(510) Así estamos. Oculta soberbia, lujuria manifiesta
–Según dicen, el triunfalismo postconciliar fue enorme, y lleno de soberbia.
–Fue indescriptible. Muchos se pusieron en el lugar de Dios: «he aquí que hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5). La soberbia llevó a las herejías, y éstas a la lujuria.
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Imaginen ustedes un cristiano que, siendo homosexual, 1) aspira al sacerdocio y entra al Seminario como zorro en gallinero; 2) recibe el sacramento del Orden sagrado sin problemas de conciencia; 3) consigue el nombramiento de Obispo, a pesar de que se había hecho un experimentado depredador sexual, especializado en seminaristas y sacerdotes jóvenes; y 4) procura y acepta la condición de Cardenal de la Santa Madre Iglesia… ¿Parece increíble, no es cierto? Pues dantur casus.
No voy a tratar en este artículo de esta figura presunta, sino de la situación de una Iglesia que hace posible durante medio siglo casos como éste.