2.10.21

CXV. El cuerpo de los bienaventurados

1420. –¿Cuáles serán las características de los cuerpos resucitados?

–Después del capítulo de la Suma contra los gentiles dedicado a la incorruptibilidad de los cuerpos resucitados, que hará que el hombre sea inmortal, en el siguiente, se ocupa de las condiciones de tales cuerpos. Comienza por recordar que cada uno de los resucitados tendrá su cuerpo íntegro, en todas sus partes, porque «por el mérito de Cristo se quitará en la resurrección lo defectuoso de la naturaleza que es común a todos»[1]. El cuerpo humano resucitará íntegro en todas sus partes. Además, quedarán restaurados todos los fallos de la naturaleza, y sin enfermedad, ni sus secuelas, ni ningún deterioro, que haya tenido.

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15.09.21

CXIV. La resurrección del cuerpo y la Eucaristía

1406. –¿La composición de los cuerpos resucitados en la vida eterna será la misma que en la vida temporal?

–Después de los anteriores capítulos de la Suma contra los gentiles, dedicados a los cuerpos resucitados, Santo Tomás se ocupa en otro de la naturaleza del cuerpo en esta nueva condición, porque explica que: «Como vemos que todo cuerpo compuesto de contrarios se ha de corromper necesariamente, hubo quienes dijeron que los hombres resucitados no tendrían tales cuerpos compuestos de contrarios».

Se dieron varias doctrinas respecto a ello. «Unos, movidos por el dicho de San Pablo: «se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual« (1 Cor 15, 44), afirmaron que nuestros cuerpos no resucitan en naturaleza corporal, sino que se convierten en espíritus»,

De una manera parecida: «Otros, movidos por la misma afirmación, dijeron que nuestros cuerpos eran en la resurrección sutiles y semejantes al aire y al viento ya que el «espíritu» se llama aire y así, «espirituales» equivale a aéreos».

Por último: «Y otros, con ocasión de lo que dice San Pablo hablando de la resurrección: «Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres» (1 Cor 15, 40), dijeron que las almas tomaran en la resurrección cuerpos no terrestres sino celestes».

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1.09.21

CXIII. Los resucitados y el milenio

1394. –¿Los resucitados serán inmortales?

–Después de la explicación de la resurrección, que ha ofrecido Santo Tomás en los capítulos anteriores, presenta dos consecuencias, en los dos siguientes. La primera es que: «en la resurrección futura los hombres resucitarán de modo que no volverán a morir».

Para confirmarla da varios argumentos filosóficos y teológicos. Uno de los meramente racionales es el siguiente: «Si los hombres resucitados vuelven a morir, volverán a resucitar de dicha muerte o no». En el primer caso: «hay que afirmar que resucitarán, porque «si no resucitan, las almas permanecerán perpetuamente separadas, cosa que no conviene, como ya se dijo (IV, c. 79). En el segundo caso, «si no resucitan después de una segunda muerte, no hay razón para que resuciten después de la primera».

No obstante, en este segundo caso, a pesar de todo: «si han de volver a morir, habrá un proceso infinito, que alternarán la muerte y la vida en un mismo sujeto». Pero es también un inconveniente, porque: «es preciso que la intención de Dios se dirija a algo determinado», y, en cambio, «la alternación sucesiva de vida y muerte es como una cierta transmutación, que no puede ser un fin, ya que el fin es contrario a la esencia del movimiento, porque todo movimiento tiende hacia algo», que es su término o fin.

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16.08.21

CXII. La racionalidad de la resurrección de la carne

1380. –¿Se puede demostrar el dogma de la resurrección de la carne?

–El hecho de la resurrección de la carne, indicado expresamente en la Sagrada Escritura es un dogma de fe, que está contenido en el Símbolo de los Apóstoles –«creo en (…) la resurrección de la carne»[1]– y no se puede demostrar. Sin embargo, se puede confirmar racionalmente. Así lo indica Santo Tomás, a continuación, al escribir: «Además, supuesto lo que anteriormente se demostró, puede servir para mostrar la futura resurrección de la carne»,

Manifiesta su racionalidad y posibilidad con tres argumentos. El primero es filosófico y se basa en dos tesis antropológicas ya probadas. La primera es que: «las almas humanas son inmortales, pues permanecen después de los cuerpos y desligadas de los mismos». La segunda es el carácter de forma de la substancia alma, que permite su unión substancial con el cuerpo, porque: «El alma se une naturalmente al cuerpo, porque es esencialmente su forma».

De las dos tesis se sigue esta conclusión: «el estar sin el cuerpo es contra la naturaleza del alma. Y nada contra naturam puede ser perpetuo. Luego el alma no estará separada del cuerpo perpetuamente».

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2.08.21

CXI. La resurrección de la carne

 

1366. –¿Por qué después de tratar detenidamente los siete sacramentos, pasa el Aquinate a ocuparse de la resurrección de los cuerpos?

–Después del estudio de los misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación y sus efectos, los sacramentos, el otro gran misterio que se trata, en el postrer libro de la Suma contra los gentiles, es el de la vida del mundo futuro. Comienza este cuarto gran tema con la indicación de su relación con los dos anteriores, la Encarnación y los siete los sacramentos.

Los dos temas precedentes ya tratados y el de la vida del más allá se relacionan con los problemas del pecado y de la muerte, porque, como ya se demostró: «fuimos liberados por Cristo de cuanto incurrimos por el pecado del primer hombre, y, cuando éste pecó, nos transmitió no sólo el pecado, sino también la muerte, que es su castigo, según el dicho de San Pablo: «Por un hombre entré el pecado en el mundo, y por el pecado, la muerte» (Rm 5, 12)».

Y, por tanto: «es necesario que por Cristo seamos librados de ambas cosas, es decir, del pecado y de la muerte. Por eso dice San Pablo en el mismo lugar: «Si por la transgresión de uno, esto es, por obra de uno solo, reino la muerte, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia reinarán en la vida por obra de uno solo, Jesucristo» (Rm 5, 17)».

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