El himno a la Santísima Virgen del Olvido de Antonio Mercé y Soldevilla (1857)
Con motivo de la presentación de la Biografía de Sor Patrocinio escrita por Javier Paredes, celebrada el 20 de noviembre de 2023 en el convento del Caballero de Gracia en la madrileña calle de Blasco de Garay, al final del acto se estrenó el Himno a la Santísima Virgen del Olvido que Antonio Mercé y Soldevilla entregó a la reina Isabel II con motivo del nacimiento de Alfonso XII.
La composición está hecha para orquesta y coro, pero en esta ocasión se hizo un arreglo para poder presentarlo por primera vez. Los arreglos y la interpretación se deben a la soprano Pilar Martín Bayo y al organista Ángel Ruiz.
Sirva como adelanto el Himno a la Santísima Virgen del Olvido, que cerró dicha presentación.
¿La Virgen del Olvido?
Don José Luis Aberasturi contaba la historia hace un tiempo:
El 13 de agosto de 1831, estando sor Patrocinio en el coro -la Rda. Madre Sor María de los Dolores y Patrocinio, convento de Concepcionistas Franciscanas de Caballero de Gracia [hoy solo se conserva la iglesia, que está en activo]-, en la oración de Comunidad, de cinco a seis de la tarde, se le apareció la Santísima Virgen en una hermosísima y resplandeciente nube, cercada de querubines, y le presentó una preciosa Imagen suya, que llevaba el glorioso Príncipe san Miguel con los títulos de Olvido, Triunfo y Misericordias. La Virgen Santísima le dijo que aquella Imagen venía enriquecida con muchas gracias y privilegios para sus verdaderos devotos; que cuidase de darle culto, que la dejaba en la Comunidad.
Durante esta admirable visión, el Príncipe san Miguel colocó la sagrada Imagen en el altar del coro, oyendo la celestial música de los Ángeles la ejemplarísima religiosa sor María Juana de la Santísima Trinidad y otras dos religiosas más; pero, ignorando lo que sucedía, para ellas invisible, guardaron por entonces el más profundo silencio.
Terminada la santa oración y demás actos de Comunidad que a ella siguieron, salió la venerada madre Patrocinio, con su Prelada, al pequeño jardín del convento y le dijo que tenía que darle una noticia de muchísimo consuelo para su Reverencia.
Al salir del jardín prelada y súbdita, se fueron a la sala de recreación, donde había muchas imágenes; las que, vistas por la Sierva de Dios, dijo que no era ninguna de aquellas. Siguieron buscando, y cuando la encontraron, al abrir la prelada la vidriera del nicho donde estaba, dijo mi venerada Madre, abrazándose a ella: Esta, esta es. Sorprendida la abadesa por no haber visto nunca aquella imagen, le preguntó y mandó que, como Prelada, le dijese lo que aquello significaba. La Madre le dio cuenta de cuanto había pasado, y de cómo la Reina del Cielo le había dicho que: “Así como la Señora sujetaba al demonio, así ella cuidase del culto de aquella Imagen; que el demonio no volvería a golpearla ni asustarla".
Y así fue.
El culto a esta santa Imagen fue extendiéndose. A todos daba la impresión de que el Señor había vinculado a esta portentosa Imagen el alivio, el consuelo y el remedio de todos cuantos acudían a Ella.
De hecho, en otra visión posterior de la Santísima Virgen con la preciosa Imagen del Olvido en sus manos, le dijo que en las suyas iba a poner, con aquella Sagrada Imagen, todas las Misericordias de su Santísimo Hijo: para que las distribuyese en su nombre a los mortales, segura de que, lo que por caridad hiciera a sus hermanos, eso mismo confirmarían la celestial Señora y su divino Hijo en el Cielo:
“Díjome luego: ¿Hija mía, me amas? Hasta tres veces. Díjela: Señora mía, Vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra. Pues a tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta sagrada imagen mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en Mí, por la mediación de esta mi Imagen, el consuelo. Al alma que rendida a mis pies me pidiese alguna cosa, jamás se la negará mi amor. Será el consuelo del mundo y la alegría de la Iglesia Católica y, por su medio, mi Hijo y Yo recibiremos culto. Tú, hija mía, alcanzarás victoria del poder de Satanás, y tu comunidad, perfección en servirme. Me entregó la soberana Reina esta portentísima Imagen, este encanto de los Cielos y la Tierra, y empezó en el Cielo una celestial música entonando la Salve y otros sagrados cánticos; todos los cortesanos del Cielo se daban parabienes. La Santísima Trinidad la bendijo, igualmente la Santísima Virgen María y después todos los cortesanos del Cielo llegaron a adorar a su Reina y Señora en esta soberana y encantadora Madre del Olvido".
Curiosamente, y llevo en Madrid desde al año 1994, NUNCA había oído hablar de esta Imagen, ni de su origen o de su devoción. Seguramente tendrá una explicación, que no alcanzo.
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