España, campo de batalla entre el Bien y el Mal. ¿Exagero? Id a la puerta del Valle de los Caídos o escuchad las melonadas de ZParo.
El Gobierno cierra una iglesia con la Guardia Civil y, mientras los obispos callan, los fieles pasan frío para ir a misa. Todo un ejemplo de ese laicismo agresivo denunciado por el Papa en su visita a España que tanto molestó a los progres.
Os dejo la opinión de un vaticanólogo sobre la importancia que se concede a España en Roma... y en el Imperio Progre. ¡Los españoles somos ratas de laboratorio para los progres!
España es una gran preocupación para este Papa.
España no es sólo una gran preocupación para este Papa. España es una preocupación para el Vaticano y para la Iglesia católica en toda Europa. Zapatero se ha convertido en el símbolo de todo lo equivocado del secularismo europeo. Es interesante y significativo que cuando Obama fue elegido, hubo un debate aquí, en el Vaticano, sobre si se convertiría en un Zapatero global. Porque para ellos Zapatero es el símbolo de este secularismo radical, hostil a la religión, hostil a la Iglesia católica y hostil a sus enseñanzas morales. La preocupación es que el impacto de Zapatero no se quede en España sino que se extienda por Europa y que tenga un serio impacto en Latinoamérica, donde viven la mitad de los católicos del mundo. Hay un serio temor de que Zapatero sea una enfermedad que se extienda e infecte a toda Latinoamérica.
¿Y cómo ha reaccionado a esa situación el Vaticano?
Creo que hay dos actitudes. Una es partidaria de batallar con Zapatero, de llevar a la gente a la calle para manifestaciones a favor de la familia, para protestar contra el Gobierno. La otra es partidaria de dialogar con Zapatero y el movimiento que representa, invitarlo a la conversación razonada, para que no vea a la Iglesia católica como un enemigo sino como un amigo potencial. Este era el estilo de Benedicto XVI cuando se encontró por primera vez con Zapatero en Valencia en el Congreso Mundial de las Familias, en el 2006. Entre los periodistas se esperaba que ese encuentro fuese muy violento, pero en realidad fue una fiesta del amor en la que Benedicto XVI, de manera deliberada, no planteó ninguna de las cuestiones contenciosas como el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia o las relaciones Iglesia-Estado. Su estilo fue intentar encontrar áreas de potencial acuerdo y construir una relación. Creo que estas dos actitudes definen la reacción de la Iglesia católica y aún hoy sus líderes están divididos.
Las declaraciones anteriores son de hace un año. A la vista de las últimas palabras del Papa (Dios le guarde), éste ha decidido dar la batalla. ¿Le seguirán los jerarcas españoles?
Que estas palabras de la homilía pronunciada hace dos semanas en el Valle de los Caídos sean la guía de los obispos y de los fieles:
Es preferible una Iglesia mártir −y recordemos que la palabra mártir significa "testigo"− que una Iglesia connivente con el mal por temor a perder un bienestar temporal.
Pedro Fernández Barbadillo