Una palabra que resume la más eficaz labor misionera

El Señor nos dice en el Evangelio del XXXIII domingo de tiempo ordinario que en Su segunda venida: “enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte” (Mc. 13, 27), lo cual será posible gracias a que el Señor mandó antes a misioneros por todo el mundo. Sta. Teresa de Lisieux, Patrona Universal de las Misiones y Doctora de la Iglesia, explica la necesidad de que todos trabajemos por el Señor sin ansiedad, siguiendo el ejemplo de la Ssma. Virgen María:

“Lo que Jesús censura no son los trabajos de Marta. A trabajos como ésos se sometió humildemente su divina Madre durante toda su vida, pues tenía que preparar la comida de la Sagrada Familia. Lo único que Jesús quisiera corregir es la inquietud de su ardiente anfitriona.” (Sta. Teresa de Lisieux, “Historia de un alma")

La Iglesia, al celebrar la Presentación de la Ssma. Virgen María al templo de Jerusalén, nos recuerda que aunque no aparece ese acontecimiento en las Sagradas Escrituras, no hay duda de que la “llena de gracia” (como le llamó el arcángel Gabriel) se ofreció por completo a Dios desde la más tierna edad. Los artistas han representado esa escena con esta Reina de los Apóstoles subiendo hacia el templo por su propia voluntad, dirigiendo a Dios la mirada de muchas otras personas.

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¿Cómo podemos hacer lo mismo?

“Las almas sencillas no necesitan usar medios complicados. Y como yo soy una de ellas, una mañana, durante la acción de gracias, Jesús me inspiró un medio muy sencillo de cumplir mi misión. Me hizo comprender estas palabras del Cantar de los Cantares: ‘Atráeme, y correremos tras el olor de tus perfumes’.

“¡Oh, Jesús!, ni siquiera es, pues, necesario decir: Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo. Esta simple palabra, ‘Atráeme’, basta. Lo entiendo, Señor. Cuando un alma se ha dejado fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas que ama se ven arrastradas tras de ella. Y eso se hace sin tensiones, sin esfuerzos, como una consecuencia natural de su propia atracción hacia ti. Como un torrente que se lanza impetuosamente hacia el océano arrastrando tras de sí todo lo que encuentra a su paso, así, Jesús mío, el alma que se hunde en el océano sin riberas de tu amor atrae tras de sí todos los tesoros que posee…” (Sta. Teresa de Lisieux, “La historia de un alma”)

Como dice S. Francisco de Asís: “Habla siempre del amor de Dios, y si hace falta, usa palabras”.

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La Divina Providencia puso bajo el cuidado de Sta. Teresa de Lisieux a dos sacerdotes misioneros (el abate Bellière y el P. Roulland), por medio de la correspondencia que escribió por obediencia a su superiora [Ver la última sección de sus “Cartas”(.pdf)]. Esta Patrona de los misioneros comenta en su autobiografía, “Historia de un alma” (.pdf):

“ya que ‘el celo de una carmelita debe abarcar el mundo entero’, espero, con la gracia de Dios, ser útil a más de dos misioneros y nunca me olvidaré de rezar por todos, sin dejar de lado a los simples sacerdotes, cuya misión es a veces tan difícil de cumplir como la de los apóstoles que predican a los infieles.”

Por eso hace suya por los misioneros la oración del Señor en la Última Cena, especialmente:

“‘No te ruego que los saques del mundo… Te ruego también por los que creerán en ti gracias a su palabra’. [Jn. 17, 15-20] En efecto, ¿cómo podría yo dejar de rezar por las almas que ellos [los misioneros] salvarán en sus misiones lejanas mediante el sufrimiento y la predicación?” (“Historia de un alma”)

Pongamos eso en práctica, recordando especialmente ante el Señor a un lector peruano del blog, Gerardo, que hoy mismo será ordenado sacerdote:

“Soy Misionero Comboniano. El próximo 21 de noviembre seré ordenado sacerdote y después viajaré a Filipinas para estudiar el inglés y posteriormente a Taiwán para estudiar el chino mandarín, pues haré mi misión en el mundo chino.”

Que el P. Gerardo nos recuerde siempre ante el altar a los que pasamos por aquí y que Ntra. Madre vele sobre él y todos los misioneros para que se cumpla en ellos las palabras del Señor:

“Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí, y éstos conocieron que tú me has enviado, y yo les di a conocer tu nombre, y se lo haré conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.” (Jn. 17, 25-26)

Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Piensa que hay alguna virtud en particular de la Ssma. Virgen María cuya imitación ayudaría a hacer más fructíferos los esfuerzos misioneros? ¿Tiene algún consejo o comentario para el P. Gerardo?

Mañana - Sta. Cecilia - “ ‘Mi reino no es de este mundo’” (Jn. 18, 36)