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23.02.09

Guardando serenidad en tiempos de crisis

Oímos en el Evangelio del 7o. domingo de tiempo ordinario que los fariseos pensaban que Jesús blasfemaba al perdonar los pecados del paralítico, por lo cual el Señor les preguntó: “¿Por qué pensáis eso?” (Mc. 2, 8) Los fariseos dudaban de Jesús porque no tenían confianza y fe en él. En este mundo pasamos por muchas situaciones que prueban también nuestra fe y confianza en el Amor y la Bondad de Dios por nosotros.

San Policarpo (69-c.155) (obispo de Esmirnia, discípulo de S. Juan Evangelista y maestro de S. Ireneo) se escondió en varios lugares cuando empezó una persecución por miedo de apostar, siendo él anciano. Pero, cuando le encontraron los soldados, no intentó escapar y dijo: “Hágase la voluntad de Dios”. Les dió de comer a los soldados, que le dejaron rezar antes de arrestarle. Se mantuvo firme ante amenazas hasta que le quemaron vivo. Pidió que no le ataran porque “Aquél que me da su gracia para soportar el fuego me la dará también para soportarlo inmóvil”.

Esta segunda parte de “¡Confiad en Dios!” por S. Claudio de Colombiere (1641-1682) [que mandó el lector Joserra a “sarmientosdelavid(arroba)gmail(punto)com”)], nos ofrece unos consejos para mantenernos serenos en medio de las tormentas de este mundo. ¿Las demuestra bien S. Policarpo?

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22.02.09

¿Se puede atribuir el mal a Dios?

Sta. Margarita de Cortona (1247-1297) causó tal escándalo viviendo en unión libre que ni su familia le quiso recibir cuando ella se convirtió tras morir asesinado su pareja. Unos franciscanos le ayudaron pero también dejaron de hacerlo cuando oyeron calumnias sobre ella. A pesar de todo, ella siguió ayudando a los pobres y se hizo santa llorando sus pecados. El Señor le concedió visiones porque quería que su conversión fuera un ejemplo para muchos pecadores de la misericordia de Dios.

Oímos en el Evangelio del 7o. domingo de tiempo ordinario que cuatro hombres fueron a Jesús “llevando un paralítico” (Mc. 2,3). Ante el sufrimiento, el paralítico o Sta. Margarita de Cortona podrían pensar si se puede atribuir el mal a Dios. Al final alcanzaron el perdón de sus pecados a través de esos males.

Este texto de S. Claudio de Colombiere (1641-1682) que me mandó el lector Joserra [a “sarmientosdelavid(arroba)gmail(punto)com”] es una maravillosa reflexión sobre la relación entre los males del mundo y Dios.

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21.02.09

Las indulgencias de la Iglesia Católica: Usos y abusos

Se podría decir que S. Pedro Damián o Damiano (1007-1072) apreciaba mucho la posición del leproso en el Evangelio del 6o. domingo de tiempo ordinario ante el Señor: “de rodillas” (Mc. 1, 40). Este cardenal y obispo benedictino, doctor de la Iglesia, se impuso penitencias muy severas que le dañaron la salud e imponía penitencias duras a los que se lo merecían para convertirles, a pesar de ser muy bondadoso con todos. Escribió muchas cartas exigiendo que los sacaerdotes y religiosos fueran más disciplinados, se mantuvieran puros y no practicaran la simonía.

Bien entendía lo que Sta. Catalina de Génova diría mucho después en su Tratado sobre el Purgatorio:

“Dejen de abrazarse, diciendo: ‘Yo confesaré mis pecados y entonces recibiré la indulgencia plenaria, y en ese momento me purgaré de todos mis pecados y así me salvaré’. Piensen en la confesión y la contrición necesarias para esa indulgencia plenaria, que vienen aparejadas. Si ustedes supieran, temblaría de gran miedo, más seguros de que nunca la ganaron que de que alguna vez lo hicieron“.

¿Desea saber más sobre las Indulgencias de la Iglesia Católica? Estos enlaces podrían ser de gran ayuda para aprender más sobre lo que son, cómo obtenerlas y los abusos que existían siglos antes de la Reforma y lo que hizo la Iglesia en esas situaciones. Ayudan también para aclarar errores comunes sobre las Indulgencias:

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20.02.09

Dos niños videntes enseñan lo que más necesita el mundo de hoy

En el Evangelio del 6o. domingo de tiempo ordinario oímos cómo el Señor le dijo al leproso tras curarle: “ofrece por tu purificación” (Mc. 1, 44). A todos sus seguidores pide que se nieguen y tomen su cruz, pero pocos lo ponen en práctica con la misma intensidad que los niños beatos Francisco Marto (1908-1919) y Jacinta Marto (1910-1920). Ellos comprendieron que lo que más necesita el mundo de hoy es la penitencia, el sacrificio ofrecido en reparación de los pecados y para la conversión de los pecadores.

Eran hermanos de sangre que murieron de bronco-neumonía a los once y a los nueve años, pero que alcanzaron la santidad en vidas tan plenas como cortas dedicándose por completo a ofrecer sacrificios por la salvación de las almas tras las apariciones que recibieron. Les preparó un ángel para su misión a ellos y a su prima Lucía (la mayor) y la Santísima Virgen María les confirmó en ella, animándoles en sus 6 apariciones en Fátima, Portugal (1917).

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17.02.09

Los 7 mosqueteros del Rey: "Todos para una y una para todos"

“Los tres mosqueteros”(1844) por Alejandro Dumas es el primer libro en una saga de tres (Las novelas de D’Artagnan), que tiene lugar en el s.XVII y está basada en un libro por Gatien de Courtilz de Sandras (1700) sobre el capitán de los mosqueteros de Luis XIV que murió en combate en 1673. El joven D’Artagnan conoce a los tres mosqueteros Porthos, Athos y Aramis con quienes correrá muchas aventuras.

La vida religiosa de los 7 santos fundadores de la Orden Servita (s. XIII) refleja una lealtad heróica a la Iglesia Católica que contrasta con la vida mundana de los personajes de Dumas que estaban al servicio del rey francés (aunque Aramis era además jesuita), a pesar de ciertos paralelos.

Éstos repetían “a un solo grito la fórmula dictada por D’Artagnan: ‘Todos para uno, uno para todos.’” Pero, los santos italianos Alejo, Amadeo, Hugo, Benito, Bartolomé, Gerardino y Juan bien podrían decir: “Todos para una, y una para todos” porque en 1233 para honor de Dios se pusieron al servicio de la Santísima Virgen, Reina de todos los santos. Se llamaron “siervos de María” en la fiesta de la Asunción de María con la bendición de su obispo.

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