León XIV

León XIV

He comenzado diciendo que el reto que León XIV tiene ante sus ojos es imponente; y, por ello, me atrevo a aprovechar esta salutación en el inicio de este pontificado para hacer un llamamiento a todos nuestros fieles, de cara a recuperar o a iniciar el hábito de rezar diariamente un padrenuestro por las intenciones del Papa.

En nombre de toda la Diócesis de Orihuela-Alicante comienzo por expresar nuestra gratitud al Papa León XIV, por haber dicho «sí» a la llamada a ser nuestro pastor; al mismo tiempo que le expresamos nuestro más sincero propósito de colaboración en la inmensa tarea que le ha sido encomendada… Con usted, Santidad, ¡somos un solo corazón y una sola alma!

El reto que tiene ante sí León XIV es imponente, ya que la cultura globalizada en la que vivimos camina en una dirección bien distinta a la del Evangelio. Y, sin embargo, percibimos muchísimos signos de insatisfacción que denotan que el corazón de todo hombre anhela una autenticidad y una integridad que la sociedad del bienestar no es capaz de ofrecerle. No me cabe la menor duda de que la figura y el vastísimo legado de San Agustín van a resultar determinantes en este pontificado. Y esto no es una cuestión menor, ya que Agustín es un auténtico buceador del corazón del hombre (de hecho, es conocido como el «doctor del corazón»), y pienso que es la figura clave para dar una respuesta a la sed de Dios latente en tanto sufrimiento e insatisfacción: «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». (Confesiones de San Agustín, libro I, capítulo 1).

En los días previos al inicio del cónclave, envié un mensaje a redes sociales en el que manifestaba lo siguiente: «Necesitamos un Papa con la garra apostólica de San Juan Pablo II, la claridad doctrinal de Benedicto XVI, y el corazón del Papa Francisco…» Pues bien, tengo la firme esperanza de que Dios ha escuchado nuestras oraciones y de que en León XIV podremos ver cumplidos los tres desideratum.

La garra apostólica de San Juan Pablo II la intuimos en el espíritu misionero de un norteamericano que dejó su próspera nación cuando era muy joven, para evangelizar en el Perú... Los misioneros son aquellos que tienen el mundo por hogar, a los más débiles por tesoro y al Evangelio por bandera. ¡Qué alegría que tengamos el primer Papa misionero de la historia! Obviamente, hablo de «misionero» en el sentido moderno del término, ya que el primer Papa misionero fue San Pedro.

La claridad doctrinal de Benedicto XVI la percibimos no solo en su amplia formación (matemática-filosófica-teológica y de derecho), sino en las manifestaciones inequívocas que ha realizado a lo largo de su ministerio episcopal y como Prior General de la Orden Agustiniana, acogiendo y proclamando el Magisterio de la Iglesia en su integridad, incluyendo los temas mediáticamente más conflictivos que el pensamiento único dominante pretende imponer a la Iglesia. A este respecto, me parece muy significativo el lema elegido por León XIV: «In Illo uno unum» (que seamos uno en el Uno). Con esta expresión de San Agustín subraya a importancia de que el Papa sea instrumento de la comunión interna en la Iglesia, en torno a una misma fe, sin permitir que las ideologías mundanas provoquen divisiones internas entre nosotros.

El corazón del Papa Francisco lo vemos latente en la humildad de León XIV.  Me ha parecido especialmente elocuente que nuestro nuevo Papa haya manifestado en su primera homilía (Misa «Pro Eclessia», concelebrada en la Capilla Sixtina al día siguiente de su elección), la necesidad de poner a Cristo resucitado en el centro de la acción evangelizadora («Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre»), asumiendo para ello el compromiso de ejercer la autoridad sin buscar el protagonismo personal. Estas fueron sus palabras: «Desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado».

He comenzado diciendo que el reto que León XIV tiene ante sus ojos es imponente; y, por ello, me atrevo a aprovechar esta salutación en el inicio de este pontificado para hacer un llamamiento a todos nuestros fieles, de cara a recuperar o a iniciar el hábito de rezar diariamente un padrenuestro por las intenciones del Papa. A buen seguro que en estos días pasados muchos de vosotros habréis experimentado ya el poder y la eficacia de la oración, así como el gran valor que tiene para unirnos en la comunión de la Iglesia.

En estos primeros días de pontificado son muchos los que rastrean con curiosidad en el pasado de Robert Francis Prevost, para intentar descubrir el alma de este religioso agustino de 69 años, que ha pasado a ser nuestro padre en la fe. No os voy a ocultar que yo también lo he hecho, y he descubierto una perla preciosa: la Consagración de la Diócesis de Chiclayo al Inmaculado Corazón de María y al Corazón de Jesús que hizo Mons. Robert Prevost en el año 2019 ante la imagen peregrina de la Virgen de Fátima. ¡Todo un signo, en la línea de la encíclica recientemente publicada por el Papa Francisco (Dilexit Nos) sobre el Sagrado Corazón de Jesús!

+ José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante

1 comentario

Nuria
Se siente aquí, se siente aquí, se siente aquiiiiii
El Espíritu de Dios se siente aquí

Viva San León XIV y viva la cristiandad !
12/05/25 12:38 PM

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