La falacia de la objeción de conciencia médica

La falacia de la objeción de conciencia médica

A mi juicio, el personal sanitario no debe manifestar objeción de conciencia, sino objeción de ciencia. Negarse a practicar la eutanasia, a participar en un acto despenalizado a partir de ahora en España, no debe comprenderse como una objeción de conciencia para el sanitario, sino como la asimilación de la conducta del médico al bien originalmente protegido como es la vida.

El Congreso de los Diputados pisa el acelerador este jueves para que la Ley que regula la eutanasia entre en vigor dentro de tres meses, permitiendo al paciente pedir ayuda para morir a quien debe velar por la custodia y protección de su vida. La condición para asestar el «golpe de gracia» será confirmar su voluntad de morir en al menos cuatro ocasiones durante el proceso, controlado por una comisión de garantías, y con la posibilidad de que su acción sea reversible.

El Consejo General de Colegios de Médicos, además de rechazar la creación de un registro de objetores ante la proposición de ley de regulación de eutanasia y suicidio asistido en España, señala la importancia de desarrollar una cláusula de objeción de conciencia que permita al sanitario su rechazo a participar en el proceso eutanásico. Aunque algunos piensen que, una vez despenalizadas ciertas acciones, es injusto que el médico las deniegue a quien las solicita (tanto más cuando se cuentan entre las prestaciones sanitarias ofrecidas y subvencionadas por los servicios públicos de salud), lo cierto es que el Código de Ética y Deontología Médica mantiene en su art. 27.2 que «el médico no debe estar condicionado por acciones u omisiones ajenas a su propia libertad de declararse objetor de conciencia».

A mi juicio, el personal sanitario no debe manifestar objeción de conciencia, sino objeción de ciencia. Negarse a practicar la eutanasia, a participar en un acto despenalizado a partir de ahora en España, no debe comprenderse como una objeción de conciencia para el sanitario, sino como la asimilación de la conducta del médico al bien originalmente protegido como es la vida. El profesional sanitario, más allá de encontrase ante un conflicto entre el deber de obediencia a la norma y el deber de obediencia a la propia conciencia, rechaza participar en una acción contraria a su ética profesional, preservando la vida y la salud de las personas. No es sólo un deber de lealtad entre el imperativo de la conciencia y del ordenamiento jurídico, entre la conciencia y un bien público, sino la negación a participar en una acción despenalizada a la que no se puede obligar a realizar a ningún facultativo al estar en juego el telos de la profesión médica, el principio del respeto a la vida humana como finalidad última de la medicina, ante la pretensión despenalizada que supone un mal: si el primer bien es la vida, quitarla es la mayor privación que se puede infligir a una persona.

Las objeciones a la eutanasia no provocan sólo un conflicto entre la conciencia y un bien público, entre la ley y la conciencia, porque la objeción de ciencia consiste en seguir la norma general de proteger la vida humana frente a la auténtica ilegalidad proveniente de quienes pretenden promover la práctica despenalizada imponiendo la participación de actos ajenos al ejercicio de la medicina. El profesional sanitario tiene pleno derecho a no participar en dichos actos, no sólo a objetar. Poner al profesional sanitario en la condición de objetantes es una falacia. Por una parte, se genera la impresión de reforzar la posible resistencia al apelar directamente a la conciencia, pero por otro lado parece que exista una oposición a la ley y al bien público por razón de conciencia, algo que no es del todo cierto, puesto que la conducta que mejor sigue el bien protegido por la norma, que es el bien de la vida humana, es precisamente la del médico que no participa en realizar ningún acto contrario al ejercicio de su profesión.

Roberto Esteban Duque

 

5 comentarios

alejandra
La palabra "vida" es amplia y no solamente signifiica "mientras este vivo".
Una muerte digna tambien es parte de una vida digna.

Asi, un medico puede perfectamente estar de acuerdo en brindarle a un paciente la opcion a una muerte placentera y digna, como parte del cuidado y el deber de asistirle en su vida.
18/03/21 12:41 PM
Puñakas
Bueno.....La palabra vida, significa vida, actividad. La muerte es la terminación de la vida. Simple y llanamente.
Ahora bien, podemos retorcer los significados todo lo que quweramos para "llevarnos el agua a nuestro molino.
Solamente cuando entendemos que nuestra vida no es nuestra, que se nos ha dado en custodia, y que no podemos hacer con ella lo que queramos, haremos lo que tenemos que hacer, que es protegerla y custodiarla.
Cierto es que en los tiempos que corren, esto se ha perdido completamente. Se ha perdido el significado de la vida. Hemos perdido nuestro vínculo con nuestro creador, porque no somos más que eso, criaturas, y a partir de ahi......"todo vale"
Ya lo dice Dostoyevski: SI Dios no existe, todo está permitido. Y eso es lo que está pasando: Dios no existe para el hombre moderno. Todo esta permitido: eutanasia, sodomía, transgenero, poliamor, degeneración...y tantas cosas que van contra el hombre.
Que Dios nos perdone..
18/03/21 3:31 PM
maru
Eso de muerte digna, es una falacia como otra cualquiera. El médico , siempre debe velar por la vida del paciente, no quitársela, ahora serán ejecutores de muerte, como en los países donde hay pena de muerte . Un sinsentido.
19/03/21 12:56 PM
Carmen L
Propongo que antes de un registro de objetores, se elabore un registro de verdugos, debe haber algunos casos, de gente sin mayor problema de conciencia que sepan aplicar una inyección a la vena. Así cada centro asistencial podría contar con un verdugo profesional, preservando al médico para la vida.
19/03/21 10:30 PM
Forestier
Matar o quitarse la vida -porque se sufre-, es lo contrario de una muerte digna.
20/03/21 8:50 PM

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