivo y procreador del acto conyugal es intrínsecamente malo en cualquier situación. Además de negar estas enseñanzas, Chiodi afirma que la anticoncepción es incluso obligatoria moralmente en ciertas circunstancias. En su opinión, la paternidad responsable puede obligar a un matrimonio a aplicar métodos artificiales de control de la natalidad.
Podría parecer así que el P. Chiodi pretende responder a dos de las cinco famosas dubia. La respuesta tácita de Chiodi podría formularse así: «No existen, en efecto, actos humanos que sean intrínsecamente malos en todas las circunstancias».
Chiodi invoca la exhortación apostólica del papa Francisco sobre la familia, Amoris Laetitia, como nuevo modelo y paradigma de la teología moral, que suprime el concepto (expuesto de forma solemne y magisterial en Humanae Vitae, Familiaris Consortio y Veritatis Splendor) de que la anticoncepción es un acto humano intrínsecamente malo, en todo lugar y en todo momento. Chiodi añade, en radical y directa contradicción con la enseñanza del Magisterio de la Iglesia contenida en Humanae Vitae, en virtud de la cual existen «circunstancias –me refiero al capítulo 8 de Amoris Laetitia– en las que, precisamente por motivos de responsabilidad, exigen la anticoncepción.» Chiodi señaló que «cuando los métodos naturales resulten imposibles o inviables, es preciso encontrar nuevas formas de responsabilidad».
La tesis de Chiodi constituye una defensa inequívoca de la moral consecuencialista y proporcionalista que sirvió para atacar la Humanae Vitae desde el primer día de su publicación, cuestionando no sólo su enseñanza de que la anticoncepción es intrínsecamente mala, sino que llegó a afirmar que no existen actos intrínsecamente malos en absoluto; y que la naturaleza moral de todo acto humano es determinada exclusivamente por la proporción entre sus efectos buenos y malos. Esta opinión fue rechazada y refutada inequívocamente por Veritatis Splendor.
Chiodi propone también otras tesis generales filosóficas y éticas que son profundamente erróneas y totalmente destructivas no sólo de las enseñanzas morales de la Iglesia Católica, sino también de la esencia de la moralidad y, en realidad, de cualquier verdad y Magisterio de la Iglesia, a saber: 1) el relativismo histórico, 2) la teoría de la verdad consensuada, y 3) la moral de situación.
- Al sostener que las normas del Derecho natural «conservan el bien y enseñan el camino del bien, pero son históricas», Chiodi niega la validez y verdad eternas de las normas que nos indican que la anticoncepción y otros muchos actos son intrínsecamente malos, sin depender ni estar supeditados a las opiniones históricas cambiantes, como si Humanae Vitae pudiera ser verdadera en 1968 pero no en 2018.
- Por otra parte, Chiodi, aunque no lo afirma expresamente, sugiere con fuerza que el hecho de que un gran porcentaje de matrimonios católicos practique la anticoncepción y no acepte esas normas justifica que se guarde silencio a este respecto o incluso demuestra que tales normas ya no son válidas, como si el consenso de la mayoría determinara la verdad. Basándose en este mismo argumento, se podría alegar que está justificado no hablar más del primer mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, o incluso que este precepto ya no es válido porque la mayoría de los católicos no lo cumplen, o sostener que el mandamiento que prohíbe levantar falso testimonio contra el prójimo no es ya válido porque la mayoría de las personas mienten y calumnian a otras.
- Al sostener que algunas «circunstancias –me refiero al capítulo 8 de Amoris Laetitia– exigen, precisamente por motivos de responsabilidad, la anticoncepción» (Chiodo, ibid.), Chiodo niega de hecho la malicia intrínseca de la anticoncepción, que Pablo VI y sus predecesores y sucesores enseñaron en su magisterio, y hace depender plenamente el bien o mal moral en la transmisión de la vida humana de la situación concreta. Tras trazar las líneas de esta ética proporcionalista de la anticoncepción, meramente teleológica o consecuencialista, Chiodi asegura, en general, que no existen actos intrínsecamente malos y que la moralidad de una acción humana nunca puede ser determinada de forma universal «por una norma general,» sino que depende de la proporción entre las consecuencias buenas y malas de los actos humanos en situaciones concretas. Entendida en este sentido general, la ética de la situación que el P. Chiodi defiende supondría también negar la maldad intrínseca del aborto y la eutanasia, así como de otros muchos actos que Veritatis Splendor señala como moralmente malos en todas las circunstancias y situaciones. Procede señalar que esta opinión no tiene nada que ver con la ceguera de la conciencia, la ignorancia moral o la imputabilidad personal que tan a menudo invoca Rocco Buttiglione en este debate. No, Chiodi hace referencia a una «obligación de anticoncepción» totalmente objetiva en determinadas situaciones.
Así pues, la interpretación del P. Chiodi contiene, aparte de un rechazo abierto al Magisterio de la Iglesia en materia de anticoncepción que se expone en Humanae Vitae, errores desastrosos de filosofía general, que fueron refutados enérgicamente por el magisterio del Papa Juan Pablo II en Veritatis Splendor. Sólo cabe esperar que el Papa Francisco, el Arzobispo Paglia y la gran mayoría de los miembros de la Pontificia Academia para la Vida pidan al P. Chiodi que se retracte de estos graves errores o que dimita de inmediato de esta ilustre Academia, cuyo fundador y padre espiritual, el Papa Juan Pablo II, luchó de manera inequívoca y constante, condenándolos de forma definitiva, precisamente contra los mismos errores que el P. Chiodi propone ahora.
Asimismo, San Juan Pablo II fundó la Pontificia Academia para la Vida (PAV) precisamente a fin de que explicara y defendiera las verdades que Chiodi niega. (Como ex miembro ordinario y vitalicio de la PAV, antes de la reforma realizada por el Papa Francisco en 2016, presté juramento de no negar nunca estas verdades y sólo puede sentir una profunda tristeza por esta traición a la PAV, especialmente cercana al corazón de Juan Pablo II, en caso de que las opiniones como las de Chiodi no sean retractadas por él mismo, por la PAV o por el Papa Francisco).
La verdad moral y la falacia del proporcionalismo no sólo son objeto de la fe católica, sino que también la razón humana puede reconocerlas. Fueron defendidas por los grandes filósofos paganos Sócrates, Platón y Cicerón, así como por miembros de otras religiones, algunos de los cuales pertenecen a la nueva Academia Juan Pablo II para la Vida Humana y la Familia que continúa prestando, sin ambigüedades, sus servicios a las grandes verdades fundamentales y fines de la PAV
Josef Seifert
Traducido por Víctor Lozano para InfoCatólica
Publicado originalmente en OnePeter5