¿Se puede atribuir el mal a Dios?
Sta. Margarita de Cortona (1247-1297) causó tal escándalo viviendo en unión libre que ni su familia le quiso recibir cuando ella se convirtió tras morir asesinado su pareja. Unos franciscanos le ayudaron pero también dejaron de hacerlo cuando oyeron calumnias sobre ella. A pesar de todo, ella siguió ayudando a los pobres y se hizo santa llorando sus pecados. El Señor le concedió visiones porque quería que su conversión fuera un ejemplo para muchos pecadores de la misericordia de Dios.
Oímos en el Evangelio del 7o. domingo de tiempo ordinario que cuatro hombres fueron a Jesús “llevando un paralítico” (Mc. 2,3). Ante el sufrimiento, el paralítico o Sta. Margarita de Cortona podrían pensar si se puede atribuir el mal a Dios. Al final alcanzaron el perdón de sus pecados a través de esos males.
Este texto de S. Claudio de Colombiere (1641-1682) que me mandó el lector Joserra [a “sarmientosdelavid(arroba)gmail(punto)com”] es una maravillosa reflexión sobre la relación entre los males del mundo y Dios.
“¡Confiad en Dios!”
[Los subtítulos han sido añadidos al original]
1) Dios dirige todo
Una de las verdades mejor establecidas y de las más consoladoras que nos han revelado es que nada nos sucede en la tierra, excepto el pecado, que no sea porque Dios lo quiere; Él es quien envía las riquezas y la pobreza; si estáis enfermos, Dios es la causa de vuestro mal; si habéis recobrado la salud, es Dios quien os la ha devuelto; si vivís, es solamente a Él a quien debéis un bien tan grande; y cuando venga la muerte a concluir vuestra vida será de su mano de quien recibiréis el golpe mortal.
Pero cuando nos persiguen los malvados, ¿debemos atribuirlo a Dios? Sí, también lo podéis acusar a Él del mal que sufrís. Pero no es la causa del pecado que comete vuestro enemigo al maltrataros, y sí es la causa del mal que os hace este enemigo mientras peca.
No es Dios quien ha inspirado a vuestro enemigo la perversa voluntad que tiene de haceros mal, pero El es quien le ha dado el poder. No dudéis, si recibís alguna llaga, es Dios mismo quien os ha herido. Aunque todas las criaturas se aliaran contra vosotros, si el Creador no lo quiere, si Él no se une a Ellas, si Él no les da fuerza y los medios para ejecutar sus malos designios, nunca llegarán a hacernos nada. “No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo Alto”, decía el Salvador del mundo a Pilatos.
Lo mismo podemos decir a los demonios y a los hombres, incluso a las criaturas privadas de razón y sentimiento. No, no me afligiríais, ni me incomodaríais, como hacéis, si Dios no lo hubiera ordenado así, es El quien os envía, El es quien os da el poder de tentarme y afligirme, “No tendríais ningún poder sobre mí si no os fuera dado de lo Alto".
Si meditáramos seriamente, de vez en cuando, este artículo de nuestra fe, no se necesitaría más para ahogar todas nuestras murmuraciones en las pérdidas, en todas las desgracias que nos suceden. Es el Señor quien me había dado los bienes, es El mismo quien me los ha quitado; no es ni esta partida, ni este juez, ni este ladrón quien me ha arruinado; no es tampoco esta mujer que me ha envenenado con todos sus medicamentos; si este hijo ha muerto… todo esto pertenecía a Dios y no ha querido dejármelo disfrutar más largo tiempo.
2) Dios sabe que los males nos pueden ser útiles.
Es una verdad de fe que Dios dirige todos los acontecimientos de que se lamenta el mundo; y aún más, no podemos dudar de que todos los males que Dios nos envía nos sean útiles: no podemos dudar sin suponer que al mismo Dios le falta la luz para discernir lo que nos conviene.
Sí, muchas veces, en las cosas que nos atañen, otro ve mejor que nosotros lo que nos es útil, ¿no será una locura pensar que nosotros vemos las cosas mejor que Dios mismo, que Dios que está exento de las pasiones que nos ciegan, que penetra en el porvenir, que prevé los acontecimientos y el efecto que cada causa debe producir?. Vosotros sabéis que a veces los accidentes más importunos tienen consecuencias dichosas, y que por el contrario los éxitos más favorables pueden acabar finalmente de manera funesta. También es una regla que Dios observa a menudo, de ir a sus fines por caminos totalmente opuestos a los que la prudencia humana acostumbra escoger.
En la ignorancia en que estamos de lo que debe acaecemos posteriormente, ¿cómo osaremos murmurar de lo que sufrimos por la permisión de Dios? ¿No tememos que nuestras quejas nos conduzcan al error, y que nos quejamos cuando tenemos el mayor motivo para felicitarnos de su Providencia? José es vendido, se le lleva como esclavo, y se le encarcela; si se afligiera de sus desgracias, se afligiría de su felicidad, pues son otros tantos escalones que lo elevan insensiblemente hasta el trono de Egipto.
Saúl ha perdido las asnas de su padre; es necesario irlas a buscar muy lejos e inútilmente; mucha preocupación y tiempo perdido, es cierto; pero si esta pena le disgusta, no hubiera habido disgusto tan irracional, visto que todo esto estaba permitido para conducirle al profeta que debe ungirlo de parte del Señor, para que sea el primer rey de su pueblo.
¡Cuánta será nuestra confusión cuando comparezcamos delante de Dios, y veamos las razones que habrá tenido de enviarnos estas cruces que hemos recibido tan a pesar nuestro! He lamentado la muerte del hijo único en la flor de la edad. ¡Ay!, pero si hubiera vivido algunos meses o algunos años más, hubiera perecido a manos de un enemigo, y habría muerto en pecado mortal. No he podido consolarme de la ruptura de este matrimonio: Si Dios hubiera permitido que se hubiera realizado, habría pasado mis días en el duelo y la miseria. Debo treinta o cuarenta años de vida a esta enfermedad que he sufrido con tanta impaciencia. Debo mi salvación eterna a esta confusión que me ha costado tantas lágrimas. Mi alma se hubiera perdido de no perder este dinero. ¿De qué nos molestamos?… ¡Dios carga con nuestra conducta, y nos preocupamos!
3) Dios vela por la salud de nuestras almas.
Nos abandonamos a la buena fe de un médico, porque lo suponemos entendido en su profesión; él manda que se os hagan las operaciones más violentas, alguna vez que os abran el cráneo con un hierro; que se os horade, que os corten un miembro para detener la gangrena, que podría llegar hasta el corazón: se sufre todo esto, se queda agradecido y se le recompensa liberalmente, porque se juzga que no lo haría si el remedio no fuera necesario, porque se piensa que hay que fiar en su arte, ¿y no le concederemos el mismo honor a Dios? Se diría que no nos fiamos de su sabiduría y que tenemos miedo de que nos descamine. ¿Cómo?, ¿entregáis vuestro cuerpo a un hombre que puede equivocarse y cuyos menores errores pueden quitaros la vida, y no podéis someteros a la dirección del Señor?
Si viéramos todo lo que El ve, querríamos infaliblemente todo lo que El quiere, se nos vería pedirle con lágrimas las mismas aflicciones que procuramos apartar por nuestros votos y oraciones. A todo nos dice lo que dijo a los hijos del Zebedeo: hombres ciegos, tengo piedad de vuestra ignorancia, no sabéis lo que pedís; dejadme dirigir vuestros intereses, conducir vuestra fortuna, conozco mejor que vosotros lo que necesitáis; si hasta ahora hubiera tenido consideración a vuestros sentimientos y a vuestros gustos, estaríais ya perdidos sin recurso.
¿Pero queréis estar persuadidos que en todo lo que Dios permite, en todo lo que sucede, sólo se persigue vuestro verdadero interés, vuestra verdadera dicha eterna? Reflexionad un poco en todo lo que ha hecho por vosotros. Ahora estáis en aflicción; pensad que el Autor de ella, es el mismo que ha querido pasar toda su vida en dolores para ahorrarnos los eternos; que es el mismo que tiene un ángel a vuestro lado, velando bajo su mandato en todos vuestros caminos y aplicándose a apartar todo lo que podría herir vuestro cuerpo o mancillar vuestra alma; pensad que el que os ata a esta pena es el mismo que en nuestros altares no cesa de rogar y sacrificarse mil veces al día para expiar vuestros crímenes y para apaciguar la cólera de su Padre a medida que lo irritáis; que es el que viene a vosotros con tanta bondad en el sacramento de la Eucaristía, el que no tiene mayor placer, que el de conversar con vosotros y el de unirse a vosotros.
4) No temamos nada que venga del que más nos ama.
Tras estas pruebas de amor, ¡qué ingratitud más grande desconfiar de El, dudar sobre si nos visita para hacernos bien o para perjudicarnos! -¡Pero me hiere cruelmente, hace pesar su mano sobre mí!- -¿Qué habéis de temer de una mano que ha sido taladrada, que se ha dejado clavar en la cruz por vosotros? -¡Me hace caminar por un camino espinoso! -¿Si no hay otro para ir al Cielo, desgraciados seréis si preferís perecer para siempre antes que sufrir por un tiempo! ¿No es éste el mismo camino que El ha seguido antes que vosotros y por amor vuestro? ¿Habéis encontrado alguna espina que no haya señalado, que no haya teñido El con su sangre? ¡Me presenta un cáliz de amargura! Sí, pero pensad que es vuestro divino Redentor quien os lo presenta; amándoos tanto como lo hace, ¿podría trataros con rigor si no tuviera una extraordinaria utilidad o una urgente necesidad?
Tal vez habéis oído hablar del príncipe que prefirió exponerse a ser envenenado antes que rechazar el brebaje que su médico le había ordenado beber, porque había reconocido siempre en este médico mucha fidelidad y mucha afección a su persona. Y nosotros, cristianos ¡rechazaremos el cáliz que nos ha preparado nuestro divino Maestro, osaremos ultrajarle hasta ese punto! Os suplico que no olvidéis esta reflexión; si no me equivoco, basta para hacernos amar las disposiciones de la voluntad divina por molestas que nos parezcan. Además, éste es el medio de asegurar infaliblemente nuestra dicha incluso desde esta vida.
5) La confianza en Dios nos hace libres.
Supongo, por ejemplo, que un cristiano se ha liberado de todas las ilusiones del mundo por sus reflexiones y por sus luces que ha recibido de Dios, que reconoce que todo es vanidad, que nada puede llenar su corazón, que lo que ha deseado con las mayores ansias es a menudo fuente de los pesares más mortales; que apenas si se puede distinguir lo que nos es útil de lo que nos es nocivo, porque el bien y el mal están mezclados casi por todas partes, y lo que ayer era lo más ventajoso es hoy lo peor; que sus deseos no hacen más que atormentarle, que los cuidados que toma para triunfar lo consumen y algunas veces le perjudican, incluso en sus planes, en lugar de hacerlos avanzar; que, al fin, y al cabo, es una necesidad el que se cumpla la voluntad de Dios, que no se hace nada fuera de su mandato y que no ordena nada a nuestro respecto que no nos sea ventajoso.
Después de percibir todo esto, supongo también que se arroja a los brazos de Dios como un ciego, que se entrega a El, por decirlo así, sin condiciones ni reservas, resuelto enteramente a fiarse de El en todo y de no desear nada, no temer nada, en una palabra, de no querer nada más de lo que El quiera, y de querer igualmente todo lo que él quiera; afirmo que desde este momento esta dichosa criatura adquiere una libertad perfecta, que no puede ser contrariada ni obligada, que no hay ninguna autoridad sobre la tierra, ninguna potencia que sea capaz de hacerle violencia o de darle un momento de inquietud.
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Le llama la atención algún ejemplo en particular que menciona S. Claudio? ¿Está de acuerdo con él? ¿Ha experimentado algún mal en su vida que resultó en bien?
Mañana: La serenidad - “¿Por qué pensáis eso?” (Mc. 2,8)
22 comentarios
Usted ha incurrido en el error que pretende señalar el artículo. El mal de mundo es causado por el hombre, por la maldad del hombre. Una tribu puede sufrir una epidemia, pero ¿que provoca más muertos la epidemia en sí, o la pasividad del mundo desarrollado en curar esa epidemia?.
Usted parece saber quien se salva y quien no, ¿es usted el que juzga?, ¿como sabe que esa tribu no va al cielo?.
No se da cuenta que usted no es nadie para juzgar nada, como yo. Dios no experimenta, lo conoce todo, y usted desconoce el porqué de las cosas que pasan a su alredor... usted desconoce el sentido de la vida, quizás no sea lo que usted cree que es, como yo, no se crea que yo tengo mucha más información al respecto.
Y resulta curioso que juzgue a Dios como "caprichoso", "envidioso", es absurdo, dudo mucho que juzgue correctamente la conducta de las personas que le rodean. Muchas veces no se explicará porque actuan de determinada manera, ¿como puede saber las razones de como actúa el Señor?, un ser que ha pensado en usted desde el principio de los tiempos, que sabe todas las decisiones que va a tomar a lo largo de su vida... En definitiva, usted no se da cuenta de lo pequeño que es.
Como le dijo Dios a Job: ¿Donde estabas tu cuando puse las estrellas en el cielo?.
La Biblia tiene muchos años y la han leido muchos hombres; algunos con una inteligencia excepcional. Espero que no estés pensando que tú eres el primero y que has descubierto la cuadratura del círculo. No hace falta que te de nombres de grandes personalidades que han dedicado tiempo a la Sagrada Escritura, pues son todos los grandes que en la Historia ha habido.
Sí te voy a decir, que si te acercas a nuestra religión, pensando que es un metodo de entrenamiento para el desarrollo de la conciencia, si dedicas tiempo suficiente, tal vez llegues a ver las cosas desde otro ángulo más dulce; toma como modelo, la gimnasia y el gimnasio. El primer día se entra a un gimnasio, por bueno que sea, normalmente, no se sale con musculos de acero y campeón del mundo. Pues el desarrollo de la consciencia y todo lo que ello lleva asociado también requiere su dedicación.
Tan "práctico" como parece que eres y quieres todo gratis total y el primer día. ¿Has visto cosa igual en alguna parte? No te dejes llevar por cantos de sirenas, y si quieres algo, disponte a sudar la camiseta, aunque sea un poquito...¡Porfa! Y después, pues empiazas a piar si quieres.
La Iglesia Católica mantiene que Dios en su misericordia da la posibilidad de salvarse a los que desconocen por completo el Evangelio sin culpa alguna suya pero que viven vidas que muestran que siguen los mismos principios que puso Dios en cada corazón humano. Otra cosa es que uno cierre su corazón por decisión propia.
Técnicamente, el Cielo no nos lo ganamos porque no podemos por nuestra cuenta, sino que nos lo ganó nuestro Señor Jesucristo. Pero, tenemos que cooperar con la gracia divina y aceptar vivir según los Mandamientos de Dios en comunión con la Iglesia. Dios nos concedió la libertad para elegir entre el Cielo y el Infierno (no nos impone ni uno ni el otro) y mostramos nuestra elección por nuestras acciones, que tienen consecuencias en el mundo, para bien y para mal.
Todo pecado se comete contra Dios (por definición) pero daña al pecador y a los demás hombres. Dios permite esto porque es Todopoderoso y del mal que hace el hombre siempre puede sacar bien. Este mundo no es el punto final de nuestra existencia según el Plan Providencial de Dios. Sé que el texto de S. Claudio de Colombiere en este artículo es un poco largo, pero merece la pena ser leído detenidamente para entender cómo todo es para el bien de los que aman a Dios, como nos dicen las Sagradas Escrituras.
A mi parecer, Dios nos cuida muy bien, mejor de lo que pensamos a veces. Me hace pensar en cómo Dios Padre nos priva a veces de “cosas” que pensamos que queremos pero que nos podría hacer mucho daño. Hago lo mismo con mis hijos porque les amo. A veces les tengo que quitar cosas que les podría dañar, aunque se quejen y les “duela” que lo haga. Ya comprenderán cuando sean mayores. Ya comprenderemos mejor el inmenso Amor de Dios en el Cielo, como indica S. Claudio de Colombiere, pero mientras tanto, se comprende que humanamente algunas personas interpreten las acciones de Dios con palabras que se refieren al comportamiento humano como las que menciona. Me parece que el santo quiere que entendamos que Dios es mayor que lo poco que vislumbramos de Él en esta tierra y sólo quiere nuestro bien. Él no gana nada con nuestra felicidad pero lo desea más de lo que podamos desearlo nosotros mismos.
También me he preguntado a veces lo que expresa en su comentario sobre la predestinación. A mí me ayuda pensar que el presente, el pasado y el futuro del mundo (el tiempo que experimentamos) está en Dios, que por eso lo ve todo, pero que eso no significa que no tengamos libertad, sino que Dios es omnipresente y tiene la paciencia de dejar transcurrir el tiempo, que ante Él es sólo un instante de Su Eternidad. No lo ve para disfrutar como nosotros vemos un programa de televisión que ya hemos visto en otra ocasión. No somos personajes fijos en una película de cine sino criaturas que Él creó por el propio bien de las criaturas.
Él no gana nada de nosotros, sino que quiere darnos todo lo que es (y de hecho lo hace en la Eucaristía). Si no existiéramos, Dios seguiría siendo Dios, inmensamente feliz por toda la eternidad. Pero, me parece que quiere que nosotros experimentemos un poco de ese gran Amor suyo que da de sí. Nosotros no tenemos nada pero Él nos da todo, hasta nuestra existencia y nuestra voluntad, para que tengamos algo que ofrecer a los demás, superando el mal que origina del pecado y así podamos amarle a Él, el Bien Supremo.
Hubo un santo (no me acuerdo ahora mismo de quién) que dijo que Dios quiere que le deseemos no por egoismo sino porque echándole una vista al universo no vió nada mejor que Él mismo, que si hubiera algo mejor y más bueno hubiera deseado eso para nosotros por su inmenso Amor. No es una cita exacta, pero creo que transmito lo que quería decir ese santo.
Lamento que no pueda darle grandes razonamientos teológicos sino simplemente lo que me parece que tiene sentido según lo que he leído y según mi fe católica.
Cuando se dice que Dios crea al hombre en su imagen y semajanza, quiere decir 2 cosas:
1.- Que el hombre tiene una dignidad por el mero hecho de ser hombre. Tiene la dignidad de ser un hijo de Dios.
2.- Que el hombre, al igual que Dios, tiene libertad. Los animales no tienen libertad, siguen sus instintos y ya está. Sin embargo que hombre tiene libertad para decidir entre el bien y el mal, y por tanto tiene responsabilidad de responder ante sus elecciones.
Dios no nos dice que nuestra vida en la tierra será color de rosa, desde que el hombre fue expulsado del jardín del Eden, creo que estamos viviendo las consecuencias de nuestra elección. Lo que Dios le asegura es que su sufrimiento no es inútil, ningún hombre nace ni muere en vano.
Sus preguntas son muy apropiadas, yo creo que todos los cristianos hemos pensado en alguna ocasión sobre la predestinación de los santos... es complejo, ¿que lleva a Dios hacer el regalo de la fe a algunos?, ¿que llevó a Dios escoger a María para ser la puerta de Entrada de su encarnación?, ¿bajo que criterio escoge a un pastor para ser Rey de Israel?, ¿que hacen especiales a los Santos para que les escogiera a ellos y no a otros?... pues sencillamente nadie lo sabe, supongo que se lo tendrá que preguntar al Señor... No es una excusa, simplemente es que no lo se.
Cuando usted pregunta: "pero ¿porque Dios permite que vivamos sabiendo el resultado de nuestros actos?", pues ese es el misterio de la vida, ¿porque vivimos?, pues no creo que nadie pueda contestar a eso, sólo Dios lo sabe.
Eso no significa que Dios sea caprichoso, simplemente no entendemos los porqués de sus decisiones, pues Dios, como soberano, tampoco da explicaciones de su modo de actuar... lo que debe tener claro de las escrituras, es que si cumples con estos dos mandamientos:
1.- Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas, y
2.- Amarás al prójimo como a ti mismo.
No tendrás que tener miedo cuando haya llegado tu hora.
La cuestión es saber cómo se ama a Dios. Y tengo que decir lo que yo entiendo del asunto: A Dios se ama "técnicamente" de la misma manera que se ama a las personas; pero claro, existen las diferencias propias del OBJETO que se ama. Y como dice Nuestra Santa al principio tiene un poquito de dificultad, (primer grado de oración) es como sacar agua del pozo; en el segundo grado de oración, etc, etc es más ligero, etc, etc
Dios dirige todo, eso es verdad, pero yo por experiencia tiendo a creer que lo que Dios hace es darnos luz y fuerza para salir de las malas situaciones, distintas de los problemas económicos que son imputables al hombre.
El por qué de muertes de seres queridos jóvenes, no lo sé pero lo viví en mi niñez con mi padre y nunca pensé que fuera culpa de Dios, Él sabrá el porqué.
Quizás el problema principal sea el resaltar de Dios su omnipotencia, que es la visión general de Dios en cualquier religión y no su amor y solidaridad hasta el punto de vivir nuestra vida, que es el Dios que nos muestra Jesús.
Y con el ejemplo de Jesús me parece que es fácil cumplir el primer mandamiento.
Es que la vida también es sufrimiento. Mira un episodio muy interesante el de Mateo 14:22-36. Es aquel en el que Jesús va caminando sobre las aguas hacía los apóstoles que están en una pequeña barca, en medio de una tormenta que amenaza con hundirla. Cuando Pedro dice "Señor, si eres tu, dime que vaya hacía ti", Jesús le dice, "ven", entonces Pedro empieza a caminar sobre las aguas, pero le entra el miedo y se empieza a hundir, y le dice "Señor sálvame", entonces Jesús le coge y le dice aquello de "porque dudaste hombre de poca fe".
De ese episodio, vemos a Jesús caminando sobre las aguas en medio de una tormenta, podía haberla parado, pero no lo hizo, el simplemente dijo "ven"... es ahí donde está el mensaje, problemas y sufrimientos siempre tendremos, pero Jesús te dice: "no tengas miedo y ven", y Pedro cuando hacía lo que decía Jesús, caminaba sobre las aguas, por encima de sus problemas, fue cuando le entró miedo cuando se hundió...
En realidad esos dos mandamientos están conectados, una persona que dice amar a Dios y no amar a los hombres, en realidad no ama a Dios, y viceversa. En realidad Dios es el bien supremo, para que un hombre sea bueno, debe vivir amando al Señor. Toda la bondad del mundo, nace del Señor, sin Dios, no hay bien.
Sería ególatra si lo dijera un ser humano, pero Dios es más grande que el universo, si aceptamos que es el bien supremo, debemos amarlo como fin último de todas las cosas, pues todos buscamos el bien.
El bien no se hace por miedo al infierno o recompensa del cielo, es consecuencia del amor a Dios, no calculado para ver lo que puedes obtener.
Por lo que dije anteriormente de la forma cristiana de ver a Dios, Jesús nos muestra que Dios no es alguien lejano y que lo malo que le hacemos a las personas lo siente como propio, esa es la razón de la Encarnación de Dios, viene a pasar lo mismo o más que nosotros.
Eso de la recompensa que aparece en el Evangelio está sacado de contexto por Nietzche ( en El Anticristo ) y algunos más precisamente para criticar al cristianismo y desvalorizarlo y mostrar lo superiores que son los que aman a las personas por ellas mismas ( bueno esto último Nietzche no, que no amaba ).
Un cristiano ama a las personas pero no puede olvidar que ellas vienen de Dios como él mismo.
Simpatías dudo que pueda tener el cristianismo con la campaña que se lleva a cabo desde hace casi 3 siglos, ya que tienden a olvidar que toda la solidaridad actual hacia la persona viene de él.
Es gracioso ver cuando actualmente se hace un gran descubrimiento científico cuando dicen que las personas necesitan amor para vivir, o como oí comentar a alguien: muestran la poesía tan preciosa que han encontrado sobre la solicitud hacia las personas ( si supieran que es "El amor cristiano" de San Pablo...) .
Los artículos de este blog se dirigen principalmente a los que quieren profundizar su conocimiento de la fe católica (y me cuento entre ellos) partiendo de las enseñanzas de la Iglesia Católica.
Ya sabe que le mantengo en mis oraciones.
El ejemplo de Cristo determina "Lo correcto", como ya explicaron muy bien los demás comentaristas. Además, me parece que esos "principios más nobles" a los que se refiere quedan muy patentes en la vida de los santos, que con sus virtudes reflejan lo celestial sin cerrar los ojoa al prójimo. El Amor de Dios ha impulsado grandes obras por el bien del prójimo ya en esta tierra: hospitales, escuelas, despensas de comida... ¡hasta una carretera en Méjico! (construida por el Beato Sebastián de Aparicio).
Sobre la muerte inesperada de seres queridos... Cuando mi madre falleció no comprendía por qué el Señor deprivó a mi familia de su presencia. No le culpaba, pero lo veía como Su Voluntad, aunque no tenía sentido para mí por la situación en que veía a mi familia. Pero ahora, años después, cuanto más aprendo sobre cómo iban las cosas en realidad para mi familia, más me doy cuenta de que teniendo que llevarse el Señor a mi madre más pronto o más tarde, lo hizo en un momento oportuno, aunque no por eso deje de doler su pérdida.
Isa, su comentario me llegó al corazón porque refleja muy bien mis experiencias personales en momentos difíciles de mi vida. Un saludo y que Dios le bendiga.
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