Me entero por el Blog de Tomás de la Torre en Infocatólica
En principio a nadie le gusta que le protesten. Pero hay protestas que son una medalla para el protestado. Por ejemplo, ésta.
Prácticamente nada de lo que indigna a estos protestantes es cosa de Don Juan José Asenjo. De lo que protestan es de la Iglesia. Con lo que podrían manifestarse en la plaza de San Pedro o ante las residencias de la gran mayoría de los obispos del mundo. Cosa que no es descartable.
Los protestones, la mayoría de las veces en insignificante número de perroflautas, buscan una notoriedad mediática que son incapaces de lograr por otros medios. Porque hay un periodismo que acoge encantado cualquier acto de este tipo pensando que con ello dañan a la Iglesia. Es igual que sean ocho ateos ante la Almudena o tres mujeres que enseñan sus pechos ante la basílica vaticana. Curiosa forma de protestar la de estas mujeres.
A los protestados decirles que actos como estos deben considerarlos como la mejor prueba de que son buenos obispos. Lo verdaderamente preocupante sería que esa gente les aplaudiera. Porque sería clara señal de que lo estaban haciendo muy mal.
Y actos así deben servirnos a los católicos para cerrar filas con nuestros obispos. Porque agrediéndoles a ellos lo hacen a la Iglesia y a todos nosotros. Los fieles necesitan a sus obispos. Y ellos a sus fieles. Tal vez haya habido un distanciamiento que es hora ya de aproximar. El padre, con sus hijos. Y los hijos, con su padre.
Una hora después de la protesta perrofláutica me voy a manifestar yo en Sevilla. Aunque no físicamente estaré espiritualmente ante el palacio episcopal en un acto de adhesión a Don Juan José Asenjo, arzobispo hispalense. Y si estuviéramos organizados, como sigan tocándonos las narices lo estaremos, esa protesta, en el caso de que tuviera alguna entidad, que no la tiene, ni tendría lugar porque a esa hora la plaza estaría llena de católicos sevillanos mostrando a su arzobispo su amor y su respeto. Sin violencia alguna con los perroflautas. Que ni podrían llegar a la plaza porque estaría totalmente ocupada.
No es un llamamiento a los católicos sevillanos. No hay que matar moscas a cañonazos. Ni dar importancia a un hecho insignificante. Porque no son nadie. Pero si un día llegaran a ser algo importante, que tampoco parece probable, tendríamos que prepararnos para responder.
Concluyo felicitando al arzobispo por sufrir esa protesta de lo peor. Porque es clara señal de que lo está haciendo bien. Y manifestando además una sospecha. Quienes viven ajenos a la Iglesia no se prestan a esas manifestaciones. Tengo para mí que tales actos se cuecen en cloacas eclesiales. ¿No sería hora ya de limpiar definitivamente esas cloacas?
Francisco José Fernández de la Cigoña
Publicado originalmente en La cigüeña de la torre