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16.09.10

¿Cómo explicar la muerte a un niño?

Un lector del blog, Julio, escribe lo siguiente:

Un buen amigo que es bombero ha fallecido y tenía un hijo de 2 añitos. Tras enterarme de la trágica noticia me he puesto fatal y triste. Estoy algo asustado, ya que hace poco falleció mi abuelita y lloré mucho, pero ahora con la pérdida de mi amigo estoy muy, muy afectado. Es como si alguien (quizás Dios) me hubiera encomendado apoyar y querer a su familia, especialmente a su hijo de 2 años. Estoy elaborando un libro con fotos y frases para regalárselo al pequeñín y cuando tenga 4 ó 5 años lo pueda leer.

“La finalidad del libro es explicarle que su padre era un bombero muy valiente y que ahora está trabajando en el cielo y que su jefe es Dios. Quiero decirle que su papá está siempre a su lado, aunque no lo pueda ver, y que por las noches siempre le da un besito de buenas noches.

¿Cómo enfocar la muerte? ¿Cómo explicar la muerte utilizando palabras como Jesús, Dios, cielo, trabajar en el cielo, apagar fuego en el cielo es cuando llueve, etc.? ¿Qué opinas? ¿Qué consejo me das desde un punto de vista creyente?

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28.08.10

Lo que haría del Cielo un infierno

Jesucristo, en el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario, nos indica que en el Cielo los santos: “se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lc. 13, 29). Ese banquete celestial fue tema de conversación a lo largo de una noche entre el joven S. Agustín(354-430) (por fin bautizado) y su madre Sta. Mónica, poco antes de que ella fuera llamada a ese premio eterno. ¿De qué hablaron? Quizás de estas cosas que ese enamorado de Dios y Doctor de la Iglesia explica sobre el Cielo:

“En cuanto estemos íntimamente unidos a esta pura y perfectísima Bondad, ya no tendremos necesidad de atender a estas necesidades del cuerpo, seremos felices y no estaremos faltos de nada, poseyendo mucho y no teniendo que buscar nada.” (Sermón 255)

Por eso no hará falta comer en la felicidad eterna: “Lo mismo que la salud destierra muchos deseos que atormentan a los enfermos, así la inmortalidad los desecha todos porque ella misma es allí nuestra salud. […] Entonces seremos iguales a los ángeles. Pero los ángeles, ¿son infelices por no comer?” (Sermón 255)

Podría haber quienes piensan que sí, que: “el descanso de la patria, donde no tendremos otra ocupación que repetir incesantemente el Alleluia” no es nada deseable y pensar en el Cielo de esa forma no les entusiasma de ninguna forma.

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25.08.10

Lo que nunca pasará de moda

S. José de Calasanz (1558-1648), fundador de las Escuelas Pías incluye en las Constituciones de su Congregación: “Si desde los tiernos años son imbuidos los niños en piedad y letras, podrá sin duda esperarse de ellos un feliz desarrollo de toda su vida". Hoy en día parece que hay mayor énfasis en las letras que en la piedad que recomienda S. José de Calasanz. Pero, también hay padres que se desvelan para que sus hijos crezcan en virtud y en amor de Dios.

Espero que la hija de la lectora Ester, que mandó este mensaje, pueda apreciar cómo su madre hace lo posible para que ella conserve su modestia en la forma de vestir, para bien de su alma:

Ayer mi hija y yo nos enfadamos por la ropa. Mi madre y mi hermana le compraron un vestido corto (se ven los muslos y con los hombros al descubierto).

Ellas saben que a mí no me gusta, pero su idea de que mi hija sea “moderna” es esa, que enseñe las piernas lo más posible y el escote también. No me pidieron permiso. No quiero hablar con mi madre de eso porque soy impetuosa y acabaría gritando, pero quiero que me respeten.

Le expliqué a mi hija que san Pablo en 1 Timoteo 2,9 habla de que las mujeres se atavien de ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, etc.”

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En el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario, el Señor comenta la posibilidad de que Dios diga a los que no se esforzaron en acercarse a Él por la puerta estrecha: “No sé quiénes sois” (Lc. 13, 25). ¿Y nosotros sabemos quiénes somos? ¿Qué debe reconocer el Señor en nosotros?

S. Pablo nos explica: “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:19). Sí, nos debemos vestir con pudor y modestia, como dice en su carta a Timoteo, pero cada uno según su estado en vida, como señala S. Francisco de Sales en “Introducción a la vida devota”, sin querer eso decir que cualquier cosa es aceptable:

Fragmento de Parte III, Cap. 25: “De la decencia en los vestidos”

“En cuanto a la materia y a la forma de los vestidos, la decencia se ha de juzgar según las diversas circunstancias de tiempo, de edad, de condición, de compañías, de ocasiones. […] La mujer casada puede y debe adornarse delante de su marido; si hace lo mismo cuando está lejos de él, entonces cabe preguntar a qué ojos quiere complacer con este cuidado singular. A las doncellas se les permite un mayor acicalamiento, porque pueden lícitamente pretender agradar a muchos, aunque no sea más que para conquistar uno solo, para el santo matrimonio. Tampoco es reprobable que las viudas que quieren casarse de nuevo se adornen discretamente, con tal que no se muestren frívolas, pues habiendo sido ya madres de familia y habiendo pasado por las tristezas de la viudez, se considera que su espíritu es más maduro y sensato. […]

“Seas correcta, Filotea; que no haya en ti dejadez ni desaliño: sería despreciar a aquellos con los cuales convives, presentarte delante de ellos con vestidos ofensivos; pero guárdate de la afectación, de las vanidades, curiosidades y frivolidades. En cuanto te sea posible, inclínate siempre del lado de la sencillez y de la modestia, que, sin duda, es el mejor adorno de la belleza y lo que mejor encubre la fealdad. [..]

“Quisiera que mi devoto o mi devota anduviesen siempre mejor vestidos, pero que, a la vez, fuesen los menos pomposos y afectados, y como dice el proverbio, estuviesen adornados de gracia, de modestia y dignidad. Dice brevemente San Luis que cada uno ha de vestir según su estado, de manera que los discretos y buenos no puedan decir: «Es demasiado», ni los jóvenes: «Es demasiado poco». Y, si los jóvenes no quieren contentarse con la decencia, hay que inclinarse al parecer de los prudentes.

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No dejemos que la moda elija por nosotros y por nuestros hijos, sino que seamos nosotros los que elijamos la moda no según lo que es aceptable, sino siguiendo el criterio de lo mejor, de lo que nunca pasará de moda entre los santos: la modestia.


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Qué haría en el lugar de Ester? ¿Qué opina sobre las modas modernas a luz de lo que recomienda S. Francisco de Sales?

Siguiente post – Sta. Mónica– “Cuando el Señor de la casa se levante y cierre la puerta” (Lc. 13, 25)

24.08.10

¿Cómo encontrar paz cuando hay rencor en el matrimonio?

Recibí hace poco este mensaje de una lectora (a quien llamaré “Sara”), que enfrenta dificultades en su matrimonio, principalmente por su actitud, según reconoce ella misma:

“Tengo problemas que están debastando mi matrimonio. Uno de ellos es que soy muy rencorosa, pero principalmente con mi esposo. No hay forma de que yo olvide, más bien perdone, algo que él me haga, y siempre le echo en cara las cosas pasadas. Si seguimos así, no sé.

“Por ejemplo, lo último que nos tiene peleando es que, bueno, gracias a Dios le salió beca para ir a estudiar al extranjero. Yo también había solicitado para hacer una especialidad, pero no me lo dieron y a él sí, pero habíamos acordado que igual nos íbamos todos.

“Pero, un día después de que me dieron la noticia de que a mí no me aceptaron, él sale con que por qué no me iba mejor después, ya que uno de sus amigos que se iba a ir no tenía dónde vivir por lo menos un tiempo (para que él se estableciera).

Realmente sentí una puñalada. Su amigo ya ni siquiera se fue y fue entonces cuando me dijo que sería mejor si nos fuéramos. Y por orgullo y porque me sentía más cómoda en mi país, me quedé, pero me puse a pensar que a él no le importo, que qué iba a hacer porque no estaba trabajando. Me tuve que trasladar a la casa que tiene mi madre para alquilar (pero a mí no me cobró). Lo más importante es que me iba a quedar sola con la nena, aunque luego nos comunicamos por Internet, etc.

“Ya de esto hace 6 meses. Yo fui la que decidió quedarse más tiempo. Ya viene para sus vacaciones y ahora nos vamos todos juntos y dice: ‘Las extraño muchísimo. Tenemos que estar juntos’. Siempre me lo ha dicho desde que se fue. La verdad es que no he podido perdonarlo a pesar de que me dice que lo perdone, que fue una tontería. ¿Qué hago con este rencor? Ayúdenme, por favor.

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Quizás le puedan ayudar estos consejos de “La imitación de Cristo” por el Bto. Tomás de Kempis (1379-1471):

Parte tercera: Felicidad Espiritual

“Capítulo XXV: Firme paz del corazón y verdadero progreso

“Jesucristo:
‘1. Hijo, yo he dicho: ‘Mi paz les dejo, mi paz les doy; se la doy, no como la da el mundo’ (Jn 14,27). Todos desean la paz pero no todos se preocupan de lo que concierne a la verdadera paz. Mi paz está con los humildes y sosegados de corazón. Tú paz estará en la mucha paciencia. Si me escuchas, y sigues mi voz podrás disfrutar de mucha paz.

“Discípulo:
‘2. ¿Qué haré pues?’

“Jesucristo:
Atiende en todo a ti mismo, qué haces, qué dices y dirige toda tu intención a mi exclusivo beneplácito, y nada desees o busques fuera de Mí, no juzgues temerariamente los dichos o hechos ajenos ni te impliques en asuntos que no te hayan encomendado, con esto podrá ser poco o rara vez te desconciertes. Porque jamás sentir alguna confusión, o no sufrir molestia interna o externamente corresponde al estado de eterna quietud, no a esta vida. No vayas a considerar que encontraste la verdadera paz si no sientes alguna pesadumbre ni que todo está bien cuando tus adversarios no te causan molestias ni que todo es perfecto si todo se realiza conforme con tu voluntad. Ni te creas más grande que otro o estimes que eres especialmente elegido si sientes una gran devoción o dulzura, porque en estas cosas no se reconoce al verdadero amante del bien ni consiste en ellas el provecho y la perfección de las personas.

“Discípulo:
‘3. ¿Entonces en qué, Señor?’

“Jesucristo:
En ofrecerte de todo corazón a la voluntad de Dios, no buscando tu interés, ni poco ni mucho, ni en el tiempo ni en la eternidad de manera que con la misma actitud permanezcas agradecido en lo próspero y en lo adverso pesándolo todo con la misma balanza. Si fueras tan firme y constante en la esperanza que incluso al quitársete la consolación interior, prepares tu corazón a soportar más todavía y no te justifiques como si no debieras padecer tanto sino que consideres mi acierto y me alabes por Santo en todo lo que disponga entonces caminarás por la auténtica y recta vía de la paz y podrás tener esperanza cierta de ver con alegría nuevamente mi rostro. Si llegas al total rechazo de tu egoísmo sabrás entonces que gozarás de paz abundante según las posibilidades de tu destierro.”

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En el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario, le pregunta uno a Jesús: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?” (Lc. 13, 23). La respuesta del Señor: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (Lc. 13, 24), nos indica que lo más importante para cada uno de nosotros en esta vida es buscar nuestra propia salvación. El Señor nos anima a no fijarnos tanto en el sufrimiento que podamos pasar (por culpa del demonio, mundo o carne), sino más bien en la meta que nos espera tras la puerta estrecha: el banquete del Reino de Dios.

En su caso, Sara, el Señor le ha concedido la vocación de esposa y de madre, y la generosidad caritativa que requiere esta vocación es tener en cuenta los intereses de su familia. Por ejemplo, ¿qué es lo que mejor le ayudará a su hija a crecer en gracia con Dios? Ella necesita tanto a su madre como a su padre. Según lo que comenta, su esposo le ama y le apoya y no está abandonando a su familia, sino que está haciendo lo posible para reunirse con su esposa y con su hija.

Quizás a ratos no se sienta amada por su esposo, pero no se debe uno de fiar siempre en los sentimientos, sobre todo cuando parece ser que el demonio está intentando sembrar malos pensamientos en su vida para perjudicarle y angustiarle. Le quiere hacer ver sólo la puerta estrecha en vez del gozo en el otro lado de esa puerta para que no se acerque a ese medio de alcanzar la felicidad eterna. No le escuche a ese “padre de la mentira", sino a la Ssma. Virgen María, Esposa y Madre sin igual [por ejemplo, rezando el Rosario como sugiere el lector Madrileño en su comentario]. Lo que importa es que Dios le ama muchísimo más de lo que se cree y le ayudará en su matrimonio a superar las dificultades tanto exteriores como interiores, si se apoya en Él e imita Su gran amor.

Si se siente abrumada, recuerde que el mismo Señor nos dijo en otro momento que basta para cada día su propio afán. No nos entristezcamos por un pasado que no podemos cambiar, ni nos asustemos por un futuro que no conocemos, sino que en este presente que nos concede, hagamos todo lo posible para amarle más a Él. Por medio de los Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía y de la oración nos acercaremos más a Él y Él nos podrá conceder esa verdadera paz de corazón que no conoce el mundo.

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Vídeo pertinente que comparte la lectora Odet:

[Fotos de Wikimedia Commons: manos (Leon Brocard), puerta estrecha (Lis Burke)]


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Qué consejo le puede dar a Sara? ¿Qué le ayuda a perdonar a otros?

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23.08.10

¿Busca un camino corto a la perfección?

Jesús deja muy claro en el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario cuál es el camino al Cielo: “Traten de entrar por la puerta estrecha” (Lc. 13, 24).

Dos de los santos cuyas fiestas celebra hoy la Iglesia demostraron con sus vidas de rigurosas penitencias cómo seguir el camino estrecho que conduce a esa puerta: Sta. Rosa de Lima (1586-1617) y S. Felipe Benicio (1233-1285), quien en su lecho de muerte diría sobre el crucifijo: “Éste es mi libro. Aquí es donde yo he aprendido el camino del Cielo.” Sin embargo, las austeras penitencias de esos dos santos no son para la imitación de todos.

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