En el Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario: “le piden [a Jesús] que le imponga las manos”(Mc. 7, 32) a un sordomudo. Los que buscan ser sanados por el Señor, al confiarse en Sus Manos, deben poner de su parte todos los medios posibles a su alcance, sin que ninguno de esos medios ofendan al Señor.
La cura física debe de estar acompañada por una conversión de vida, como bien entendió S. Nicolás de Tolentino (1245-1305). Este santo agustino predicaba el Evangelio por las calles los 30 últimos años de su vida, acompañando sus palabras con muchos milagros diciendo simplemente: “Dios te sanará”, aunque vivía una vida de severa penitencia. Siempre guiaba a todos hacia mayor santidad de vida, y pedía a la gente que no dijeran nada sobre los favores recibidos para que el agradecimiento fuera sólo a Dios.
Ese agradecimiento lo aprendió desde pequeño de sus padres, que a pesar de sus muchos años de matrimonio no consiguieron hijos hasta después de una peregrinación al santuario de S. Nicolás de Bari (patrono de los niños) en Italia.
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Hoy en día sigue habiendo matrimonios que por su dificultad concibiendo también piden al Señor el milagro de una nueva vida en su familia. En el post “Viviendo la infertilidad con fe cristiana: medios morales y eficaces para combatirla” se trató el tema de la infertilidad (incluyendo “técnicas moralmente reprobables") y algunos lectores han comentado por correo electrónico el tema. Al explorar las opciones médicas, se preguntan algunos cuáles están de acuerdo con la Voluntad de Dios y las enseñanzas de la Iglesia Católica.
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