Una necesidad vital y de supervivencia mueve a cubrir una búsqueda existencial, trascendental y de sentido, así, la venerada imagen de la Virgen de la Candelaria del Socavón de Oruro, fue colocada y sostenida en su santuario, por la fe del pueblo creyente, por aquellos que trajeron la fe de sus mayores –no sólo los clérigos–, los que trabajaban las minas obscuras, con tenebrosos socavones, moradas de fuerzas demoniacas, y que, como nadie necesitan de la luz, ...por eso quién sino la Candelaria y no otra podría ser la Patrona de los mineros, la que porta la Luz.
Santa María del Socavón, es desde tiempos inmemoriales, la Reina de éste y de todos los otros carnavales de Oruro; ha sido, es y será, la Patrona y Reina de los mineros, y de esta demostración única en su género por su trasfondo religioso, como es la Peregrinación del Sábado de Carnaval, habiendo sido la Virgen, declarada asimismo, Patrona del Folklore Nacional por ley del 12 de febrero de 1994.
En tres campos fácilmente se descontrola el hombre: el alcohol, la lujuria y la avaricia, de ahí que, hay purificaciones pendientes en la verificación del Carnaval de Oruro:
1. Impudor. “El vestido es el exterior que más continuamente expresa y significa el interior de cada persona”. Si nuestro carnaval es una expresión eminentemente católico-mariana, éste debe reflejar, como lo afirmó Monseñor Bialasik, Obispo diocesano, en la homilía del domingo recientemente pasado, “la dignidad propia de un cristiano”. Un vestido artísticamente concebido que no guarda el pudor debido, carece de la dignidad propia de un devoto de nuestra Señora.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas” (2521).
Consiguientemente, la ocasión próxima de impureza en el público, durante la verificación de nuestro Carnaval tiene una clara conexión con el impudor de ciertos vestidos de participantes de los grupos folklóricos. La micción en vías públicas que se convierte en “algo normal” durante toda esta larga temporada de ensayos y recorridos, oficiales y extraoficiales, de parte de músicos, bailarines y espectadores que hacen de nuestras calles y viviendas, mingitorios públicos, y que se va “quedando” en los hábitos de las personas el resto del año, como clara expresión de un retorno al impudor pagano, ya que pudor y sentimiento de vergüenza son almas gemelas, que tienen como misión proteger la intimidad personal.
La vanidad se relaciona directamente con la falta de pudor, y de hecho “el impudor en las modas y costumbres, ha ido siempre unido a otros fenómenos sociales negativos”, y ha coincidido con un aumento de divorcios y adulterios, de embarazos de adolescentes, de la lujuria en todas sus expresiones.
2. Profilácticos a granel. Desde hace unos años, con el slogan de "salud sexual y reproductiva", instituciones promotoras de ese engañoso estilo de vida, lo promueven públicamente y muy particularmente antes y durante el Carnaval de Oruro, entregando preservativos gratuitamente a menores de edad, como lo observara recientemente el señor Obispo diocesano.
Justamente la edición italiana de L’Osservatore Romano, el 26 de febrero reciente, informa de las conclusiones de un estudio de la Universidad de Harvard, que “da la razón a la Iglesia sobre la transmisión del Sida”, afirmando dicho estudio que “un comportamiento sexual responsable y la fidelidad al propio cónyuge han sido factores que han determinado un drástico descenso de la epidemia del sida en Zimbabue, según lo hizo conocer Daniel Halperin, investigador del Departamento para la Salud Global y la Población de esa universidad estadounidense”.
Lo que quiere decir que se frenan las epidemias de transmisión sexual evitando la promiscuidad, ni más, ni menos.
3. Intemperancia. La propaganda publicitaria ha “globalizado” el concepto de que para ser feliz, hay que beber alcohol. Se ha convertido el alcohol en un elemento “sagrado”, a pesar de los avisos de la ciencia médica, del terror de las estadísticas, de las recomendaciones de la OMS, el alcohol para muchos, y especialmente en este tiempo, es como un ídolo al que se debe ofrecer incienso, y como no se lo considera perjudicial, no se lucha con interés contra ese corruptor de cuerpos y conciencias.
Figura entre las más terribles adicciones, pero para muchos no pasa de una simple distracción, y hasta de un benéfico placer, cuando no de una virtud social. En consecuencia, no lo combatimos, lo que nos coloca en la cola de la escala mundial.
¿Carnaval piadoso o vicioso?, depende de Usted.
N.B.: Sería muy beneficioso que las “diabladas” reeditaran una de las joyas del Carnaval de Oruro, como es el “Relato de los 7 Pecados Capitales”.
Germán Mazuelo-Leyton, Director Nacional de Pioneros de la Abstinencia Total de Bolivia. Publicado el 1 de marzo de 2011 en © La Patria en línea
