Con motivo de la abdicación del Rey, estamos presenciando en muchas ciudades españolas manifestaciones republicanas en las que ondea la bandera tricolor.
Para empezar debo decir que el dilema Monarquía o República no me parece de especial importancia. De hecho en Europa hay numerosas monarquías y repúblicas a los que nadie puede negar el calificativo de países democráticos. El verdadero problema es: mi país, o cualquier otro, ¿es una nación democrática en la que se respeta el Estado de Derecho y los valores democráticos, es decir los derechos humanos, o, por el contrario, no sucede así?
Es evidente que la forma de gobierno no es lo decisivo. Los dos países del mundo en que hay menos libertad religiosa y de cualquier otro tipo, Corea del Norte y Arabia Saudí, son dos países con monarquía absoluta hereditaria, aunque en Corea del Norte no le llamen Rey al dictador. Pero también hay países donde hay República y la democracia brilla por su ausencia, como sucedió con la Alemania del Este, la por ellos llamada República Democrática Alemana, o pasa hoy con Cuba. Nunca olvidaré que estaba en Alemania en Agosto de 1961, cuando se construyó el Muro, ni mi visita nocturna pocos años después, a un buen trecho del Muro, naturalmente desde el lado occidental. El Muro cayó porque al ser humano le gusta la libertad y por el desastre económico, con una diferencia abismal entre el Oeste y el Este, pero que no impidió enriquecerse a la clase dominante en los países comunistas.
Por ello la pregunta que tenemos que hacernos en nuestra España es: ¿la República por la que se están manifestado los que se consideran republicanos, ondeando la bandera tricolor republicana y poniéndonos como ejemplo la Segunda República, sería una verdadera democracia, tipo países occidentales de nuestro entorno, o una República totalitaria de tipo comunista?
Es indudable que los que conocemos algo la Historia, no podemos tener una impresión buena de la Segunda República ni de sus libertades. La Ley de Defensa de la República del 21-X-1931, es decir del mismo año de proclamarse la República decía así : «Art. 1º. Son actos de agresión a la República y quedan sometidos a la presente ley: & VI. La apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación, y el uso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a uno u otras». Es decir estaban prohibidos no sólo las manifestaciones llevando la bandera bicolor, sino hasta llevar en la solapa un simple pim con los colores rojigualdos. Un chiste de Xaudaró (el Mingote de aquellos años) fue: Un padre a su hija: «Hija, o te lavas los dientes o te pintas el labio inferior de morado, que no quiero problemas».
Pero todavía hubo cosas peores, como la propia Constitución republicana. Mientras el artículo 2 decía algo perfectamente democrático, como «todos los españoles son iguales ante la Ley», el artículo 26 hacía buena la futura frase (todavía no estaba escrito ese libro) de «Rebelión en la granja»: «Todos los animales son iguales, pero algunos más iguales que otros». En este caso los menos iguales eran los religiosos de la Iglesia Católica. Dice ese artículo:
«Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial. El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.
Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta la legítima del Estado ( los jesuitas con su voto de obediencia al Papa, por lo que tres mil ciudadanos españoles tuvieron que irse al exilio sin haber cometido delito). Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.
Las demás Órdenes religiosas se someterán a una ley especial votada por estas Cortes constituyentes y ajustadas a las siguientes bases.
3ª Incapacidad de adquirir y conservar, por sí o por persona interpuesta, más bienes que los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privados.
4ª Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.
6ª Los bienes de las Órdenes religiosas podrán ser nacionalizados».
El problema actual es que los manifestantes por la República (IU, ERC, Podemos y otros afines) pertenecen a la extrema izquierda radical, antisistema y antidemocrática. Todos ellos, si no me equivoco, son defensores de la dictadura del proletariado, tienen como modelos a la Cuba de Castro y a la Venezuela chavista y en el caso de Pablo Iglesias en una conferencia en una herrikotaberna, se proclama leninista, partidario de la independencia de Euzkadi y simpatizante de ETA, a la que califica de defensora de derechos que no pueden defenderse desde la legalidad. Los muchísimos republicanos sensatos que hay en España no quieren evidentemente que esta gente, con pretexto de traernos la República, terminen con las libertades y democracia en España, que son mucho más importantes que Monarquía o República.
P. Pedro Trevijano, sacerdote