InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: .... 2) S. Marcos

28.09.09

¿Qué sería un buen regalo para un sacerdote?

Antes que nada y sobre todo, uno debería rezar por los sacerdotes y apoyarles en su ministerio todo lo posible. Pero, aparte de eso, puede haber ocasiones en que uno desee regalarle algo a un sacerdote como muestra de agradecimiento, especialmente a lo largo de este Año Sacerdotal. Además de algún regalo espiritual como tarjetas expresando el regalo espiritual de oraciones y de Misas encargadas por las intenciones del sacerdote, por ejemplo, ¿qué sería un buen regalo para un sacerdote?

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27.09.09

"Escándalos" que no lo son

En el Evangelio del XXVI Domingo de Tiempo Ordinario, el Señor tiene palabras muy fuertes para: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen” (Mc. 9, 42). El que era “piedra de tropiezo y roca de escándalo” (1 Ped. 2, 8) para los no creyentes no se refería a todo escándalo, sino que condena el que hace daño espiritual a los que sí creen, a nuestros hermanos en Cristo. Así llegaría a decir S. Pablo:

“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece, o se escandalice, o flaquee. La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse lo que siente.” (Rom. 14, 21-22)

Por eso, en una cita compartida por el lector Luis en “‘Hay rumores de que no sé quién es no sé que’”, señala S. Gregorio Magno: “Cuando alguien se escandaliza de la verdad, mejor es consentir el escándalo que ocultar la verdad”. Siempre habrá personas que considerarán un escándalo el bien hecho por otros como hacían los fariseos con el Señor.

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26.09.09

Cambios al juramento hipocrático : ¿Se toma en serio todavía?

La gente suele asociar el aforismo “Primum non nocere” (“Primero no hacer daño”) con el juramento hipocrático aunque no figura en éste. Según Gonzalo Herranz, médico y profesor de la Universidad de Navarra, ni tiene su origen en Hipócrates, ni en Galeno, sino en las enseñanzas orales del médico Auguste François Chomel del s. XIX en “un tiempo de conflico, cuando la agresividad de terapistas tradicionales chocaba contra el abstencionismo de los que creían en las capacidades curativas de procesos naturales” [traducido de la publicación en inglés].

A pesar de eso, la percepción pública es que el juramento hipocrático mantiene principios éticos fundamentales que afirman la vida desde la concepción hasta la muerte natural desde comienzos del s. V A.C. y que siendo tomado ese juramento por los médicos al entrar en la profesión, se les puede responsabilizar de ello. Pero, nada más lejos de la realidad.

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25.09.09

“Hay rumores de que no sé quién es no sé qué”

El título del post lo dejó el lector José Ángel Antonio comentando cómo “para algunos blogueros el blog es ocasión de murmuraciones, chismes, rumores, quejas infundadas [….]”. Algo parecido nos dice Sto. Tomás de Aquino:

En la conversación ordinaria pecan a veces contra este mandamiento [VIII] cinco clases de individuos. 1) Los detractores […] 2) Los que escuchan a los detractores con gusto […] 3) Los chismosos […] 4) Los aduladores […] 5) Los murmuradores […]” (Sobre los mandamientos,1. c. , pp. 279-280).

Jesús observa a sus apóstoles conversando y les pregunta, según el Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario: “¿De qué discutíais por el camino?” (Mc. 9, 33). Ellos callaron porque sabían que su conversación no era una muy santa, sino que se preguntaban quién era el mayor de ellos. Lo mismo preguntó el Señor a los discípulos de camino a Emaús [uno de los dos era S. Cleofás (s.I)]:

“Ellos se detuvieron entristecidos, y tomando la palabra uno de ellos por nombre Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos días? […]Y Él les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! ¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria? Y comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las Escrituras.” (Lc. 24, 17-18. 25-27)

La conversación de los apóstoles y la de los discípulos entre sí no era siempre muy santa, pero ¡qué diferencia entre los efectos de esas conversaciones con las del Señor!: “¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las Escrituras?” (Lc. 24, 32) ¿Qué hace que una conversación sea mala, frívola, útil o santa? ¿En qué categoría(s) se encuentran sus propias conversaciones por Internet?

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24.09.09

¿Qué hacer para ser más pacientes con los hijos?

La Virgen de la Merced se apareció a S. Pedro Nolasco en 1218 pidiéndole la fundación de una Orgen religiosa (los Mercedarios) que se dedicara a rescatar a los cristianos cautivos. Esta Patrona de la República Dominicana y de Barcelona quería socorrer por esa obra de misericordia a sus hijos, que corrían el peligro de perder la fe en situaciones muy duras.

Los padres podemos honrar a esta Reina y Madre de Misericordia cumpliendo lo que nos dice Jesucristo en el Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí” (Mc. 9, 37). Parece muy simple acoger a un niño dulce, sonriente y amoroso, pero la realidad de un niño que también llora, grita y desobedece puede llevar a la santidad heróica a cualquier padre que acoge en todo momento a su hijo por amor de Dios.

En la práctica es cuestión de paciencia (una virtud que todavía me queda por aprender de mi esposo). S. Agustín, que tuvo un hijo antes de su bautizo, bien entendía la obra de misericordia de tolerar los defectos del prójimo y comentó que el Señor:

“No dice: Si alguno te hiere, no quieras tú herirlo. Sino esto otro: ofrécete aun al que te hiere. Es éste un acto de misericordia que comprenden particularmente aquellos que sirven a quienes se ama mucho, como son los hijos, o cualquier persona querida enferma, o los niños […]” (Sobre el Sermón de la Montaña,1).

Suena muy bien lo que dice S. Gregorio Magno: “Debemos soportar a los que corregimos y corregir a los que soportamos.” (Hom. 17 sobre los Evang.), pero ¿cómo se traduce eso a la vida cotidiana de un padre? ¿Qué hacer para ser cada día más pacientes con nuestros hijos y a la misma vez formarles debidamente?

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