"Escándalos" que no lo son
En el Evangelio del XXVI Domingo de Tiempo Ordinario, el Señor tiene palabras muy fuertes para: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen” (Mc. 9, 42). El que era “piedra de tropiezo y roca de escándalo” (1 Ped. 2, 8) para los no creyentes no se refería a todo escándalo, sino que condena el que hace daño espiritual a los que sí creen, a nuestros hermanos en Cristo. Así llegaría a decir S. Pablo:
“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece, o se escandalice, o flaquee. La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse lo que siente.” (Rom. 14, 21-22)
Por eso, en una cita compartida por el lector Luis en “‘Hay rumores de que no sé quién es no sé que’”, señala S. Gregorio Magno: “Cuando alguien se escandaliza de la verdad, mejor es consentir el escándalo que ocultar la verdad”. Siempre habrá personas que considerarán un escándalo el bien hecho por otros como hacían los fariseos con el Señor.