¿Quién como Dios?
San Felipe Neri (1515-1595) oró al Señor en las catacumbas de San Sebastián en Roma en la Vigilia de Pentecostés, pidiéndole los dones del Espíritu Santo para poder amarle con todo su corazón. Vió un globo de fuego que entró por su boca e hizo su corazón crecer, rompiendo dos de sus costillas (como se comprobó tras su muerte) sin causarle ningún dolor, pero abrasándole con amor de Dios, haciéndole exclamar: “¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!”
Fundó la Congregación del Oratorio atrayendo a sacerdotes diocesanos que se comprometían sin tomar ningún voto a vivir en comunidad por lo único que les iba a unir: la Caridad. Su conocimiento íntimo del Señor por la oración le impulsaba a cumplir el mandado de Jesucristo a sus apóstoles en el Evangelio de la Ascensión del Señor: “proclamad el Evangelio a toda la creación.” (Mc. 16, 15). Recordaba a todos (en calles, hospitales, escuelas, iglesias, etc.) la alegría de ser criaturas de un Dios tan bueno, la alegría de vivir según la “Buena Nueva” del Señor.
Poco antes de morir, quemó todos sus escritos y por lo tanto se conserva muy poco, la mayor parte en correspondencia. Pero, se conservan bastantes anécdotas de este santo que repartía alegría a pesar de haber sufrido la incomprensión de muchos y hasta la investigación de Pontífices (que siempre resultaban a su favor).
En este enlace pueden leer más sobre la vida del santo y la mayoría de las siguientes citas, que muestran su Conocimiento de lo que debe ser nuestra relación con Dios. [En las fotos se ve el lugar donde resposa su cuerpo incorrupto]